Tras la decisión del intendente capitalino, Horacio Quiroga, de convocar a elecciones municipales para el mismo día en que se llevarán a cabo las nacionales, se completa el cronograma del año electoral, y al mismo tiempo, se comienza a dilucidar, tras la niebla de los engaños esquivos, el escenario en el que competirán las principales fuerzas políticas neuquinas.
Desde siempre, la política ha sido, en buena medida, el arte de engañar al adversario. En Neuquén, un distrito pequeño electoralmente, donde todos se conocen, saben de mañas, fintas y escarceos, engañar se torna una tarea dificultosa. Exige construcciones pacientes, complejas, y complicidades que suelen ser culposas.
Así, como el MPN tiene quintas columnas en Cambiemos, esta agrupación circunstancial también las tiene en el partido provincial. El juego de dobles espías es moneda corriente, y así como suelen transmitir intimidades reveladoras, también son usados para llevar y traer información falsa. Neuquén es, en este sentido, equiparable a lo que era la relación entre Estados Unidos y la Unión Soviética durante la guerra fría: un mundo en el que los acuerdos tienen trampa, y las trampas, a su vez, algún acuerdo.
A primera vista, la decisión de Quiroga, anunciada amable y cordialmente en la intimidad del quincho municipal, entre sabores y placeres gastronómicos, al elenco estable de asistentes mediáticos a este tipo de encuentros, favorece, en primera instancia, al sector que el propio Intendente representa. La mayor chanche para el macrismo de ocasión neuquino es jugar todas las fichas en la misma jugada. Detalles como la diferencia de método para cada votación no significan un problema, sino, tal vez, una solución. Las encuestas, en este contexto, demuestran, a priori, que Cambiemos tiene que jugar fuerte en los dos comicios: si concentra ese esfuerzo, le irá mejor.
No es lo mismo para el MPN, que durante esta semana revelará candidatos oficialistas al Congreso, para terminar con especulaciones que –por prolongarse demasiado- podrían perjudicarlo. En el partido provincial están más o menos convencidos de que la lista Azul ganará la interna del 25 de este mes, con Alejandro Nicola a la cabeza, y hasta es posible que se acepte una integración de listas con sentido más participativo hacia las minorías, para honrar algunos conceptos y de paso conjurar algunas rebeldías. Unir lo nacional con lo local no es del todo bueno para el partido provincial en esta oportunidad, aunque –es seguro- ajustará algunas cuestiones para disimular la eventual desventaja.
Entre Cambiemos y el MPN, la confrontación electoral pasa centralmente por las gestiones de gobierno. Esto, que se había anticipado como posibilidad, se refleja como realidad en estos días. Todo se juega en el momento. Juegan los sindicatos estatales, juegan las organizaciones “sociales” (el rol del MTD, por ejemplo, se ventiló a dos puntas en las últimas dos semanas), juegan los números de las administraciones, juegan los anuncios y por supuesto, juegan las relaciones que ambos mantienen con el gobierno de Mauricio Macri.
Entre esas relaciones, la más importante tiene que ver, cada vez más, con Vaca Muerta y los hidrocarburos que todavía duermen en sus profundidades. Macri no hará nada loco al respecto, como no lo hará Quiroga, y mucho menos aún, Omar Gutiérrez. Pero dentro de la mesura, juegan las internas. En el MPN no están todos los patitos en línea en este espinoso asunto, sobre todo por el lado del tratamiento que se hace hacia la cuestión mapuche. Es un tema unido a las estrategias directas del sector de Ramón Rioseco y Mariano Mansilla, que conjugan jugadas judiciales, maniobras sindicales clandestinas, con ampulosas declaraciones políticas contra el criterio con que ha manejado el tema económico de producción petrolera el gobierno del MPN. A Mansilla le apuntan todos, especialmente el MPN, que quiere dividir todo lo posible al escurridizo abogado del presidente de Cambiemos. A Mansilla eso le encanta: nació para ser acusado, se mueve con naturalidad en conflictos que él mismo suele provocar.
En este contexto, hay que tener en cuenta las especulaciones que hay respecto del futuro inmediato de la conformación de fuerzas. El escenario tiende a diversificarse. Por lo visto, se mantendrá Cambiemos en el grado de pureza que tiene hasta ahora, es decir, con hegemonía quiroguista, lo que le asegura coherencia pero también limitación; también se mantendrá el frente que arma Rioseco con Mansilla, Nuevo Encuentro y otras fuerzas minoritarias como el socialismo; y surgirá, muy posiblemente, una desviación de la UCR que lidera Alejandro Vidal, una parte de la Coalición Cívica-ARI que no responde a Quiroga, con el partido vecinal que creó para las elecciones del 2015 el ex presidente del Deliberante, Gastón Contardi. También habrá que contar dos versiones del peronismo –una K y otra anti-K- y la consabida diversidad de la izquierda. Libres del Sur también hará su jugada, para complacer su propia continuidad, placer que implica favorecer a alguno de los partidos que estarán en el podio, como ya es tradicional.
El segundo semestre será ocupado totalmente por la política, a tal punto que es posible que la economía, milagrosamente, mejore. Por un lado, porque se están dando las condiciones para ello; por el otro, porque los oficialismos pondrán todo de sí para ser favorecidos por el juicio ciudadano.
Que es cada vez más exigente, y propenso a descubrir engaños tan rápido como éstos se producen.
Comentá la nota