En la agrupación de Máximo Kirchner ven coqueteos con Gerardo Morales y otras fuerzas y redes de contacto en el Congreso. Qué dicen en la Rosada.
“Pillos, cínicos, ineptos” fueron algunos de los epítetos que encumbrados referentes de La Cámpora dedicaron al Presidente y a su grupo de colaboradores más estrechos durante la demostración de fuerza que significó la marcha del 24 de marzo. Otras acusaciones son directamente irreproducibles. En la organización que conduce Máximo Kirchner señalan que a pesar de los pedidos de aplausos para la vice y los mensajes de unidad, Alberto Fernández quiere empujar a Cristina Kirchner a romper el Frente de Todos.
-¿Y con quién gobernaría?- quiso saber Clarín.
-Con opositores `moderados` como Gerardo Morales- sugirieron algunos de los jefes camporistas.
Los puentes entre el oficialismo y la oposición en el Congreso se cimentaron alrededor del acuerdo con el FMI. Algunos dirigentes del oficialismo lo imaginan como un punto de partida. La Coalición Cívica y los gobernadores de la oposición allanaron la ratificación de la renegociación de la deuda y habilitaron que el kirchnerismo votara en contra sin poner en riesgo la ley. El diálogo político con Horacio Rodríguez Larreta durante la pandemia, como recuerdan dirigentes albertistas, coincidió con el mejor momento de Fernández en las encuestas. El Presidente convocará esta semana a gremios y empresarios para avanzar en su "guerra contra la inflación". Son otros actores de poder real que miran con desconfianza al kirchnerismo y que, si hay resultados, podrían fortalecer la gestión presidencial.
Las declaraciones de esta semana del gobernador de Jujuy alimentaron la lectura del cristinismo. “El kirchnerismo se quiere llevar puesto a Alberto Fernández para que asuma Cristina", sentenció el titular de la UCR durante el cierre del Foro Nacional de Intendentes radicales.
Cerca del Presidente niegan rotundamente un acercamiento a sectores de la oposición y en particular la gobernador jujeño. “Es un opositor que quiere ser candidato a presidente”, afirman. Sin embargo, reconocen que Morales sí puede colaborar para darle más gobernabilidad a la administración de Fernández en lo que queda de su mandato. “No hay otro con poder real que pueda ayudar”, sostiene un funcionario con acceso permanente al despacho presidencial. Al jefe de Gobierno porteño, en cambio, lo ven atado a Mauricio Macri.
Que los dardos políticos de la Rosada para la oposición sean siempre para el PRO y casi nunca para la UCR también alimentan el morbo camporista. "Ojo que Larreta puede ser Macri con otra careta", dijo Santiago Cafiero el viernes en un acto del PJ en Tucumán.
Esta semana el gobernador de Jujuy mantuvo una reunión con los intendentes de su partido y el ministro de Desarrollo Social Juan Zabaleta, uno de los principales armadores políticos del Presidente.
En el entorno de Morales rechazan que ese encuentro pueda ser leído como un acercamiento político. Apuntan que la reunión con Zabaleta estuvo enfocada en la gestión y que encabezará encuentros similares con otros ministros, como Alexis Guerrera, de Transporte; Gabriel Katopodis, de Obras Públicas; y Jorge Ferraresi, de Hábitat. Sostienen que el titular de la UCR aboga para que sus intendentes no sean discriminados por la administración nacional. Incluso detallan que ya hubo una reunión con el secretario de Interior y dirigente de La Cámpora, José Lepere, número 2 de Wado de Pedro.
En el comité nacional de la UCR juran que no hay ningún plan de co-gobierno con Fernández. Sí aclaran que el partido hará lo posible para que el Presidente cumpla su mandato sin sobresaltos. “Nosotros no vamos a empujar a Alberto, entre otras cosas, porque eso significaría institucionalizar a Cristina. Una ruptura con el kirchnerismo pone en jaque al Presidente”, apuntan. Ese mensaje también lo envían para algunos sectores “ingenuos” de Juntos por el Cambio.
La apuesta del titular de la UCR y de su par de Corrientes, Gustavo Valdés, (que hasta los incendios en su provincia supo mantener diálogo fluido con la Casa Rosada) es que el Gobierno termine el mandato y se agote en sí mismo.
Morales es desde hace años un enemigo público del kirchnerismo. Lo responsabilizan por la prisión de Milagro Sala, un detalle que no evitó que el gobernador trabara una relación de confianza con De Pedro, principal delegado de la vicepresidenta en el Gabinete.
En la cúpula de la UCR creen que si la ruptura oficialista se acentúa, el Congreso se convertirá en el ámbito natural para que el Gobierno y la “oposición racional” negocien leyes clave.
Sin incluir un escenario de quiebre, Sergio Massa reitera que el Congreso debe alumbrar políticas de Estado. El líder del Frente Renovador tiene un excelente vínculo con Morales. El vicegobernador de Jujuy Carlos Haquim, supo ser su aliado.
Morales, en 2015, perdió la discusión interna para incluir al Frente Renovador en una alianza contra el kirchnerismo. Ahora sigue dispuesto, como Rodríguez Larreta, a incorporar dirigente panperonistas a JxC, pero relativizan la posibilidad de que Massa sea uno de ellos. “Falta mucho”, señalan.
Aunque el fuego amigo de algunos dirigentes de La Cámpora también alcanza a Massa, a quien le cuestionan buscar su rédito personal, en el FR destacan que el titular de Diputados tiene una excelente relación con todos los sectores del oficialismo y que por su rol institucional tiene diálogo con todos los opositores.
Massa también reclama el armado de una mesa política del FDT, un pedido que ahora hicieron propio los camporistas y que también esbozaron cerca del Presidente. Esa iniciativa por ahora está en pausa.
La supuesta cercanía de Morales con la Rosada también genera encono entre los sectores más duros de JxC. "El riesgo es que se ahogue el que quiere salvar al ahogado. Nosotros somos una opción a Cristina y a Alberto. Si Morales quiere ayudarlo, es su tema", advierten en la presidencia del PRO.
En el entorno del Presidente insisten en ordenar el frente político y sugieren que el diálogo con la oposición es imprescindible. "Ellos (por La Cámpora) no se van a ir y nosotros tampoco. Todos fuimos gestores del triunfo en 2019. Nadie está empujando a Cristina. No hay que dar más vueltas. Es un juego infantil", sentencia un ministro albertista que pide "desenojarse".
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