Las cuatro mujeres que secundan las listas mantuvieron ayer 90 minutos de intercambio. El miércoles, a las 22, debatirán Osvaldo Jaldo, José Cano, Ricardo Bussi y Ariel Osatinsky
Fue un debate con roce verbal, calor, color, electricidad y poco casete. Felizmente, las candidatas Beatriz Ávila (Cambiemos por el Bicentenario), Gladys Medina (Frente Justicialista por Tucumán), Nadima Pecci (Fuerza Republicana) y Alejandra Arreguez (Frente de Izquierda de los Trabajadores) se expresaron sin inhibiciones. Propusieron ideas, se atacaron y criticaron con amplitud. Aunque hubo espacio para algún elogio, prevaleció la cara de perro. Las postulantes sólo sonrieron al final, cuando recibieron la caricatura que elaboraron en directo los dibujantes de LA GACETA, Héctor Palacios y Ricardo Heredia. El arte descomprimió la tensión y todas se saludaron entre sí, y con los conductores Carolina Servetto y Federico van Mameren. Conclusión: las rivales se tomaron en serio el debate, pero no tanto como para dejar que las diferencias se impongan sobre las formas de la cortesía.
Fue difícil discutir con tanto público. Los partidarios de Medina y de Ávila invadieron literalmente el espacio reservado para la producción periodística y técnica. No estaba previsto esta convocatoria: de hecho, las protagonistas de la noche se habían comprometido a acudir sólo con un par de asesores: sólo Pecci y Arreguez cumplieron esa cláusula. La presencia de tres de los cuatro candidatos que encabezan las listas distorsionó el ambiente. Los justicialistas Osvaldo Jaldo y Pablo Yedlin, respectivos vicegobernador y secretario general de la Gobernación con licencia, ingresaron a la escena 10 minutos antes del comienzo de Panorama Tucumano.
Enseguida se ubicaron al lado de Darío Monteros, intendente bandeño y pareja de Medina, y hasta intentaron sentarse en el mismo plató, en las banquetas reservadas para los dibujantes. Un periodista pidió gentilmente a Jaldo y Yedlin que pasaran detrás de las cámaras. El concejal republicano Ricardo Bussi entró a la sala cinco minutos antes del inicio del debate y el macrista José Cano, cuando la discusión recién había arrancado. Bussi saludó a Jaldo y a Yedlin, mientras que Cano sólo dirigió un gesto al primero y se adelantó: luego, se unió a la “barra” de Germán Alfaro, intendente capitalino y esposo de Ávila.
Fue interesante advertir que las mujeres no se amilanaron. Ávila y Arreguez golpearon a Jaldo, quien, por otro lado, recibió los dardos sin hacer una mueca. Filosa, la candidata de la izquierda también se despachó contra Alfaro. Bussi y Yedlin tampoco se salvaron de las alusiones incómodas. Al momento de tocar temas sensibles para el ejercicio del poder, como la corrupción, escasearon las manifestaciones políticamente correctas.
Fue un show de carteles cruzados. Ávila aplicó abundantes fotografías y letreros a sus intervenciones, y se esmeró por vincular al kirchnerista José López con el oficialismo provincial. Pecci replicó con una instantánea de la época en la que Ávila militaba codo a codo con el senador José Alperovich. Medina sacó un cuadro para ilustrar la postergación presupuestaria de Tucumán. Arreguez expuso el retrato de Santiago Maldonado.
Fue también un ámbito de encuentro. Al momento de contestar las preguntas formuladas por la audiencia, Pecci y Medina eligieron la misma: “¿son capaces de dejar de lado las diferencias y chicanas políticas para representar y priorizar el bien del pueblo?”. De igual modo sucedió en el caso de Ávila y de Arreguez. Ambas se inclinaron por este interrogante: “¿cómo evitarán el enriquecimiento ilícito de los funcionarios públicos?”. En otro tramo del programa, ni Ávila ni Medina quisieron destacar los defectos de las demás contendientes, pero sólo la segunda subrayó las virtudes ajenas. Eso sí, en el tren de alabar, la candidata peronista erró el apellido de la republicana y la rebautizó como “Décima”. En su minuto más agresivo, Pecci arremetió exclusivamente contra Ávila.
Fue una experiencia vibrante. La hora y media pasó en un pispás. Arreguez y Medina administraron bien los tiempos. Ávila se quedó corta y a Pecci le sobraron segundos. Todas hablaron y se escucharon durante el debate libre, pero hacia el término de los 10 minutos asignados hubo voces superpuestas y bochinche. Ese caos duró apenas y las candidatas recuperaron rápido la compostura. “Picantes las mujeres”, dijo, sorprendido, un espectador acostumbrado a ser protagonista. Fue una discusión que dejó mensajes y que levantó el perfil de las políticas. Quizá haya sido el acto más espontáneo de la campaña y quizá a ello obedezca el aplauso que lo coronó justo antes de que se apagaran las cámaras.
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