Lo dijo el jefe de tratamiento de la UP1 de Paraná. Ayer fueron inaugurados dos coloridos murales. Son el resultado de talleres de la universidad pública
Dos murales se inauguraron y uno de ellos, realizado en 2009, se restauró como parte de los talleres educativos que realizaron durante el año internos de la Unida Penal N°1 de Paraná. El proceso de elaboración de las obras demandó pocos meses de trabajo, pero en definitiva, eso fue lo menos importante. Es que cada tallerista puso en juego su impronta que luego trasladó con pinceladas de colores, que muestran resumidas en retazos sus vivencias, alegrías y penas entre los imponente muros.
“Todos los esfuerzos como Servicio Penitenciario van dirigidos a un solo objetivo: brindarle herramientas al interno para que al egreso puedan desenvolverse en la vida civil, normal. La base del tratamiento es la educación y el trabajo, apostamos a la educación, a abrir las puertas de la cárcel. Nuestra intención es que venga la universidad, que venga la escuela, que vengan talleres, la idea es nutrirnos de la sociedad, porque la cárcel y los internos son parte de ella”, manifestó Valentín Gómez Polito, jefe de Tratamiento del penal.
Bajo esa misma línea de argumentación rechazó el imaginario colectivo que tiene a la cárcel como lo marginal, lo más oscuro. “Históricamente esto fue algo cerrado, algo tabú, esa es la realidad”, dijo convencido.
Trabajo conjunto
El proyecto que se plasmó en el dictado de los talleres, con su punto de partida en 2006, se coordina desde el Área de Comunicación Comunitaria de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, en contacto permanente con las autoridades de la institución. La invitación para participar se hace, cada año, extensiva a toda la población carcelaria, incluso algunos internos vienen trabajando desde el primer día. “La propuesta año a año se renueva, ellos traen afiches. Se anotan a través del área Educativa y desde ese momento hacemos una lista, a partir de la cual se van incorporando todo el año. Empezaron el primer cuatrimestre con un taller de fotografía y esos mismos internos continuaron con la pintada de los dos murales. Y con la restauración del otro que se había hecho en 2009”, contó Romina Krenz, profesora de Ciencias de la Educación y una de las referentes educativas de la institución.
A los internos que forman parte de los talleres se les entrega un certificado y también se los reconoce por su buena conducta. “Más allá de lo educativo entra en juego lo cultural, que también es importante, porque está el teatro, la pintura y la fotografía. Está la posibilidad de ver otros mundos, que existen y que en muchas situaciones ellos no los vieron”, subrayó Adelina Quartino, responsable del Departamento de Educación del Servicio Penitenciario de Entre Ríos (SPER).
Un estímulo necesario
“Actualmente las chicas de la Facultad de Ciencias de la Educación, son una de las pocas que traen actividades de este tipo. Sabiendo que tenemos actividades más de corte formal, que tienen todos los niveles educativos, las chicas traen esa parte que hace más a la formación como sujetos”, destacó Paula Baños, profesora de Ciencias de la Educación y referente educativa de la UP1.
Todas las profesionales coincidieron en que esta propuesta no formal resulta un puente para que muchos internos accedan a la cultura, por eso mismo se configura como una oportunidad única. “El área de Comunicación Comunitaria está trabajando con las internas de la Unidad Penal N°6 y en el resto de las unidades. Pero hay propuestas de llevar las exposiciones de las producciones de los chicos al interior de la provincia. Pero su trabajo está concentrado en estas dos unidades penales”, agregó Quartino.
Mural con sentimiento
Andrés Leiva plasmó la idea en un boceto y luego explotó en una lluvia de colores sobre dos muros de la cárcel de Paraná. Bajo su atenta mirada se concretaron los murales que le dieron nueva vida a esos espacios antes caracterizados por la frialdad. “Fuimos desde las primeras imágenes, con pocas consignas, y que luego se desarrollaron los dibujos a través de dos puntos. El uso de la tecnología nos permitió que proyectáramos esas imágenes en un gran boceto”, describió.
Luego continuó hablando sobre la obra: “Fue un proceso inverso, no teníamos el tema primero, sino que primero se dio la elaboración creativa y después recién encontramos el tema. Siempre sale un tema gracioso, que tenga una incidencia de humor y en el proceso siempre le vamos agregando casos”, resaltó. El docente explicó que en un lugar del trabajo se le rindió homenaje a una conocida obra. “Me parece una bocanada de aire fresco ante estas paredes tan concretas. Al no condicionar el contenido, surgió después la plasticidad de todos los relatos que los muchachos pudieron hacer a través de eso”, sostuvo.
Leiva expresó que en algunos trazos sobre la pared los internos vieron el camino a casa, en otros pintaron una mesa tendida, que es la mesa que le prepara el interno a la familia y que además entrega obsequios como helado. “La literatura ayudó mucho en esto”, precisó.
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