Por Sabrina Carrasco
En su discurso del pasado 17 de octubre, en La Plata, Cristina Fernández sumó a su agenda el tema de la inseguridad, y le dejó esa posta a su discípulo y aliado, el gobernador bonaerense, Axel Kicillof.
La jugada no solo buscó contener una papa caliente, que se atiza más en el Conurbano por la cantidad de población, sino anticiparse a las futuras performances electorales de la oposición.
Desde La Plata, la actitud inmediata del mandatario fue alinearse, como siempre, con CFK. “El discurso de Cristina está en línea con nuestra política de seguridad”, indicaron desde la gobernación a este diario y remarcaron la empatía con algunas de las medidas reclamadas por la vicepresidenta, como el caso de la vuelta de gendarmes al Gran Buenos Aires, además de la necesidad de refutar cualquier embestida de la oposición con datos de gestión y estadísticas.
La situación de Sergio Berni, el ministro de Seguridad, también es clave en este proceso, en un contexto donde el funcionario está cada vez más cuestionado por propios y ajenos.
En los últimos días se evaluó la posibilidad de reemplazar al ministro por su par de Justicia y Derechos Humanos, Julio Alak, exintendente de La Plata y de excelente relación con el gobernador. Se mencionó incluso la idea de fusionar ambas carteras, como había resuelto en 2010 y hasta 2013 el entonces gobernador Daniel Scioli. Pero la idea perdió brillo la última semana, aunque no fue definitivamente descartada. Algunos hablan de tenerlo como Plan B en caso de que se habilite el cambio antes de fin de año. Desde Justicia, por las dudas, no le dan crédito a esa idea.
El alto perfil de Berni, su mala relación con buena parte de los intendentes del peronismo, varios episodios de mucha conmoción social y un reciente informe periodístico que habla de supuesto enriquecimiento ilícito lo ubicaron con el correr de los meses, y en especial la última semana, en un lugar endeble.
En el minuto a minuto desde Gobernación niegan su salida inmediata, aunque tampoco descartan nada. Se especula con una continuidad hasta el Operativo Sol, donde Kicillof prevé dar una muestra de fuerza con la presentación de más de 8 mil efectivos diseminados por toda la costa bonaerense y algunos otros puntos turísticos de la Provincia.
Otra discusión clave es la vuelta de gendarmes a las zonas más calientes del Conurbano, un reclamo que según indican desde la Gobernación aún no fue atendido por el presidente Alberto Fernández. La opción la reflotó la propia CFK en su discurso cuando pidió la vuelta del Operativo Centinela, el plan que instauró en 2010 con 6 mil efectivos en municipios del Conurbano, cuando era presidenta.
“Pedimos muchas veces y de todas las maneras posibles, también los intendentes, que enviaran gendarmes, pero desde Seguridad ningún ministro avanzó al respecto”, aseguraron desde el entorno de Kicillof, en clara alusión no solo a la gestión de Sabina Frederic, sino a la actual de Aníbal Fernández. Indicaron además que ese pedido sigue en vigencia, elevado por nota en reiteradas oportunidades.
Si bien se esfuerza en mostrar estadísticas positivas en materia de delitos, con una aparente baja del 19% de 2019 a la fecha, Kicillof sabe que precisa refuerzos para contener una inseguridad latente, una demanda que además le reclaman la mayoría de los jefes comunales del Gran Buenos Aires.
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