El mensaje detrás de la marcha
Por Carlos Pagni
El mensaje detrás de la marcha
El banderazo de hoy [por ayer] se puede analizar en varias dimensiones. La primera es que es muy difícil de interpretar, por la naturaleza misma del fenómeno, qué es lo que quieren decir los que salieron a la calle, porque no fue organizado por alguien, sino que se trató de una iniciativa autoconvocada. Hoy hablaba con José Eduardo Abadi sobre esta cuestión y él me hacía notar que hay una sensación, que aportan un poco las redes, de que cada ciudadano se representa a sí mismo y, a su vez, hay una especie de ilusión de representación colectiva que intentaría resolver el conflicto de la gente con el sistema político.Entonces, la primera pregunta que se desprende de la marcha de hoy es: ¿Qué es lo que quiere decir esta gente? Muchísimas cosas, pero es difícil descifrarlo y por eso es tan fácil adjudicarle intenciones que probablemente no se tienen. Sobre todo, por parte del Gobierno.
El Gobierno dice que son títeres de la oposición, de Juntos por el Cambio, del diario Clarín y Agustín Rossi agregó en la ecuación a LA NACION. Es como decir: "No salen ni siquiera por ustedes mismos, son meros títeres, no vale la pena ni escucharlos".Por otro lado, ¿cuánto tiene que ver lo económico en la convocatoria de hoy? Seguramente muchísimo, pero en una situación pésima, después de las primarias del año pasado, con la economía y en medio de un desbarajuste fenomenal que había dejado Mauricio Macri, mucha gente seguía saliendo en prevención de lo que venía. No en adhesión a Macri, o quizá en adhesión a lo que representaba en lo institucional. Entonces, no sé si es una cuestión meramente económica en determinado grupo social de la Argentina que tiene una conciencia sofisticada del sistema institucional.
Elisa Carrió
No me llamó la atención la postura de Elisa Carrió porque ella cree que lo peor que se puede hacer con este reclamo es identificarlo con un partido político. Incluso, esta es una discusión interna que mantiene con Juntos por el Cambio. Por otro lado, ella piensa que hay un problema de desestabilización que no viene de la oposición, ni de la ciudadanía que se moviliza, sino del liderazgo de Cristina Kirchner sobre Alberto Fernández. Justamente por ello sostiene que lo peor que podría hacer la oposición es darle una escena a esa desestabilización, que es del propio oficialismo.Para decirlo de otra manera, quizá un poco más grosera y dramática: "Hay que dejar que el Gobierno, con sus contradicciones internas, se estrelle contra la gente y no con la oposición". Esa creo que es la tesis de Carrió y desde su punto de vista es coherente, entonces, decir que no adhiere ni convoca a una marcha que tiene legitimidad y espontaneidad propia.Para un Gobierno, en cambio, siempre es mejor que sea la oposición, las corporaciones y los medios los que convoquen a una marcha. Y no la gente. Porque si la sociedad sale por sí sola a la calle la representatividad del Gobierno, y aun de toda la política, está puesta en cuestión.
Este es el problema de Fernández, quien en las últimas horas ha dicho cosas verdaderamente insólitas y algunas hasta patéticas. En la entrevista que dio a Horacio Verbitsky dijo algo que hoy rescató el americano David Rieff. Rieff, un intelectual que sigue mucho a la Argentina, resaltó una frase que es interesantísima por lo contradictoria y autoritaria."Mi principal objetivo es lograr que todos juntos impidamos el regreso del conservadurismo al Gobierno", dijo Fernández. Eso que él llama conservadurismo, que interpreto que es Juntos por el Cambio, sacó en las elecciones más de un 40%. Es decir que, según ese planteo, el Presidente quiere que todos juntos, subrayo "todos juntos", impidamos el regreso del 41%. ¿Este es el hombre que venía a cerrar la grieta? La idea que esconde esta declaración es que el principal objetivo es terminar con la alternancia y que haya un peronismo eterno.Para empezar a cerrar la grieta, si es que hay que hacerlo y si es que ésta no tiene una dinámica propia que nadie puede cerrar desde el poder, que es lo que creo, lo primero que se tiene que hacer es garantizar la alternancia y reconocer la legitimidad del otro y no decirle que es un títere manejado por una corporación.
Entonces, nos encontramos con un Gobierno con una dificultad enorme para leer a la clase media, algo que no sorprende porque es un problema histórico del peronismo y que se hizo más agudo en el kirchnerismo. Lo que sorprende es la contradicción de Fernández entre lo que dice ser y lo que finalmente expresa.
Dólar
A lo largo de la entrevista con Verbitsky, Fernández demuestra con una claridad extraordinaria no entender el problema del dólar. Porque el planteo del Gobierno se apoya en la falta de dólares, cuando el problema que debe resolver es el exceso de pesos.La entrevista de ayer repasa varios temas: Venezuela, la Justicia, Jujuy, entre otros, pero hay un momento en que se produce un diálogo entre Verbitsky y el Presidente donde se encuentran hablando de la plata de ellos y en ese momento ambos entienden el problema del dólar, e incluso parecería que están razonando como dos exportadores de soja al decir que reciben 100 y les dan menos de 50. Se quejan de que, si reciben un pago desde el exterior, se lo liquidan con el dólar oficial y no con el dólar paralelo. Es de lo que se queja todo el sector exportador.
El Presidente tiene la idea de que como bajó las retenciones le deben cumplir del otro lado y liquidar los dólares. Pero mientras el recorte de las retenciones siga siendo inferior a la brecha cambiaria, los exportadores van a seguir esperando la devaluación. Pero el problema es otro, lo que hay es una enorme incógnita respecto de cómo se va a financiar el Tesoro.La pregunta que tiene que resolver el Gobierno no es qué va a hacer con los dólares, sino más bien cómo se va a financiar; qué hoja de ruta tiene para el déficit, qué va a hacer con la emisión de pesos, qué va a pasar con la tasa de interés y qué va a pasar con el gasto público, que son las mismas preguntas que les hace el Fondo Monetario Internacional.Cuando el Presidente dice "una vez me fui, dos veces ya no me voy a ir", no dice una frase feliz. Él lo que está diciendo es: "Mi relación con Cristina es inquebrantable", y con eso agiganta el problema. ¿Cuál es el problema con el que se fue el FMI a Washington? Se fue pensando: "¿Con quién firmo?". Supongamos que Fernández desiste de la idea de no tener un plan económico y plantea uno, que supone determinados ajustes. El Fondo le dirá: "¿Y los podés cumplir? Porque da la impresión de que no sos vos el que manda, sino que es Cristina".
Un grito que se escuchó en los cuatro puntos cardinales
Por eso hoy Roberto Lavagna, que forma parte en alguna medida de este Gobierno, manda un tuit diciendo casi "le pido a Cristina que deje gobernar a Fernández". Lavagna lo que dice es que hay que darle los instrumentos al Presidente y no obstruirlo para que pueda tomar las decisiones que tiene que tomar. Es decir: "Mirá, Cristina, vos pusiste a Fernández porque sola no llegabas. Y al hacerlo hiciste una apuesta, no solo electoral, sino de gestión, de ir hacia el centro. Fernández expresa tu vocación de no radicalizarte. Bueno, todo lo que estás haciendo al negarlo y subordinarlo es no dejarlo ir hacia el centro. Es traicionarte a vos misma. Como él es el Presidente, tenés que darle las herramientas para que pueda llevar adelante las políticas que quiere".No sé si el diagnóstico de Lavagna es el correcto. Hay un área del Gobierno donde Cristina no se mete: el manejo del dólar y del gasto público, por ejemplo. Son áreas de Fernández. Tengo un amigo que cree que la idea del "títere Fernández" es una idea estratégica de él mismo. Hacerse pasar por títere y que se le adjudique a Cristina lo que, en rigor, es su propia torpeza.El problema central es cómo vamos a salir de esta encrucijada con un Presidente que no puede garantizar el control de su política. Por eso digo que el FMI se fue con inquietudes. Una, la política social. Un temor que tiene en todos lados, pero particularmente en la Argentina, de que haya un malestar social incontrolable por los niveles de pobreza y desocupación, por el rigor de la crisis, con una cuarentena, cuando ahora la OMS dice que el confinamiento largo no sirve. La segunda, cuál es el plan económico que garantice una salida, y si hay poder político y consenso interno para ejecutarlo. Por ello lo de Venezuela tiene tanta importancia, porque manifiesta esa fisura interna dentro del Gobierno. Es un problema que debe resolver el oficialismo con un gesto extraordinariamente contundente de parte de Cristina Kirchner, de que ella adhiere totalmente a la política económica del Gobierno. Pero el problema es si Fernández le ofrece una política económica.
Acá hay una idea de que Fernández tiene un plan que Cristina le impide cumplir. Mi duda es esta: si un día apareciera Cristina en Olivos y da una conferencia de prensa con el Presidente a su lado y dice: "Lo que él quiera en materia económica y política exterior se hace". Y después le pregunta qué quiere hacer él, ¿Fernández sabe contestar qué quiere?
Venezuela
La entrevista que hizo con Verbitsky es un mar de contradicciones. Cuando explica la relación con Venezuela es una contradicción tras otra. Dice que la Argentina integra el Grupo de Lima, pero a la vez no lo integra, termina explicando una votación donde el país votó por una resolución de la ONU propuesta por el Grupo de Lima. Hay una gran confusión del Presidente respecto de su propia política.Hay muchas razones en el kirchnerismo para estar aliado a Venezuela. La primera es una relación histórica entre el kirchnerismo y el chavismo a escala internacional en otro contexto histórico. Una alianza que se fue degradando. Aparecieron los fideicomisos de Julio De Vido, las valijas de Antonini Wilson, y después, algo gravísimo, que es el acuerdo con Irán. La gente que más entiende de ese acuerdo explica que Cristina lo firmó por un consejo de Chávez emanado en un momento de gran conmoción para ella, que fue cuando él la viene a acompañar por la muerte de Néstor Kirchner. Hay compromisos muy antiguos con Venezuela y con el chavismo.
Después hay una coalición de gobierno donde un sector entiende que lo de Venezuela no es una dictadura. Que allí los derechos humanos se respetan, o que si se violan están bien violados. Felipe González, que no puede ser acusado de alguien "de derecha", dijo hace 15 días que lo de Venezuela no es una dictadura, sino una tiranía. González dice que conoció una dictadura, la de Franco, donde había reglas, reglas dictatoriales. En cambio en Venezuela lo que reina es la arbitrariedad. Por eso es una tiranía. Hay una arbitrariedad central, que es la electoral. Por eso gran parte de Latinoamérica y la Unión Europea creen, igual que Estados Unidos, que Maduro no es el presidente porque se robó una elección. Y ahora vamos a otras elecciones donde Maduro se burló de la UE, de Josep Borrell, de países como la Argentina, que pretendía un diálogo, y dijo: "No dialogo con nadie, las elecciones se hacen el 6 de diciembre sin ningún tipo de monitoreo o con el que solo provee mi gobierno".La próxima encrucijada que va a tener Alberto Fernández frente a Venezuela es si esa Asamblea Nacional, que saldrá de esas elecciones irregulares, va a ser convalidada. Es un tema importante porque la relación con Venezuela determina la relación con Estados Unidos y la relación con Estados Unidos determina la posibilidad o no de un acuerdo con el Fondo. Este giro que vemos en Fernández respecto de Venezuela, que lo tiene tan incómodo y no lo puede explicar para no enojar a su ala izquierda, está en relación directa con el camino hacia un acuerdo con el FMI. Se priva Fernández de una oportunidad enorme. El Gobierno podría condenar al gobierno de Venezuela como una dictadura y demostrar que los derechos humanos por definición son universales, los viole Maduro o cualquier gobernante de derecha. Va a parecer que ahora corregimos la posición de Venezuela por plata, para renegociar con el Fondo.¿Fernández debe designar un embajador en Caracas? Gobiernos que han sido muy duros con la administración venezolana de Maduro, como el español con Rajoy, puso un embajador en Venezuela. Leopoldo López está con asilo en la Embajada de España. Chile también lo tiene y hay militantes de la oposición venezolana alojados en la Embajada chilena. Tener un embajador no necesariamente significa ser amigo del régimen. Son distintas estrategias.
El ala chavista del kirchnerismo
Carlos Raimundi es un embajador en la OEA que recibió instrucciones de no hacer lo que hizo, por eso después tuvo que explicar lo que había dicho. Alicia Castro, en cambio, es una militante política, tiene una vieja relación con Venezuela que nunca estuvo salpicada por los negocios de De Vido. Más bien fue una víctima cuando fue embajadora. Tiene todo el derecho a quejarse y renunciar a la embajada en Rusia. Lo mismo piensa el Frente Grande, el Partido Comunista, que son integrantes de esta alianza política. El tema es cómo hace Alberto para convivir entre esta alianza y las exigencias que tiene por el acuerdo con el Fondo.
Sergio Massa
Cuando Sergio Massa se incorporó al Frente de Todos ponía mucho énfasis en que sus votantes no se pierdan en la corriente general. "Que podamos mantener la identidad", decía Massa. Lo que estaba pidiendo en ese momento es algo que te conceden cuando empieza la película y después se vuelve cada vez más incómodo: la posibilidad de diferenciarte dentro del oficialismo. En los oficialismos, la diferenciación es perversa. Los gobiernos lo que necesitan de su propia fuerza es acatamiento, necesitás el Miguel Ángel Pichetto que tenía Cristina en el Senado. Ahora sabemos que pensaba distinto. Pero en aquel momento, por disciplina, acataba.Al tener una fuerza política propia, que expresa un sector social muy específico que es la clase media y media baja, sobre todo en la provincia de Buenos Aires, que es la que más enojada y castigada está por esta recesión y esta cuarentena, Massa quiere diferenciarse. Y una diferenciación, pensando en no perder todo su capital político atándose a la suerte de Fernández, es decir que no está de acuerdo con la liberación de presos, ni con destruir silobolsas, con algunas cuestiones de seguridad, que hay que arreglar la deuda rápido y también decir que Venezuela es una dictadura. Nadie le ha llamado la atención, como tampoco lo hacen con Sergio Berni cuando dice que "los organismos de Derechos Humanos se dedican a tomar whisky al mediodía".
Berni y Massa en el fondo juegan para Cristina porque lo que está pensando la vicepresidenta es tener una opción de derecha en la provincia de Buenos Aires para quitarle votos a Juntos por el Cambio y que no gane de ese partido. Cristina, que es mucho más pragmática que Fernández, cuando está en cuestión su poder no se hace tantos problemas ideológicos, como los que se hace el Presidente delante de Verbitsky.Fernández cae en una ilusión infantil que es que cree que debe preservar la coalición sacrificando su gobierno. Y no se da cuenta de que si el Gobierno fracasa, todos se van a querer diferenciar de él. No hay coalición de gobierno viable con un gobierno que fracasa. Esto es lo que hace Massa y es lo que después va a hacer Cristina si hay un problema económico más grave.
Cristina Kirchner
Cristina va a intentar diferenciarse diciendo que éste no es su fracaso, como ya lo hizo con la reforma judicial. Por eso ella le dijo: "Manejá vos, siempre y cuando me lleves a destino". Cristina es una dirigente política que tiene la representación central, diría dominante, de los pobres de los grandes conurbanos de la Argentina. Se siente depositaria de un legado que es el legado de ella y de su esposo. Cree que tiene una responsabilidad histórica que es conservar esos votos y ese legado, y poner al Frente de Todos, y al peronismo, en el cuadrante populista de la política argentina.Cristina está mucho más disconforme con el Gobierno que la gente del mercado, porque Fernández la pone muy ansiosa. Está en silencio, pero ella ya estuvo mucho tiempo en el poder y conoce lo que es una corrida cambiaria y lo que es ir hacia una devaluación. Ella devaluó en febrero de 2014, a 22 meses de la elección. Cuanto más cerca la devaluación de una elección mayor es el costo que paga el gobierno.
Voy a agregar algo que para muchos es central, y debería serlo: sus problemas judiciales. Es probable que Cristina se pregunte: "¿Qué pasa con mi destino penal y el de mi familia si perdemos el año que viene?". Es por eso que ella le pone una velocidad a la cuestión judicial directamente proporcional a su falta de confianza en Fernández.Entonces, Lavagna le dice a Cristina: "Todo eso que querés conservar, ese legado que puede ser muy valioso posiblemente no te alcance para ganar la elección". Porque en el fondo el problema central de Cristina es que está anacrónica. Esas ideas de Cristina corresponden a un mundo con la soja a 200 dólares, cuando no dependíamos de nadie porque teníamos superávit fiscal y de comercio y porque gobernaba un entorno latinoamericano muy parecido al del kirchnerismo. China provocó un boom de las commodities desde 2003 hasta 2013. Para ese mundo las ideas de Cristina Kirchner podían ser más o menos viables. ¿Lo son para el gobierno de Fernández? Ese es el problema que tiene el oficialismo y por eso la desconfianza que se genera.Si Fernández estuviera tan cómodo con esta cuestión no cometería incoherencias discursivas como las que tuvo en la entrevista con Verbitsky, por ejemplo. Y no estaría lo nervioso que estaba delante de quien funciona, también, como regulador ideológico del grupo.
El problema del mandato
Hay un problema que está en el corazón de este banderazo que vimos hoy [por ayer]. Al final del gobierno de Macri hablaba con una persona que era dirigente política en la provincia de Buenos Aires y muy gravitante en ese territorio, que me decía: "El problema nuestro fue la interpretación del mandato. A nosotros nos votaron por las instituciones y no para hacer un ajuste económico, pero nos vimos obligados a hacerlo". A Fernández, en cambio, y eso es lo que se manifiesta en el malestar en la calle, lo votaron por la economía, para que nos saque de la recesión, y no por las instituciones.A Fernández no lo votaron para que venga a reformar la Corte, o para hacer una reforma judicial o para que corrija las designaciones de jueces que la misma Corte dijo que estaban bien. Ahora, el Presidente está obligado por Cristina a hacer un desbarajuste institucional para el que no lo votaron, del mismo modo que Macri estaba obligado a hacer un ajuste para el que tampoco lo habían votado.
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