El viaje a Europa muestra al exmandatario con poco acompañamiento político en Juntos por el Cambio, pero con fuerte respaldo mediático y financiero. Las operaciones judiciales y el uso sin límites de la pandemia con fines electorales. Por Luis Bruschtein
Al poner bajo sospecha las próximas elecciones bonaerenses, Mauricio Macri parece cubrirse de un resultado muy desfavorable. La pregunta que le formularon en un canal del Grupo Clarín fue armada para obtener esa denuncia. Si quiere mantener la relación de fuerzas actual, Juntos por el Cambio tendría que ganar la elección en la provincia de Buenos Aires. En cambio, un triunfo global, aunque sea por escasa diferencia, pondría al Frente de Todos cerca del quórum propio en Diputados. Las declaraciones de Macri cuando apenas despunta el tiempo electoral constituyen un adelanto de campaña sucia, denuncismo, difamación, fake news y la utilización demagógica de las víctimas de la pandemia.
Antes de finalizar el gobierno macrista, el juez Alejo Ramos Padilla ganó el concurso para ocupar el juzgado federal 1 de La Plata, con competencia electoral. Macri lo calificó como “juez militante” porque cuando estuvo en Dolores, tuvo a su cargo la causa por espionaje y extorsión de testigos, en la que están imputados Marcelo D'Alessio y el fiscal Carlos Stornelli, dos de los principales encargados de la persecución judicial a exfuncionarios kirchneristas.
Macri desistió de intervenir en la interna de Juntos por el Cambio. Se fue de viaje al Mediterráneo en plena pandemia y le soltó la mano a Patricia Bullrich. Ese retiro fue indicativo de que no podría ganarla. Patricia Bullrich iría en la boleta de CABA pero detrás de María Eugenia Vidal. Sus seguidores, sin embargo, aseguran que no está todo dicho. Es una ecuación en la que falta además la voz de los radicales macristas que impulsan a Martín Lousteau. En Provincia de Buenos Aires, Facundo Manes deberá compaginar con Diego Santilli.
El turismo de Macri lo muestra derrotado en la interna, con poco acompañamiento político, pero con fuerte respaldo mediático y financiero. A pesar del desorden inicial, los melones se van acomodando en la oposición y el jefe de gobierno de CABA, Horacio Rodríguez Larreta se instala como el nuevo ordenador.
La Cámara Nacional Electoral respondió con mucha dureza la denuncia de Macri. Pero el expresidente no busca un efecto inmediato sino que prepara el terreno para enrarecer el clima de la elección con denuncias de fraude. Un esquema que podría incorporar al secretario general de la OEA, el uruguayo Luis Almagro, siempre dispuesto a escuchar los cantos de sirena golpistas de las fuerzas de derecha.
El macrismo convirtió a las operaciones judiciales en una de sus principales herramientas de acción política. Ha sido el único gobierno desde la salida de la dictadura cuestionado por Naciones Unidas y diversos organismos internacionales por manipular la designación de jueces y funcionarios judiciales. A contramano de ese rasgo de baja calidad institucional, las fuerzas que forman la alianza conservadora se asumen como guardianes de la independencia de poderes. Macri acusa de militante o parcial a un juez, porque la costumbre de su gobierno fue manipular jueces.
En su respuesta, la Cámara Nacional Electoral afirma que “la justicia nacional electoral argentina no sólo goza de un reconocido prestigio en la región, sino que ha tenido un rol cabal en asegurar el correcto desarrollo de los procesos electorales, cuya legitimidad nunca ha sido cuestionada desde la recuperación democrática en la década del ochenta”. Lo real es que hubo denuncias de fraude que nunca se comprobaron, cuya finalidad casi siempre fue pudrir la cancha. Cada vez que perdió, incluso por escasa diferencia, el peronismo reconoció su derrota.
Las empresas del Grupo Macri siguen la batalla por la causa del Correo que el expresidente trató de arreglar durante su mandato. Se lo impidió la fiscal Gabriela Boquin, a la que trató de remover. Ahora trataban de sacar a la jueza Marta Cirulli que sigue la causa. Macri logró que interviniera el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de CABA que intentó sacar la causa del fuero Comercial. Pero esta semana, la Cámara Comercial la recuperó con otro fallo. Están a punto de caer otras causas armadas contra Cristina Kirchner y su gobierno, pero Macri fue imputado en una denuncia de la Oficina Anticorrupción por enriquecimiento ilítico.
Los problemas judiciales de Macri irán en aumento. La inversión millonaria que habría hecho para controlar el canal La Nación+ está más relacionada con su situación judicial que con sus ambiciones políticas para las que tiene poco margen.
Las denuncias de fraude aparecen en el horizonte de estas elecciones, en las que el Frente de Todos tampoco tiene todo a su favor ya que la gestión de Alberto Fernández fue atravesada por la pandemia con sus consecuencias negativas en la economía y en todos los ámbitos porque se congeló la sociedad en su conjunto.
Comparado con otros países, las medidas que se tomaron en Argentina fueron de las más serias con relación al aislamiento y las vacunas. La oposición, que ha criticado esas precauciones como autoritarias y parte de una “infectadura”, se dispone a tomar como caballito de batalla a las víctimas de la pandemia.
Es tan cínico como autoarrogarse una defensa de la república cuando formaron parte del gobierno que más intervino el Poder Judicial. Porque si la oposición y los medios hubieran colaborado con esas medidas en vez de calificarlas como “atentado contra las libertades”, seguramente hubieran muerto menos argentinos.
El país saldrá de la pandemia con muchas víctimas. Los argumentos de la oposición para achacarle la responsabilidad al gobierno son inconsistentes. Si se hubiera hecho el acuerdo con Pfizer como acusa el macrismo, hubiera pasado lo mismo que en Chile, donde el laboratorio retrasó la entrega por lo menos dos meses. El gobierno encontró rápidamente el reemplazo en la Sputnik V, que demoró mucho menos sus entregas.
Un fragmento de esa intención de responsabilizar al gobierno por los muertos, fueron las declaraciones de Martín Lousteau esta semana. “Tenemos 93 mil muertos --dijo-- más de 150 veces los muertos de la Guerra de Malvinas; son tres veces las víctimas del terrorismo de Estado". Lousteau reconoció después que se había equivocado con semejante revoleo de tragedias argentinas. Más allá de su repliegue, quedó en evidencia la falta de empatía o de sensibilidad con esas tragedias argentinas.
La frase aislada no parece importante, si no fuera que surge como la intención de la fuerza conservadora de usarla en la campaña. Es una frase que siembra muchos sentidos subterráneos. Porque de hecho está comparando al actual gobierno con la dictadura. Compara la persecución política, con una pandemia; los secuestros, asesinatos y la tortura con una enfermedad; la planificación para asesinar, con el azar de los contagios o el descuido de los contagiados. Como si dijera que este gobierno es tres veces peor que la dictadura. Son sentidos subyacentes en la frase de Lousteau, más allá de lo que él haya querido decir. Esos temas están muy pensados por los publicitarios. Lousteau representa al mismo sector que Darío Lopérfido que debió renunciar al Ministerio de Cultura de la CABA por negacionista.
Otro síntoma de putrefacción en la campaña que hará Juntos por el Cambio es quien han tomado como vocero y difunde su fotografía junto a Macri. El Dipy tiene 33 años, fue músico bailantero poco destacado, al que usan como provocador contra los organismos de derechos humanos. Repugnó escuchar la reivindicación que hizo este miserable, de Alfredo Astiz, el represor que se infiltró en las Madres para secuestrarlas, torturarlas y asesinarlas.
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