Lammens saldrá a cazar votos de sus rivales con propuestas progresistas, mientras Recalde dará la pelea contra Pro; la mira está puesta en los barrios del centro y el oeste de la ciudad
La segunda etapa de la campaña porteña del Frente de Todos se lanzó recargada y tiene dos caras: la de la pelea política, que estará protagonizada por el camporista Mariano Recalde, y la de las propuestas progresistas, que encarnará Matías Lammens, aspirante a ser el jefe de gobierno porteño con la boleta de Alberto Fernández.
Estas versiones de la nueva campaña se lanzaron ante unos 500 dirigentes del peronismo porteño en la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET) de Víctor Santa María, presidente del PJ porteño y una de las patas del armado local opositor junto con Juan Manuel Olmos, que conduce el Nuevo Espacio de Participación (NEP). La Cámpora es la tercera columna de esa construcción.
Lammens dará pelea de acá a octubre con un solo objetivo: obligar a Horacio Rodríguez Larreta a un ballottage. La ley porteña dice que para ganar en primera vuelta hay que tener más del 50% de los votos. Las PASO terminaron con 45,92% para Rodríguez Larreta y 31,36% para Lammens. Sin computar los votos en blanco (como se computan los votos en octubre), Rodríguez Larreta esperar superar ese 50%, pero en el búnker del Frente de Todos creen que su cosecha será menor.
La elección de Lammens como candidato fue estratégica: ampliar la base electoral del peronismo entre la clientela progresista porteña (Daniel Filmus había cosechado un récord de 28% de los votos en 2011, ya superado por el presidente de San Lorenzo) para forzar una elección porteña en segunda vuelta, el 24 de noviembre.
"Lammens es como el Goyco de Italia 90: nos va a asegurar el éxito en los penales", dijo a LA NACION un encumbrado dirigente que estuvo en el armado de la fórmula. La metáfora alude al heroico rol del arquero mundialista Sergio Goycochea. Un papel que el Frente de Todos sueña con asignarle a Lammens.
Los equipos de Lammens tienen nuevas encuestas y trabajaron sobre focus groups, que muestran un crecimiento de su imagen positiva. Un estudio de D'Alessio IROL-Berensztein la ubica en un 37%, con un aumento del 11% con respecto a la medición anterior. Está por encima de Cristina Kirchner e igual que Mauricio Macri. Otros sondeos propios les dan un 38% de los votos, contra un 45% de Rodríguez Larreta.
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En la reunión donde Recalde presentó la estrategia de campaña se realizó un diagnóstico territorial de la elección, comuna por comuna y circuito por circuito. Destacan los triunfos del Frente de Todos en la zona sur, en las comunas 4, 8 y 9, y en barrios como La Boca, San Nicolás, Boedo o Constitución. Juntos por el Cambio, arrastrado por la derrota nacional, perdió barrios, pero siguió liderando muy fuerte la franja norte de la ciudad. Por eso en el Frente de Todos analizan que la disputa electoral estará basada en el centro y en el oeste de la ciudad. Son los votantes que en 2015 votaron a Martín Lousteau.
También apuntan a captar parte del 7% de los votos que consiguió Matías Tombolini, el candidato de Roberto Lavagna. Quieren acercar, además, a los votantes de la izquierda y acceder a parte del "voto blando" de Rodríguez Larreta.
Para encarar esta tarea, el comando de campaña diseñó tres líneas de acción para hacer crecer el Frente de Todos en la ciudad, trabajar desde los dirigentes barriales del peronismo e incrementar el nivel de críticas sobre Rodríguez Larreta. Esta pelea en el barro de la política la dará Recalde, que hasta ahora tuvo un bajísimo perfil mediático en la campaña, pero un activo trabajo en las bases partidarias.
La contracara será Lammens, hasta ahora el rostro simpático y "buena gente", que se pondrá el traje de posible jefe de gobierno: buen gestor propositivo, con una docena de planes de políticas públicas para implementar en la ciudad. Convertirse en la nueva cara amable y de centroizquierda del escenario político, pero dejar de ser "el yerno ideal" para aspirar a jefe de la ciudad.
No dejará de lado la crítica a la situación económica y a la crisis de las pymes, pero en una línea propositiva, presentará una oficina anticorrupción, una agencia de Ciencia y Técnica, y medidas sanitarias. Los focus groups de esta semana le mostraron que los votantes de clase media obligados a dejar la medicina privada por la crisis critican los hospitales públicos, un mundo que acaban de descubrir. Otra de las líneas apunta a remarcar los 12 años de Pro en el gobierno porteño y exhibir la alternancia en el poder como un valor, con lo que buscan convencer a algún radical desencantado.
Esta segunda etapa tendrá a Alberto Fernández como protagonista en la ciudad, con un acto conjunto previsto para la semana próxima. Al igual que Lammens, seguirá modulando un discurso medido, con Cristina Kirchner semiescondida y dosis de kirchnerismo light, con el que logró ganar las PASO.
Es una faceta que no puede exhibir -ni tampoco necesita hacerlo- Axel Kicillof en la provincia. El candidato a gobernador se mostró menos hermético que cuando manejó la economía kirchnerista, apareció en revistas, mostró en fotos a su familia, pero mantiene un discurso más combativo. Hace unas semanas, de hecho, llamó a los candidatos locales a seguirle el paso y no autocensurarse.
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