Los abogados de CFK señalaron al editor adjunto de Clarín como parte de la operación mediática para desviar la investigación del atentado contra la vicepresidenta. Roa ya apareció en el entramado de espionaje ilegal de D'Alessio y vincualdo al prófugo "Pepin" Rodríguez Simón.
Por
ARI LIJALAD
El recusar a la jueza María Eugenia Capuchetti los abogados de CFK escribieron que la magistrada “recibió ‘consejos’ o más bien indicaciones, respecto de cómo debía tratar mediáticamente el caso y las posibles líneas de investigación que surjan, luego de una reunión de colegas del fuero y camaristas de su propia alzada. Fruto de ello, le habría sido gestionada una reunión con el editor del diario Clarín Ricardo Roa a la cual la jueza concurrió acompañada”.
No es la primera vez que Roa aparece en medio de operaciones de este tipo. El Destape informó sobre varias de ellas, desde que el espía ilegal Marcelo D’Alessio lo llamaba su “nuevo amigo” por el buen trato que le dispensaba en sus editoriales hasta las 182 llamadas que tenía con el prófugo Fabián “Pepín” Rodríguez Simón en medio de sus operaciones de persecución mediático-judicial.
Roa-D’Alessio
“Roa es mi nuevo amigo”, le escribió D’Alessio al operador de Clarín Daniel Santoro, según consta en el expediente judicial. El mensaje llegó el 12 de febrero de 2019, el mismo día que Roa le dedicó la editorial del diario al tema con el título “Netflix no lo podría hacer tan bien” y que el título central de tapa fue la operación de Elisa Carrió, el Gobierno de Mauricio Macri y Clarín con escuchas ilegales para decir que el D’Alessiogate era una maniobra de presos K contra el fiscal Carlos Stornelli.
“Estoy sin dormir”, le contó D’Alessio a Santoro. Es creíble, ya que le mandó mensajes desde las 3.40 de la mañana. Desde el día anterior estaba publicada la operación de Carrió, el Gobierno y Clarín con supuestas transcripciones de escuchas ilegales a ex funcionarios kirchneristas presos en Ezeiza. Esa no la firmó Santoro sino uno de sus discípulos, Nicolás Wiñazki. Como informó El Destape, esas escuchas sólo pasaron por las manos de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), que comandaba el amigo presidencial Gustavo Arribas. Carrió dijo que las recibió de fuente anónima, pero no hay otra que la misma vieja SIDE. Wiñazki decidió obviar la ilegalidad de esas supuestas transcripciones. Como en el caso de Santoro, no se trata simplemente de él, sino de sus jefes y patrones. De Roa y de Héctor Magnetto. No hay una línea de Clarín, y menos una operación sobre cuestiones de Estado, que no pase esos filtros.
“Voy a dormir por q no puedo más! Gracias por la contención de anoche”, le dice D’Alessio a Santoro en el mismo chat, de lo que se desprende que Santoro contuvo a D’Alessio mientras esa nota de Roa, destinada a protegerlo a él y a Stornelli, ya estaba publicada.
La editorial de Roa salió en la tapa de Clarín, justo debajo del título central que decía “Denuncian que presos K armaron una operación contra el fiscal Stornelli”. Puesto así, la intención es clara: que todo era una maniobra digna de la imaginación televisiva y no un caso que iba a derivar en una investigación sobre maniobras de espionaje e inteligencia ilegal. D’Alessio miró la tapa de Clarín y respiró con alivio. Roa era su nuevo amigo.
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