El cierre de listas dejó heridos y tensiones, y en Unión por la Patria (UP) buscan un esquema que no genere más chispazos. La gestión para sumar al ex jefe de La Cámpora y la decisión de sentar a referentes de los territorios. El factor Matanza y el eje Insaurralde. La tracción de “abajo hacia arriba” y la movilización para reducir el ausentismo electoral. El protagonismo que se le dará a Juan Grabois.
Pablo Ibáñez
En Avellaneda, Sergio Massa mide 32 puntos y Juan Grabois llega a 8. El número lo compartió, con sorpresa, el intendente Jorge Ferraresi en una cena, el miércoles, en la residencia del gobernador en La Plata en la que, con Axel Kicillof como anfitrión, debutó la mesa de campaña de la franquicia bonaerense de Unión por la Patria (UP). El dato del alcalde encontró eco en otros comensales, como Martín Insaurralde, que reflejó un panorama similar respecto a Lomas de Zamora. Una foto casi idéntica figura en las encuestas que lee Fernando Espinoza en La Matanza.
“En algunos municipios del conurbano, Grabois capitalizó muy rápido el voto K que quedó dolido por la bajada de Wado y la aparición de Sergio como candidato”, ensayó una explicación otro de los participantes. Horas antes, Mayra Mendoza, le abrió Quilmes al candidato bis de UP para el que fue el primer acto en el Gran Buenos Aires pero no será el único. Tiene, de hecho, pactadas dos actividades con Kicillof en los próximos días pero todavía no está definidan las fechas. ¿Posible ruido con Massa? “No, está todo acordado”, se afirma.
La lista de Grabois explica, en paralelo, otro rasgo que se registra en la provincia: el grueso de los intendentes registran mejores datos que la fórmula que comparten Sergio Massa y Agustín Rossi. En algunos puntos del conurbano sur, según un jefe territorial, la diferencia llega a ser el doble. Kicillof, hasta acá, también registra mejores indicadores que las fórmulas presidenciales sumadas. Eso explica el rasgo central de la campaña que se viene: la tracción positiva de abajo hacia arriba para ayudar a crecer a Massa.
Movimiento
Kicillof fue el primero en mover en medio del ruido: apenas inscriptas las fórmulas, el domingo 25 de junio lanzó un mega spot de más de 4 minutos -que, como dato, incluía a decenas de figuras menos al presidente Alberto Fernández- y reforzó el que es, desde hace tiempo, el eje de su discurso de gestión y campaña: derecha versus derechos, que sintetiza en el eslogan “derecho al futuro”.
Luego de los temblores por el cierre de listas, que dejaron heridos y tensiones explícitas -como el pedido del intendente Mario Ishii de desplazar a Máximo Kirchner de la jefatura del PJ de la provincia-, y en un intento por reconstruir el clima unionista que empuja Sergio Massa, en la filial bonaerense de Unión por la Patria (UP) avanzó el armado del comando de campaña que busca, además de un ordenamiento, funciona como un operativo contención.
El miércoles, con cena y rosca en la residencia del gobernador en La Plata, se armó la mesa grande de la campaña. La integran Kicillof, su vice Verónica Magario, Kirchner, el jefe de Gabinete Martín Insaurralde, y los intendentes Fernando Espinoza (Matanza), Jorge Ferraresi (Avellaneda) y Mario Secco (Ensenada). Están, además, el ministro de Infraestructura nacional Gabriel Katopodis, Gustavo Menéndez con cargo en el grupo BAPRO y Andrés “Cuervo” Larroque, ex secretario General de La Cámpora, ahora al frente de La Patria es el Otro, uno de los espacios que quedó relegado en el armado de las candidaturas. El scrum se completa con Carlos “Carli” Bianco, mano derecha de Kicillof, la ministra de Gobierno Cristina Álvarez Rodríguez y Eduardo “Wado” De Pedro, que quedó como coordinador de la campaña nacional, y funcionará como un “enlace” entre las dos campañas.
La configuración de la mesa de campaña, que se pretende horizontal y con derivaciones en los territorios, tiene como objetivo primario consolidar un esquema de tracción “positiva” desde los territorios. La fórmula presidencial Massa-Rossi fue bien recibida por gobernadores e intendentes pero, según explican en UP bonaerense, requiere de un proceso de consolidación y, sobre todo, de empuje desde los territorios.
Se combinan, en ese proceso, dos factores enlazados. La idea de que la movilización esencial es desde abajo hacia arriba, con protagonismo de los intendentes y las “orgas”, como herramienta para espantar uno de los principales fantasmas del peronismo: que se repita la foto del 2021 cuando el ausentismo electoral fue alto y se registró, con más volumen, en sectores históricamente ligados al PJ. “Sergio está bien pero lo tenemos que sostener desde abajo. En campaña aparece el mejor Sergio pero es el ministro de Economía de un país en crisis”, apunta un operador.
Es un armado artesanal que busca, en lo funcional, contener a sectores que quedaron maltrechos como es el caso de Larroque, uno de los promotores de la postulación de Cristina Kirchner, y factótum de la Mesa de Ensenada que activó cada operativo clamor CFK 2023. Con la lapicera en poder de Máximo, en alianza con Insaurralde, el sector de Larroque -tanto La Patria es el Otro como la mesa de Ensenada- terminaron con una presencia casi nula en las boletas de Unión por la Patria (UP).
“Son las internas de los pibes. Cosas de ellos que resuelven ellos”, dijo un dirigente que opera en la mesa chica de la campaña. Hubo, cuentan en La Plata, una gestión de Espinoza para arrimar a Larroque. Es un movimiento de pinzas. En Matanza, la franquicia camporista la tiene Facundo Tignanelli, antes vinculado a Larroque y ahora convertido en uno de los laderos más eficaces de Máximo en el armado territorial y a quien el jefe del PJ le delega tareas sensibles: tironeó por el reglamento de las PASO que se armó para desanimar a Daniel Scioli y tiene teléfono abierto con Luis D'elía, el candidato de Guillermo Moreno en la provincia.
Este viernes habrá una segunda sentada organizativa de la mesa para ajustar un lanzamiento orgánico a partir del lunes, post acto del 9 de julio donde Massa quiere mostrar una foto de unidad.
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