En la zona de Dolores y General Guido, donde un ganadero murió ahogado, denuncian que las inundaciones ya eran una preocupación antes de las últimas precipitaciones y reclaman con urgencia las obras hídricas pendientes.
Carlos Paulsen se ahogó en medio del campo. La yegua que montaba desbarrancó en un curso de agua oculto por la inundación y esa tarde, después de las lluvias, cuando soplaba un fuerte viento del oeste, la correntada lo arrastró y lo perdió en el inmenso territorio de agua en que se convirtieron los campos bonaerenses.
Están dolidos los vecinos de General Guido por la muerte que encontró este productor ganadero de 56 años cuando intentaba salvar su hacienda, y por la escasa difusión que se le dio (ocurrió el 27 de agosto), a la vista de las tierras anegadas. Dicen que es evidente “la falta de interés” en el sector que han demostrado los funcionarios del gobierno.
Andan con el agua al estribo los productores aquí, llegan a un punto en que los caminos desaparecen bajo el agua y deben continuar a caballo para llegar a sus establecimientos.
El veterinario Fernando García lo acompañaba a Paulsen ese día. Habían comenzado a las seis de la mañana. Tras la caída de su amigo, su caballo se asustó y también lo tiró a él. “El agua subía muy rápido y corría con mucha fuerza, me hundí enseguida y el frío no me dejaba mover, los pies pesaban una tonelada”, relata. Le cuesta hablar de ese momento, “es muy doloroso”, dice, prefiere obviar detalles.
“El estaba defendiendo lo suyo, trabajando. Era una persona muy presente, activa, no dejaba a nadie a pie”, lo recuerda a su amigo. Bomberos y buzos de La Plaza hallaron el cuerpo de Paulsen al día siguiente, enganchado a una alambrada. “Dejó una familia y nosotros no podemos bajar los brazos”.
Este veterinario y profesor de la escuela agraria de Guido se refiere al reclamo unánime de la región: obras de infraestructura hídrica. Por ahora, el gobierno bonaerense dispuso la emergencia para el sector agroganadero, que implica prórroga en el pago de créditos y reducción impositiva, pero los productores dicen que esa medida es“apenas un paliativo”. Y denuncian: “Aunque de la emergencia se habla en esos días, acá hay agua desde mucho antes ”. El productor de Dolores Alejandro Lazcano cuenta que ya el 12 de abril había campos inundados, que no todo el problema es a causa del exceso de lluvias (Ver aparte).
Partiendo desde la costa y a partir de Maipú, hay tramos de la autovía 2 que se asemejan a un largo puente, con amplias extensiones de agua a ambos lados.
Se ve un paisaje inusual, con vacas pastando con el agua a la altura del vientre; islotes donde se erige alguna construcción en medio de terraplenes que hacen de contención; cada tanto se advierten las siluetas de algunosanimales muertos.
“Hay una ligera baja en la parte sur del canal 1 que a uno lo llena de expectativas”, explica Bernardo Laurel, vicepresidente de la Sociedad Rural de General Guido donde, según el intendente del distrito, Aníbal Loubet, el 80% de las tierras están sumergidas.
El temor es que las precipitaciones se reiteren tan intensas como hasta ahora. Lo dice medio en broma Bruno Sovieri, un productor de Dolores: “Ya no miramos al oeste, ahora vemos windguru”, el site de pronósticos meteorológicos que siguen casi con obsesión.
Pero Sovieri habla en serio y con cierta aflicción, porque el pronóstico augura más lluvias para los próximos días. “Es quesi caen 100 milímetros de lluvia estaremos muy complicados ”, apunta el productor.
Las economías de los pueblos hoy rodeados de agua comienzan a resentirse. “En Dolores, que es un polo jurídico y administrativo, no se nota tanto todavía, pero en lugares como Pila, Castelli, entre otros pueblos, la situación es dramática”, dice Germán Facio, titular de la Sociedad Rural de Dolores.
Veterinario también, Facio asegura que el dragado del canal 9 (uno de los dos que atraviesa la zona, el otro es el 1) se hace “imprescindible”.
El dirigente agropecuario asegura que por ahora no se puede hablar de pérdidas, porque el fenómeno aún no cesa, y que vienen los meses más críticos. “Es como quien corre un maratón: no se acalambra en los primeros kilómetros, lo peor viene al final, se llega con lo justo, y esos son los meses que nos tocan. Ya se perdió mucho, y no nos olvidemos que también se perdió una vida”.
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