Los teléfonos de los senadores peronistas no dejaron de sonar en los últimos días. Los mandatarios provinciales peronistas no le sueltan la mano al juez de Comodoro Py, que a diferencia del otro postulante aún no asumió en el máximo tribunal porque sus integrantes le denegaron el pedido de licencia como magistrado. El formoseño José Mayans trabaja para voltear los pliegos.
María Cafferata
El teléfono de José Mayans no paró de sonar en los últimos días, pero el titular del interbloque de Unión por la Patria no fue el único que sufrió el asedio: en distintos puntos del país, senadores y gobernadores peronistas fueron convocados con insistencia. A solo cuatro días para la sesión del Senado para tratar los pliegos de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla, Guillermo Francos está en pleno operativo seducción. El Gobierno necesita frustrar la convocatoria: sabe que no tiene el número para ratificar los pliegos, así que buscará, de mínima, evitar que se los rechacen en el recinto. Depende de los gobernadores, que en general le han sido fieles aliados hasta ahora, pero esta vez podría no ser suficiente.
Victoria Villarruel les consiguió tiempo. Enemistada con Javier Milei y el triángulo de hierro, la vicepresidenta ensaya diversos gestos de autonomía pero sin llegar nunca a un desafío abierto. Por lo que cuando la Casa Rosada le pidió que pateara la sesión pedida por Unión por la Patria para ganar aire, acató y se lo consiguió. Tiempo para negociar, tiempo para presionar, tiempo para convencer a la oposición que había convocado una sesión con el objetivo de voltear, por primera vez en la historia institucional argentina, los pliegos del Ejecutivo para la Corte Suprema.
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Hay muchas cosas para negociar y el Gobierno presiona por diferentes flancos, pero la oferta principal, por estas horas, está vinculada a los cargos vacantes del Poder Judicial. Existen más de un centenar de lugares vacíos en juzgados federales y nacionales en distintas provincias. Varios, incluso, en Comodoro Py, que es donde se juzgan los delitos vinculados a la corrupción. La Casa Rosada negocia nombres con gobernadores peronistas y radicales, buscando atraer votos en favor de los pliegos de García-Mansilla y Lijo a cambio de ofrecer candidatos a juzgados federales que sean afines a los mandatarios.
La Corte Suprema luego de la jura de Manuel García-Mansilla. Junto a él, Ricardo Lorenzetti, Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti. Corte Suprema
No es la única herramienta de presión que tiene el Gobierno —el desembolso de $120.000 millones a la provincia de Chaco, gobernada por el aliado radical Leandro Zdero, días atrás fue solo una demostración de que el Gobierno, si así lo quiere, está dispuesto a girar fondos—, pero sí la más efectiva por estas horas. El Ejecutivo está decidido a sostener los pliegos y arriesgarse, así, a que se los volteen en el recinto, por lo que está poniendo toda la carne en el asador.
Los funcionarios de Javier Milei incluso amagaron con volver a poner sobre la mesa la discusión de la ampliación de la Corte Suprema. Es un intento desesperado por volver a arrimar posturas con Cristina Fernández de Kirchner, quien había intentado negociar originalmente con el Gobierno bajo la condición de que pudiera poner a una candidata propia en la Corte. Las conversaciones, sin embargo, terminaron en la nada. Por lo que cuando Milei decidió designar a García-Mansilla y Lijo por decreto, CFK terminó fallando en favor de voltear los pliegos en el recinto.
El Gobierno, ahora, vuelve a ofrecer la carnada de la ampliación de la Corte, pero en el cristinismo ya cerraron filas: están decididos a ir el jueves 3 al recinto y voltear los pliegos. Confían en que los 34 senadores de UxP darán quórum, pero la Casa Rosada presiona y más de uno desconfía de que, al momento de la verdad, todos bajen al recinto.
A eso suma el nuevo encono con Cristina: la arenga que lanzó Milei de que la expresidenta “irá presa”. Justo este inicio de semana la jefa del PJ presentó un recurso de queja ante la Corte y recusó a García-Mansilla. La cancha luce embarrada.
Por amor y por temor: la debilidad del peronismo por Lijo
El peronismo se siente cómodo con Lijo: eso no es una novedad. Especialmente los gobernadores peronistas, que tienen un buen vínculo con el juez federal y estaban dispuestos a votar su pliego en el caso de que el Gobierno lo llevara al recinto. Su dictamen, incluso, consiguió la firma de todos los senadores peronistas que integran la comisión de acuerdos: Lucía Corpacci (Catamarca), Sergio Uñac y Claudia Ledesma Abdala (la esposa del gobernador santiagueño Gerardo Zamora).
La decisión de Milei de designar a los dos jueces de la Corte por decreto -García-Mansilla juró, Lijo no porque la Corte no le aceptó la licencia- terminó cambiando el panorama, sin embargo. UxP denunció que la designación era “inconstitucional” y convocó a una sesión para voltear los dos pliegos. El de Lijo, el preferido de los gobernadores, incluido.
Pero había un problema: si bien la conducción cristinista del interbloque -con Mayans y Juliana di Tullio a la cabeza- había definido que no se podía ratificar a un juez de la Corte que había aceptado ser designado por decreto, los gobernadores peronistas no pensaban lo mismo. Incluso el formoseño Gildo Insfrán, uno de los gobernadores más opositores a Milei, se resistía a soltarle la mano a Lijo.
Había varios motivos. Para algunos, Lijo era “de confianza”. Muchos gobernadores mantienen un buen vínculo con Lijo y se muestran cómodos con la idea de tener un aliado en la Corte Suprema. “Una vez que jure no va a ser más amigo”, les suele reprochar un senador peronista que tiene diálogo fluído con toda el ala más enemistada con CFK. Es la misma ala que, la semana pasada, rompió la unidad de UxP y armó un subbloque.
Los que decidieron dar un paso al costado fueron Fernando Salino (San Luis), Guillermo Andrada (Catamarca), Fernando Rejal (La Rioja) y quien orquestó la fractura, Carolina Moisés (Jujuy). Cada uno tiene sus motivos para haber roto -Moisés fue dejada fuera del armado del PJ jujeño por La Cámpora, Andrada responde a Raúl Jalil y busca mayor autonomía a la hora de votar algunas leyes de Milei-, pero todas están relacionadas a una resistencia a la conducción de CFK. Y la mayoría se prepara, de cara a esta semana, a acompañar el pliego de Lijo.
La jujeña Carolina Moises, una de las principales armadoras del nuevo bloque peronista "Convicción Federal" Senado
No son los únicos. En UxP hay más de una docena de senadores que está dispuesta a acompañar el pliego del juez federal. Varios por afinidad, pero no todos: muchos gobernadores le tienen miedo, más que amor. Temen que haya represalias en el caso de no respaldar su pliego en el recinto. Lijo reina, después de todo, en Comodoro Py.
En el cristinismo, sin embargo, buscan mostrar confianza y aseguran que, en la última reunión de interbloque, todos los senadores aseguraron que estarían presentes para dar quórum. Después pedían libertad de acción. De ser así, el peronismo estaría muy cerca de voltear los dos pliegos, ya que al momento de votar solo necesitaría 25 adhesiones para hacerlos caer (es decir, un tercio del recinto). El número difícil, en cambio, es conseguir los 37 para el quórum.
De todos modos, aunque el peronismo tenga presencia perfecta, UxP continuará necesitando ayuda. Y ahí es cuando intervienen tres figuras claves: los radicales Martin Lousteau y Pablo Blanco y la larretista del PRO, Guadalupe Taglaiferri. Estos tres senadores opositores no peronistas fueron claves para poder habilitar la convocatoria a la sesión y vienen trabajando, con más bajo perfil, para rechazar los pliegos.
El rol de Lousteau, Blanco y Tagliaferri es clave no solo porque podrían habilitar el quórum: su mayor valor reside en que pueden convencer a otros radicales y aliados del Gobierno, como el exlibertario Francisco Paoltorni, para participar de la sesión opositora. El objetivo es poder equilibrar las ausencias imprevistas que surjan de las filas opositoras al momento de la verdad.
La clave será la UCR: los rebeldes del bloque -Lousteau y Blanco- están intentando sumar a otros senadores radicales, como Carolina Losada o Flavio Fama, para hacer masa crítica. Hubo una reunión de bloque el martes pasado, pero que no arrojó ninguna certeza. Solo se escuchó una frase, casi una constante de cada encuentro: “Tengo que ver que dice mi gobernador”. Una vez más, la partida la definirán en gran medida los mandatarios provinciales.
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