La tutela de Macri, Vidal, Peña, Carrió y Frigerio. Los consejos de la gobernadora y la estrategia: “el candidato es el equipo”.
La gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, y el precandidato a senador Esteban Bullrich esperaban detrás de cámara su turno para ser entrevistados en un programa político de cable. En un rincón, Vidal le hizo una corrección al ex ministro de Educación:
—Tenés un problema, Esteban. Arrancás bien, con buen tono, pero después te caés.
Bullrich prestó atención y asintió como un alumno. No estaba mal escuchar a la mujer con mejor imagen de la política, la que lo acompaña a cada uno de los medios que visita y por la cual hace picos de rating.
El precandidato es consciente de que la tiene complicada ante Cristina Kirchner, su rival en las legislativas. De hecho, la gran mayoría de las encuestas lo ubican por debajo de la ex mandataria. Pero también sabe que, sin el acompañamiento de Vidal, la batalla es imposible. Por eso la escucha, aprende y acepta su tutela.
Eso también sucede con los demás candidatos del espacio: Gladys González y Graciela Ocaña concurren a los programas de tevé con un tutor designado. Los autorizados para hacer la tarea de adulto responsable son, además de la gobernadora, la diputada Elisa Carrió, el ministro Rogelio Frigerio, el jefe de Gabinete Marcos Peña y el presidente Mauricio Macri.
La tarea de tutor no se limita solamente a los programas de televisión. También implica las recorridas (timbreos, en el mundo PRO) y los actos de campaña en el interior: en la última semana Macri hizo reuniones partidarias en cuatro provincias.
Desde el búnker de Cambiemos aseguran que no fue una jugada desesperada ante las alarmantes encuestas. Cuando armaron la estrategia de campaña ya habían decidido “que el candidato sea el equipo”. Por eso, los armadores de la provincia prefirieron que Carrió se mudara a Capital, para que no opacara a su as de espada, Vidal. “Cuando Cristina se lanzó como candidata los complicó. Fueron a pedirle por favor a ‘Lilita’ que les diera una mano en la provincia”, dice una fuente del riñón de Carrió.
“Confunden a la gente”, se queja la novata candidata a legisladora porteña Débora Pérez Volpin. “‘Lilita’ vive en la provincia y hace campaña ahí. Pero se presenta a diputada por Capital. El votante no entiende nada”.
De gira. El Gobierno sabe cuánto se juega en estas elecciones legislativas. Por eso apuestan todo. Pusieron en la cancha a la gobernadora Vidal y también al Presidente. En la última semana, Macri desdobló sus tareas: por la mañana gestiona y por la tarde hace campaña. Digna de un músico bailantero, metió una intensa gira por cuatro provincias: Santa Fe (lunes 31), Corrientes (martes 1), Jujuy (miércoles 2) y, al cierre de esta edición, armaba un viaje a Bahía Blanca.
La mecánica es la misma en cada lugar de la Argentina que visita. El Presidente llega por la tarde, se para en el escenario de 360 grados, en un recinto no muy grande, con candidatos a su alrededor y un poco de público en las gradas. Da un discurso de entre 15 y 20 minutos. Todo está estandarizado, hasta la música: “Somos uno”, el tema de Axel y Abel Pintos suena cuando Macri va a ingresar: “Somos tan distintos e iguales”, corean todos. Foto con los candidatos, discurso y vuelta a casa.
En el lugar siempre hay más banderas de Cambiemos que de la Nación. Claro, es un acto partidario. Y por supuesto, globos: uno por silla.
Las primeras palabras del Presidente son siempre en forma de arenga: “¿Cómo está Jujuy?¿Estamos todos para arriba?”, grita para entusiasmar a la gente. “¿A ver cuántos hinchas de Unión hay acá? ¿Y de Colón?”, dice en Santa Fe para generar una respuesta eufórica. Si puede, fiel a su estilo, mete algún chiste, aunque sus últimos discursos están cargados de críticas al kirchnerismo: “No puedo creer que los que nos dejaron en las ruinas ahora nos digan que tienen las soluciones”, insiste adonde va.
Estrategias. En el PRO saben que, desde que los funcionarios nacionales tutelan a los candidatos, el nivel de conocimiento aumentó considerablemente. El plan, ahora, se divide entre hacer un esfuerzo por mostrarse en un empate técnico con la ex presidenta o agitar el fantasma de la derrota categórica, para crear conciencia en el electorado que aún no definió su voto (alrededor del 11%). “Si llega a ganar Cristina Kirchner sentiría que tengo que seguir trabajando mucho para octubre”, dijo Vidal en Radio Mitre, aceptando por primera vez que el Gobierno podría no salir airoso en las PASO. ¿Objetivo? Mostrarle al voto “blando” de Sergio Massa que si no votan por Esteban Bullrich en la provincia de Buenos Aires podría resurgir Cristina. A ese voto condicional le apunta Cambiemos: según la encuestadora Isonomía, el 72% de los que tienen intenciones de votar al massismo podría modificar su voto (de ellos, el 54% podría votar a Bullrich). Lo que todavía no tienen en claro es cómo seducir a esos votantes, si desde hace mucho tiempo son tan críticos con el tigrense.
Ya no hay tiempo de cambiar la estrategia: dejaron al descubierto al rey y a la reina, apenas rodeados por peones. En el ajedrez de la política se juega a todo o nada.
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