Un sobreviviente aportó datos sobre una perrera en Ensenada en la que pudo haber enterramientos. También complicó al imputado Gustavo Cacivio, quien sería el torturador apodado “El Francés”.
Enrique Núñez era empleado bancario y militaba en la Juventud Trabajadora Peronista (JTP) integrante de la agrupación revolucionaria Montoneros. Fue secuestrado el 16 de febrero de 1977 en un operativo encabezado por el Batallón Infantería de Marina (BIM) 3 de La Plata, con sede en Ensenada, donde hoy están ancladas las facultades de Humanidades y Psicología de la Universidad Nacional de La Plata.
Fue sorprendido por un grupo de tareas y encañonado con una pistola en la cabeza. “Quedate tranquilo” le dijo el jefe del operativo apodado “El Francés”, uno de los carceleros más sanguinarios de La Cacha. Desde su detención hasta su liberación Núñez fue torturado en varias ocasiones por quien lo encañonó en su detención.
Tras su liberación se exilió, pero nunca olvidó la cara de “El Francés” a quien señaló en un álbum de fotos que le exhibieron en los tribunales Federales de La Plata cuando declaró como sobreviviente, en noviembre de 2011. Luego, al leer el expediente, se enteró que Cacivio es apodado “El Francés”, quien cumple condena por delitos de lesa humanidad ocurrido en el centro clandestino “El Vesubio”, donde tenía el mismo apodo de guerra. Sobre ese punto fue interrogado por jueces y fiscales. El testigo dijo que al que reconoció en las fotos le decían “El Francés” pero que se enteró de su identidad al leer la causa en la que figura como querellante. j l “Oso” enjaulado
Héctor Raúl Acuña, alias “El Oso”, fue retirado de la sala de audiencias por orden de los jueces. En la audiencia del viernes 28 de febrero pasado, cruzó insultos con parte del público e intentó increpar a los magistrados, a los que tildó de “terroristas”.
También, desde el público, arrojaron una moneda en dirección a la zona del estrado donde están ubicados los defensores particulares, quienes pidieron medidas de seguridad para evitar nuevos incidentes.
l
De fosas y caniles. En un pasaje de su declaración, Núñez recordó que en la marco de los denominados Juicios por la Verdad, una mujer aseguró que en 1985 tuvo un altercado con el propietario de un refugio de perros ubicado sobre la calle 43 en Ensenada. “No recuerdo bien la dirección pero sé llegar”, aclaró el hombre.
“El lugar estaba a cargo de un tal Romano, que ya falleció, y esta mujer declaró que en el fondo del terreno, junto a los perros habían cuerpos enterrados. El veterinario (que trabajaba en el predio) era Claudio Grande”, detalló el testigo quien aseguró no poder reconocerlo personalmente.
Para la acusación, el veterinario Grande sería el espía civil conocido como “Pablo”, uno de los integrantes de la guardia “tranquila” de La Cacha. La defensa sostiene que “Pablo” es Estanislao Chiara Vieyra, con un asombroso parecido físico con el acusado. En un reconocimiento fotográfico, la sobreviviente María Laura Bretal señaló a Chiara Vieyra como el carcelero que la custodió en parte de su cautiverio.
Con el nuevo dato aportado por el testigo, quien en sus años de militancia era conocido como “El Japo”, el abogado Oscar Rodríguez, representante de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) de La Plata, solicitó al Tribunal que ordene excavaciones en el predio. Recordó que la misma solicitud fue hecha hace más de una década ante la Cámara Federal de La Plata y nunca se realizó porque no estaba claramente individualizada la propiedad, según los argumentos de los integrantes de la Alzada.
Tras detallar el espanto que padeció durante los meses que duró su cautiverio, las secuelas físicas y psicológicas que aún perduran en su humanidad y el feroz operativo armado en el que asesinaron a su hermana y se apropiaron del hijo de ella (luego recuperado de la ex Casa Cuna de La Plata donde había sido llevado para adopción) sostuvo que las víctimas del terrorismo de Estado esperaron 37 años y vivieron horrores. “Espero profundamente que se haga Justicia, por los que estamos y los que murieron”, fue el cierre de su relato, coronado con un aplauso cerrado de la mayoría del público.
El expediente. El tribunal decidió unificar tres causas en este proceso que tiene a 147 víctimas. Trece ex integrantes del Destacamento de Inteligencia 101 del Ejército (Carlos del Señor Hidalgo Garzón, Jorge Héctor Di Pasquale, Gustavo Adolfo Cacivio, Ricardo Armando Fernández, Luis Orlando Perea, Roberto Armando Balmaceda, Emilio Alberto Herrero Anzorena, Carlos María Romero Pavón, Anselmo Pedro Palavezzati, Raúl Ricardo Espinoza, Rufino Batalla, Claudio Raúl Grande y Miguel Ángel Amigo, juzgado por una causa residual) junto a dos penitenciarios: Héctor Raúl “El Oso” Acuña e Isaac Crespín Miranda.
También están sentados en el banquillo de los acusados cuatro policías bonaerenses (Miguel Osvaldo Etchecolatz, director general de Investigaciones; Eduardo Gargano, director general de Seguridad; Horacio Elizardo Luján, jefe de la Unidad Regional La Plata, y Julio César Garachico, también de la Unidad Regional La Plata). Un militar retirado de la Armada, Juan Carlos Herzberg, integrante de la Fuerza de Tareas 5 y el civil, Jaime Lamont Smart (ex ministro de Gobierno).
Cabe agregar que dos importantes represores que estuvieron imputados se libraron del juicio por la llamada “impunidad biológica” ya que fallecieron durante la sustanciación de las actuaciones. Ellos son el ex jefe del Destacamento 101 de Inteligencia de La Plata, coronel Arias Duval, y el ex gobernador de la provincia de Buenos Aires, general Ibérico Saint Jean.
Entre los casos que se investigan en este megajuicio están los de Laura Carlotto, hija de la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, y la privación ilegítima de la libertad de Antonio Bautista Bettini, padre de Carlos Bettini, actual embajador argentino en España. Además, se juzga la sustracción de Matías y Gonzalo Reggiardo Tolosa y de Natalia Suárez Nelson, nacidos mientras sus madres estaban cautivas en ese centro clandestino de detención, tras lo cual fueron apropiados y décadas más tarde recuperaron su identidad.
Los represores bautizaron al centro clandestino ubicado detrás de la cárcel de Lisandro Olmos en honor a Cachavacha, la bruja de un dibujo animado de Manuel García Ferré. Su escoba tenía poderes mágicos: era capaz de hacer desaparecer aquello que barría. Estaba en manos del Servicio de Inteligencia del Ejército (Destacamento 101) y dependía operacionalmente de la Décima Brigada de Infantería de La Plata. Y reportaba, a su vez, a dos estructuras militares: al Primer Cuerpo de Ejército y al Batallón de Inteligencia 601.
El campo estaba entre calles 191, 196, 47 y 52 (vías del ferrocarril Belgrano), contigua al penal de Olmos, en las antiguas instalaciones de Radio Provincia, en Lisandro Olmos, partido de La Plata.
Comentá la nota