Hugo Curto en Tres de Febrero, y Luis Acuña en Hurlingham, están entre los intendentes que ven amenazado su poder. También aparece complicado el sabbatellismo en Morón.
Hay tensión y suspenso. Y también riesgo para varios caciques del conurbano en las elecciones de hoy. La renovación que se llevó puestos a Raúl Othacehé (Merlo) y Mariano West (Moreno) en las PASO, amenaza con bajar al llano a otros intendentes y oficialismos que parecían inoxidables en el territorio político más preciado.
Uno de los que afronta un domingo incierto es Hugo Curto, desafiado por el macrista Diego Valenzuela. Es una pulseada entre el viejo peronismo encarnado en un caudillo que lleva 24 de sus 77 años al frente de Tres de Febrero, y un historiador de 45 años que machaca con la necesidad del cambio. En agosto, el hombre que quiere su sexta reelección (es el de mayor permanencia en el poder en el GBA) consiguió una luz de apenas 4.000 votos.
Acechado, el del FPV tendió puentes con sectores kirchneristas poco afines y recibió guiños de Daniel Scioli en visitas para inaugurar obras. Su rival sumó a sus filas a la UCR y parte del massismo local, y planteó proyectos conjuntos con el Gobierno porteño como un Metrobus que conecte con Capital. El resultado está abierto.
Muy cerca, el candidato K a vicegobernador, Martín Sabbatella, ve peligrar Morón, su bastión desde 1999. La lista de Nuevo Encuentro que lleva para la Intendencia a su hermano Hernán, presidente del Concejo Deliberante, tiene el reto de revertir los diez puntos que le sacó en las primarias Ramiro Tagliaferro, del PRO.
Para eso necesita sí o sí los votos del PJ local, al cual el sabbatellismo venció en la interna y nunca dio lugar en su armado pero ahora fue a buscar. Tagliaferro confía en una campaña que hizo foco en la inseguridad y las flaquezas de una gestión desgastada, más lo que pueda traccionarle desde la boleta provincial su esposa, María Eugenia Vidal, quien lo acompañó en las recorridas barriales.
Entre los jaqueados hay además tres intendentes de UNA, todos por adversarios del FPV. El más comprometido es Luis Acuña, gobierno en Hurlingham desde 2001, que para remontar tejió alianzas y apuró obras. Juan Zabaleta lo aventajó por 15 puntos en las PASO y, con el respaldo del kirchnerismo duro y del sciolismo, ya se muestra como un "jefe comunal paralelo".
Jesús Cariglino (en Malvinas Argentinas desde 1995) y Joaquín De la Torre (busca su tercer mandato en San Miguel)tampoco la tienen fácil contra el jefe de la ANSeS regional Leonardo Nardini y el secretario bonaerense de Servicios Públicos, Franco La Porta. Para defender el sillón, recurrieron a la misma estrategia: sin sonrojarse, salieron a pedir el corte de boleta y los vecinos incluso recibieron "kits" con tijeras. Aunque van con Sergio Massa, su "tabla de salvación" es seducir a electores que en la carrera presidencial prefieren a Scioli o Mauricio Macri.
Otros intendentes no fueron los más votados en agosto ante las internas que les plantó el kirchnerismo, pero en la suma total el FPV resultó amplio vencedor en sus municipios. Así, les alcanzaría con redireccionar una parte del respaldo que recibieron sus ex rivales partidarios, hoy alineados a ellos. En este grupo están Gabriel Katopodis (San Martín) y Humberto Zúccaro (Pilar). Pero el caso paradigmático lo representa Francisco "Barba" Gutiérrez en Quilmes: por estos días anda a los abrazos con Aníbal Fernández, hasta hace unas semanas su acérrimo enemigo político en el pago, para tratar de asegurarse los porotos que en agosto fueron al delfín del candidato a la Gobernación. El chef Martiniano Molina (Cambiemos), que superó a Gutiérrez por cuatro puntos en las Primarias, igual se tiene fe para el batacazo.
El PRO también le pone fichas al ministro porteño Néstor Grindettifrente al camporista Julián Alvarez en Lanús. En los demás municipios del GBA las posibilidades de cambio de color político aparecen más distantes.
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