Participó de casi todas las elecciones desde la vuelta de la democracia y pasó de obtener el 0,04% de los votos en 1983 a lograr el éxito con el 47% en 2015. Pero entró en la historia por ser el intendente que menos votos obtuvo en la búsqueda de una reelección.
Carlos Arroyo se convirtió ayer en el intendente con menor caudal de votos conseguidos en la búsqueda de una reelección en la historia de la democracia local. Al hablar con los medios, sin embargo, dijo que su gestión fue “la mejor que hubo desde 1983 hasta hoy”. Esa diferencia entre lo que el jefe comunal piensa y el golpe de realidad que le dieron las urnas es un ejemplo de la contradicción en la que estuvo sumido el partido de General Pueyrredon en los últimos cuatro años.
Tal vez por eso la estruendosa derrota se le representó al dirigente de la Agrupación Atlántica como habitualmente suele manifestarse: bajo la forma de la soledad. Fueron en verdad muy pocos los que permanecieron al lado de Arroyo hasta el final. Sin contar a sus familiares directos, anoche lo abrazaban y se mostraban a su lado los candidatos a concejales de su lista, encabezados por Hernán Tillous; el secretario de Gobierno, Alejandro Vicente; el secretario de Salud, Gustavo Blanco; la secretaria de Desarrollo Social y jefa de su campaña política, Patricia Leniz; y los ediles Patricia Serventich y Marcelo Carrara, por citar algunos nombres. A muchos de sus funcionarios se los vio, como contraparte, en el búnker de Juntos por el Cambio, donde acompañaron a Guillermo Montenegro.
Según los números preliminares que se barajaban al cierre de esta edición, el jefe comunal saliente habría incluso empeorado su performance de las PASO: el 11 de agosto logró algo más del 5 por ciento de los sufragios, mientras que esta vez no habría llegado al 4.
Así y todo, con el rechazo de la población a su tarea golpeándolo de frente, Arroyo adjudicó su escandalosa caída a “la polarización enorme” que se generó entre el propio Montenegro y Fernanda Raverta, la candidata del Frente de Todos.
Al ser consultado por la prensa respecto de la formulación de una potencial autocrítica, el abogado y director escolar nuevamente decidió polemizar. “Tendría que haber gastado más dinero en publicitar todo lo que hice. Ahorré demasiado para poder arreglar algunas escuelas y comprar algunos medicamentos. Quise evitar gastar en publicidad: yo no soy un político de carrera, soy un docente”, dijo, y fue entonces cuando uno de los periodistas le pidió que definiera su gestión: “Creo que fue la mejor desde 1983 hasta hoy”, lanzó sin vacilaciones.
En el búnker de La Rioja y diagonal Pueyrredon, tan pequeño como los que Agrupación Atlántica solía alquilar para esperar magros resultados electorales antes de saborear las mieles del éxito en 2015, se hizo un silencio demoledor. Decantó en el lugar algo así como la parábola de un eterno retorno, porque con la de ayer Arroyo había participado -a través de nueve fuerzas diferentes- en todas las elecciones desde la vuelta de la democracia, a excepción de las de 1989, 1991 y 1993.
De esa última se excusó porque en aquel entonces era funcionario (estaba a cargo del área de Tránsito) de Mario Roberto Russak, su modelo de jefe comunal a seguir. Ya en el poder, reiteró en varias oportunidades que incluso había logrado superarlo, pero en rigor de verdad eso no fue así: Russak también perdió su reelección en 1995, pero por un margen estrecho.
Los números
Para pasar en limpio: Arroyo obtuvo en 1983 el 0,04 por ciento de los votos, en 2015 el 47, y ayer volvió a los niveles de sus primeras incursiones electorales: no llegó a los 4 puntos. A pesar de todo, al hablarle a sus seguidores tomó el micrófono y entre sucesivas fallas de sonido dijo: “Esto es política, es un ir y venir, como las olas del mar… Todo lo que sale, vuelve. En algún momento va a cambiar la marea y será distinto, supongo. De todas maneras, nosotros vamos a plantear a partir del lunes -por hoy- el mismo trabajo que venimos haciendo y lo vamos a seguir. Agrupación Atlántica es un partido definitivo en General Pueyrredon y vamos a trabajar para tratar de llegar a toda la provincia de Buenos Aires… Vamos a dar batalla, no tengan ninguna duda”.
La transición
Antes de finalizar la rueda de prensa, el intendente Arroyo explicó cómo será la transición del poder. Habían pasado 15 minutos de las 21 y todavía se desconocía que el ganador iba a ser Guillermo Montenegro, el hombre que llegó de la mano de la gobernadora María Eugenia Vidal para disputarle la intendencia, y que acabó por dejarlo afuera de la interna de Juntos por el Cambio.
“Voy a tratar por todos los medios de que no sea traumática, que sea acompañada. No avizoro graves problemas salvo que se dispare la economía… Ustedes saben lo que hemos vivido en los últimos tiempos con el tema del dólar, no sé qué va a pasar. Eso no corre por mi cuenta. Pero si todo sigue normal no va a haber problemas. Y la voy a llevar adelante yo personalmente, que es lo que corresponde. Le voy a explicar a quien gane lo que tenga que saber y le daremos la documentación que corresponde”, concluyó.
La sensación de todos los presentes fue entonces la misma: lo que concluía no era solamente su alocución.
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