El kirchnerismo aceita la marcha de su mesa de rosca quincenal. Los intendentes, con espacio propio. Debate fragmentado, recelo y proliferación de tribus.
Por José Maldonado
El desembarco de Cristina Fernández en la reunión que mantenían diputados, intendentes, legisladores y dirigentes peronistas en Punta Lara el 6 de diciembre pasado fue una verdadera bomba política. La vicepresidenta acababa de ser condenada horas antes en la causa Vialidad, después de lo cual había dado un mensaje anunciado que se retiraría de la carrera electoral 2023. Para finalizar uno de los días más complicados de su vida política, decidió sumarse sorpresivamente a esa mesa, que desde hace un año reúne al menos una o dos veces al mes al universo kirchnerista bonaerense para hablar de política, economía y rosca.
La foto que esa noche -en que pidió por primera vez a los dirigentes de su espacio eso de “sacar el bastón de mariscal”- mostró a los principales protagonistas de un espacio que se asentó como el principal centro de debate político del kirchnerismo, donde conviven La Cámpora, ministros nacionales y provinciales, intendentes y gremialistas. Máximo Kirchner, Wado de Pedro, Teresa García, Mayra Mendoza, Andrés Larroque y Axel Kicillof, entre muchos otros.
Ante la ausencia de una gran mesa que siente a todos los actores del Frente de Todos, eso que tanto le reclama el kirchnerismo al presidente Alberto Fernández, en Buenos Aires las distintas tribus del oficialismo arman sus propios espacios surgidos también después de intentos fallidos de abrir foros más amplios.
A la mesa del kirchnerismo, que se reúne una o dos veces al mes en Ensenada, La Plata o Avellaneda, se sumó en el último tiempo otra mesa quincenal, la que formalizaron el mes pasado en Cañuelas los intendentes peronistas del conurbano, un foro que tendrá otro encuentro en las próximas semanas en la costa atlántica y que busca sumar músculo en la futura discusión por las candidaturas y las listas.
Las mesas del Frente de Todos, a la que hay que sumar la del massismo, por ahora off line, son la derivación de la imposibilidad del oficialismo de sostener un espacio de discusión política para todos los actores, que se intentó varias veces. Es el espacio que los dirigentes del camporismo, el último de ellos Wado de Pedro la semana pasada, le viene pidiendo al Presidente que convoque.
La mesa kirchnerista que tuvo aquel último encuentro en Ensenada comenzó a reunirse, por caso, después de varias fotos en la residencia platense del gobernador Kicillof en las que se buscó dar una suerte de imagen de institucionalización del Frente de Todos bonaerense, con un representante por cada sector. Pero el espacio no pudo sostenerse en el tiempo y los dirigentes más cercanos a CFK se replegaron y crearon su propio foro.
Las reuniones -casi siempre con asado como menú central- son nocturnas y la sede suele variar entre Ensenada, Avellaneda y La Plata. Es una mesa cien por ciento cristinista que no siempre tiene una lista de asistentes fija y que algunas veces varía en cantidad de participantes. Hay históricos -como Teresa García y Diana Conti-, están algunos de los sindicalistas de la Corriente Federal como Sergio Palazzo y otros como Abel Furlán y Roberto Baradel, hay intendentes del conurbano (con Mario Secco, Mendoza y Ferraresi a la cabeza) y el interior, como Pablo Zurro; diputados nacionales como Leopoldo Moreau, Vanesa Siley y Carlos Heller, y, por supuesto, La Cámpora. El Cuervo Larroque es uno de los que no falta a casi ningún encuentro y suele tomar la palabra.
La presencia de Kirchner profundiza el hermetismo que rodea a los encuentros, donde se habla de agenda y se comparten miradas en una charla con oradores alternados. La estrategia electoral, los movimientos de la justicia y la oposición son los dos temas que monopolizaron los últimos encuentros.
Kicillof participó del último encuentro, pero en rigor no es uno de los habitués de ese espacio. El gobernador bonaerense buscó desde su llegada a La Plata ser anfitrión de un espacio político con los principales actores del Frente. Fue la experiencia de la “mesa de los lunes” de los primeros meses de su gestión, a la que llegaban Kirchner y Sergio Massa, entonces presidente de Diputados.
El espacio tuvo una vida corta y después intentó recrearse de diversas formas. En algún momento, se convocó a los presidentes de los partidos que integran el FdT para mostrar la institucionalización. Este año, Kicillof volvió a intentar ordenar ese espacio, pero las tensiones hicieron imposible mantener esas reuniones en el tiempo. Una de las últimas fue la de fines de octubre, cuando el gobernador bonaerense y los ministros de su gabinete se sentaron con intendentes en un encuentro que terminó con fuertes reproches de algunos de los jefes comunales contra el gobernador.
En el marco de esos cortocircuitos políticos de varios de ellos con Kicillof, los intendentes del conurbano decidieron formalizar un espacio propio, que tuvo encuentros preliminares por varios puntos del Gran Buenos Aires a lo largo del año pasado pero que se formalizó a inicios de diciembre en Cañuelas, donde hubo algo de catarsis y se habló de la estrategia electoral.
Allí estuvieron unos 20 jefes comunales, casi todos con excepción de Mario Ishii -que rechazó todos los convites de sus pares a integrar alguna mesa- y algunos díscolos como Fernando Gray.
La liga de intendentes que tiene como nombres de mayor peso a Martín Insaurralde (Lomas de Zamora), Ferraresi (Avellaneda), Fernando Espinoza (La Matanza) y Alberto Descalzo (Ituzaingó) va a tener un nuevo encuentro el próximo 21 de enero en el Partido de la Costa. Aún se discute si mostrar esa cumbre como el lanzamiento formal del espacio que desde el corazón del conurbano trabaja para desembarcar en la gobernación de Buenos Aires.
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