En la última sesión del Concejo Deliberante, se votó el proyecto del Ejecutivo de llevar del 1 al 3% la bonificación para los trabajadores municipales, para que obtengan una reinvindicación histórica, dejando atrás la llamada "Ley Duhalde", que le había quitado un derecho adquirido.
Votaron afirmativamente los bloques del radicalismo, Acción Marplatense, Cristian Azcona en solitario y el Frente para la Victoria; se abstuvieron desde el Frente Renovador, Lucas Fiorini y Hernán Alcolea, y los integrantes de Agrupación Atlántica, José Reinaldo Cano, Carlos Arroyo y Guillermo Sáenz Saralegui , votaron en contra.
La barra de trabajadores municipales no ahorró epítetos para estos ediles. Pero el análisis de sus votos son totalmente diferentes. Cano, que lo fue llevando a Arroyo a votar de esta forma tan desafortunada, representa la imagen de los tecnócratas autóctonos, amigos de votos como este, con la obsesión por las columnas del debe y del haber, y con una mirada con cierto desdén hacia el laburante público, al que considera que no debe recibir "tantas bonificaciones y beneficios".
El voto negativo de Carlos Fernando Arroyo nos merece un análisis mayor. Arroyo se pone en contra de 9000 familias municipales, y muestra una doble vara llamativa: Él, que durante décadas fue y es un "empleado público de doble turno", nada ha dicho a la hora de gozar de beneficios en su faena como director de escuela, como funcionario público, y ahora como concejal. Pero parece que los empleados municipales no merecen una reinvindicación como esta. Arroyo sí ha podido aprovechar de las mieles de lo público, manejando sus cargos y sus tiempos de forma simultánea, sin controles ni ficheros, por mucho tiempo.
En el voto de Arroyo también está la especulación política del candidato que quiere seguir mostrando esa imagen de duro: Él no va a permitir que esos vagos del municipio se queden con más plata de los impuestos de los notables marplatenses. ¡Donde se ha visto que enfermeras y docentes tengan unos pesos más en el bolsillo, en detrimento de las arcas comunales que con tanto celo él debe cuidar para mantener el voto conservador!
Arroyo con este voto negativo hace gala de lo que es y lo que piensa: El líder de la Agrupación Atlántica admira a Florencio Aldrey Iglesias, se pelea con cuanto periodista que quiera atacar al dueño de La Capital. Para Arroyo, Aldrey es un prócer que invierte en la ciudad, que ha decidido, magnánimo, volcar sus riquezas en mardel, como si no le sacará el jugo y la sangre a la "Perla del Atlántico"... Arroyo idolatra a un empresario que hace culto de la explotación laboral, de la quita de beneficios a sus trabajadores, que se mueve con la estrategia de sembrar el miedo.
Arroyo, como Aldrey, creen en la mano invisible, en el verticalismo y el autoritarismo, comulgan con la teoria de los dos demonios, y están convencidos que los problemas se solucionan llevando con rienda corta a los laburantes, bajando salarios y gasto público, y pegando un par de rebencazos a su debido tiempo.
Arroyo quiere ser intendente. Pero es inevitable, al gorila, por más que se lo vista de seda, por más que se lo siente en una banca, sigue siendo un gorila, que reinvindica las actitudes más turbias de la no-política, que vende una imagen de austeridad y honestidad, que no es tal. Austeridad para los otros, porque para él, la función pública es la herramienta para meter amigos y parientes, muy cercanos, que lo asisten en el concejo. Hace a diario, lo que luego le critica a los otros por los medios, los mismos medios que lo ven, con un empujoncito de Sergio Massa, como el gran intendente títere del poder marplatense para el año que viene.
Así es y así vota Arroyo.
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