A pesar de los reclamos para que termine la dinámica de las designaciones a dedo en el peronismo, las señales del kirchnerismo son contradictorias. Máximo Kirchner condiciona las internas a que se corra el Presidente y la accionista mayoritaria del FDT mantiene la incógnita sobre su futuro político
Por Brenda Struminger
A pesar de que los principales referentes de La Cámpora admitieron, obligados por la tozudez de Alberto Fernández y compañía, que están dispuestos a disputar poder en las PASO, Cristina Kirchner mantiene, adrede, la incógnita sobre su candidatura. Esa indefinición, que parte de una estrategia difícil de descifrar, genera inquietud a lo ancho del tablero del oficialismo, donde aguardan su próximo paso para avanzar con los lanzamientos oficiales. Después de 16 años de su primer gobierno, cerca del cierre de listas nadie descarta que la Vicepresidenta reconfigure el tablero con un movimiento de efecto sorpresa.
“Si alguien se enoja, vamos a las elecciones y la sociedad elige”, lanzó anteayer Máximo Kirchner desde el micro de La Cámpora que recorría las calles porteñas para mostrar músculo político hacia adentro, en el Día de la Memoria. Tres días antes, el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, también camporista, había planteado una idea similar. “Todo indica que vamos a ir a una estrategia de PASO donde cada sector presente su candidato. No se va a romper el frente”, soltó. Ambas declaraciones, consensuadas, cristalizaron la resignación del sub-espacio del Frente de Todos ante el reclamo del ala moderada de que haya internas.
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Si bien La Cámpora aceptó que haya PASO, se esmeró en aclarar, ese día y a posteriori, que pondrá como condición que Alberto Fernández no se presente. Y aunque no dijeron, en público, cómo podrían forzar al primer mandatario a correrse, por lo bajo deslizaron que la única manera de voltear las ambiciones de reelección sería la candidatura Cristina Kirchner. En esa línea, mantienen el reclamo, unánime en sus filas, de que CFK salga a la cancha. El viernes, en la marcha por el Día de la Memoria, Larroque ratificó el pedido tantas veces enunciado en los últimos meses, al compararla con el capitán de la Selección. “Ir sin Cristina a las elecciones es como ir a Qatar sin Messi”, dijo.
En el kirchnerismo no todos coinciden con ese diagnóstico. En los despachos K del Senado admiten que la Vicepresidenta aborrece la herramienta electoral que ella misma promovió, junto a Néstor Kirchner, hace casi 13 años. Pero sostienen que la única manera de anular las PASO como instancia decisiva sería con su candidatura. Y quienes la conocen aseguran que “muy probablemente” no se postule.
Los cánticos de “Cristina Presidenta” generan ruido en el Instituto Patria, donde siguen al pie de la letra los mandamientos de CFK. A contramano de la organización de Máximo Kirchner, creen que la lucha debería centrarse en la inocencia de Cristina, y no en anotar su nombre en las listas. “Si ella dijo que no va a ser, es porque no va a ser”, volvió a recalcar un alfil K, decepcionado con las consignas CFK2023 que llevó el camporismo.
Wado de Pedro, Máximo Kirchner y Lucía Cámpora
Desde el segmento político más cercano a la Vicepresidenta ven con buenos ojos que haya movimientos independientes de la voluntad de la líder entre los dirigentes de la primera plana K. Aunque aclaran, como si hiciera falta en un espacio absolutamente vertical, que sólo se atreven a enunciar esas ideas porque fue ella misma quien exigió esa dinámica. Los más fieles volvían, ayer, al discurso de diciembre en Avellaneda, cuando Cristina les pidió a sus adláteres que “tomen el bastón de mariscal”, una frase que se hizo célebre en el mundillo político.
Mientras tanto, del otro lado del charco frentetodista, procuran mostrarse decididos a que haya PASO, sea cual sea el escenario y los contendientes. A tres meses del cierre de listas, en el albertismo aseguran que Cristina Kirchner ya no tiene la última palabra, a pesar de que se mantiene como líder mayoritaria del oficialismo. “El campeón tiene que volver al ring para ratificar su título”, deslizó ayer un funcionario del entorno de Alberto Fernández, en una analogía con el boxeo.
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Alberto Fernández, que viajó anteayer a República Dominicana y el miércoles se reunirá con Joseph Biden en Estados Unidos, mantiene firme la hipótesis de que podría presentarse a la reelección. El embajador en Brasil, Daniel Scioli insiste en que se presentará, y ya habla en tono de candidato. Y el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, que dialoga a diario con el Presidente, redobló la apuesta a favor de las internas, al deslizar, en una entrevista con Radio 10, que su jefe político se presentaría a la reelección inclusive con Cristina Kirchner como candidata. Hasta vislumbró como positiva esa eventual configuración. Según dijo el sábado, sería “una elección para alquilar balcones”, por los fuegos artificiales políticos que generaría.
Sin embargo, por lo bajo, cuando analizan la situación, quienes frecuentan Olivos ven ese escenario como poco probable. No tanto por la retracción de Alberto Fernández -dicen desde el primer día que “siempre es posible” que se baje-, sino porque no creen que ella vaya a presentarse. “¿Alguna vez alguien la vio cambiar de opinión en una estrategia?”, se preguntaban retóricamente en un despacho de la sede del Gobierno después de escucharla en el CCK. Pero deslizaban que su decisión también se basará en lo que pase “del otro lado”, en Juntos por el Cambio. “No es lo mismo si va (Mauricio) Macri, que Horacio (Rodríguez Larreta)”, dijo, dubitativo, un asesor.
Cristina Kirchner junto a Rafael Correa y Jose Luis Rodriguez Zapatero
De cualquier forma, los movimientos de la vicepresidenta no les resultan indiferentes, como pintó el ministro de Seguridad. Y Cristina Kirchner los abruma con indicios contradictorios. Aunque se había bajado debido a su “proscripción” por la condena en la causa Vialidad, esta semana dio una fuerte muestra de afinidad con los principales militantes de su candidatura, Axel Kicillof, Andrés “Cuervo” Larroque y Eduardo “Wado” de Pedro.
El martes por la noche, el gobernador, el ministro bonaerense y su par nacional entraron con ella, cual futbolistas que irrumpen en un estadio, al Salón de la Ballena Azul del CCK, donde el Grupo de Puebla había montado un encuentro para defenderla, entre descomunales elogios, contra el “lawfare”. Poco antes, tras bambalinas, los cuatro habían estado reunidos en privado. Y cuando CFK se sentó en el centro del escenario, sus alfiles hicieron lo propio, en la primera fila del auditorio, donde las cámaras los tomaron sonrientes y dispuestos a aplaudir, una y otra vez.
En esa aparición, la vicepresidenta evitó cualquier alusión directa a los temas electorales. No bendijo a nadie -Wado de Pedro aguarda para saber si se lanza-, pero tampoco ratificó que no será candidata. Mientras confunde a la dirigencia rival con su estrategia, nuevamente parece tener la última palabra sobre el futuro del peronismo.
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