El intendente de la ciudad de Córdoba se está reuniendo con dirigentes capitalinos, y algunos hablan de adecuar las jefaturas partidarias a las conducciones actuales de los Ejecutivos. Un panorama de lo que la calle (peroncha) anda diciendo sobre el tema.
Por: Bettina Marengo.
Lo primero que dicen los peronistas es que la sociedad entre Martín Llaryora y Daniel Passerini es tan indestructible como la del gobernador con su antecesor Juan Schiaretti, que más allá de alguna diferencia entre ambos, el timón del proyecto político provincia-ciudad hoy lo lleva el sanfrancisqueño y que el intendente lo sabe. La última escenografía de esa sintonía fue el acto en Villa El Libertador del viernes, que reunió a ambos para la inauguración de la red cloacal que cubre a la totalidad de los vecinos de esa zona, obra costeada por provincia y municipio en conjunto y que en conjunto salieron a mostrar.
Esto no significa que no haya comentarios por los pasillos, y mucha rosca en el peronismo capitalino donde conviven llaryoristas, viguistas y lo propio de Passerini, todo alimentado precozmente por la sucesión 2027 en el Palacio 6 de Julio, que se torna exquisita porque el intendente no puede repetir mandato tras ser el vice de Llaryora. Prima facie hay varios anotados para ese sillón, y un miedo. El llaryorista Miguel Siciliano, jefe del bloque oficialista en Diputados, Héctor “Pichi” Campana, secretario de Fortalecimiento Vecinal y Deportes que responde a la senadora Alejandra Vigo y depende su venia, el secretario de Transporte a nivel provincial, del esquema Llaryora, Marcelo Rodio, el exviguista con juego propio Juan Domingo Viola, secretario de Participación Ciudadana y Juventud de la Municipalidad, y eventualmente el actual viceintendente Javier Pretto, hombre del PRO, son los nombres que dan vuelta. El miedo peroncho es que el jefe del Panal, del que nadie discute tendrá el trazo gruesa de la lapicera, avance más allá de Pretto con una figura del “partido cordobés” (¿la vicegobernadora y exintendenta en el Gran Córdoba, Myrian Prunotto, con un extracapitalino por tercera vez consecutiva?).
Antes del 27 está en 25 y habrá que ver para qué lado rumbea la lista de diputados nacionales del oficialismo. Fuera del schiarettismo se habla del exgobernador como cabeza de lista de Diputados el año que viene, no por gusto del aludido sino porque, afirman, el peronismo republicano lo necesita con una banca en el Congreso para que una eventual asamblea parlamentaria lo unja como presidente de la Nación en el caso de caída del libertario Javier Milei, víctima de su propia motosierra. Hoy por hoy, Schiaretti se muestra incluso más alineado a Milei que el propio Llaryora.
Volviendo a Capital, veamos qué dicen los cafés políticos. Por un lado, que luego de la firma del Pacto de Mayo convocado por el jefe de la Casa Rosada, puede haber una “renovación” de gobiernos provincial y municipal como reacción al desgaste de casi un semestre con estrecheces económicas y pocas buenas noticias, de lo que además no sirve culpar a Milei porque el cordobés le banca todo al presidente. En el caso del gabinete de Passerini, a la oxigenación propia de toda crisis se suman otras cuestiones: las tensiones entre los secretarios que vienen de la gestión anterior, como a Raúl La Cava, de Políticas Sociales, Jorge Folloni, de Ambiente Sustentable y Economía Circular, Mariano Almada, de Comunicación y Cultura, o el mencionado Viola, y los miembros de la mesa chica del jefe del Palacio, Rodrigo Fernández, secretario de Gobierno y Sergio Lorenzatti, secretario General de la Municipalidad.
En tren de reforzar su posición y empoderarse, Passerini viene sosteniendo reuniones con dirigentes de las seccionales e incluso ya habría tenido una conversación con Vigo, quien comanda buena parte del PJ de la Capital y tiene, además de los funcionarios que le responden en el gobierno de la ciudad y el Concejo Deliberante, al legislador Leonardo Limia y su par Pablo Ovejeros como dos patas activas en el juego de la ciudad. Una posibilidad que está latente, o al menos que se menciona bastante, es que el PJ ordene las conducciones formales con las responsabilidades ejecutivas y, como manda la tradición del PJ, Passerini quede al frente del PJ Capital que hoy preside Llaryora y que éste pase a encabezar oficialmente el PJ a nivel provincial, donde está Schiaretti. Claro que la jugada, vista de cerca, bien puede responder a la intención de varios de que “la vieja guardia” del exmandatario despeje del todo el recambio generacional que empezó con las elecciones del 2023. En cualquier caso, la última renovación partidaria se hizo a principios del 2022, de modo que un recambio debería formar parte de una acuerdo político interno.
Los más críticos al intendente sostienen que “nada cambiaría” en el ordenamiento para abajo de los plumas peronistas el hecho de que el intendente pase a conducir la estructura de Capital. Otros desmalezan y van al punto: las conversaciones con distintos dirigentes son sólo a título de promover que el peronismo de la Capital, que numéricamente, por la cantidad de cargos y lugares cubiertos, es uno de los más grandes peronismos del país, apoye y promocione la gestión municipal. “Como siempre se hizo, pero a partir de ahora con más trabajo político y usando herramientas de gestión para que la militancia lleve la gestión a todos lados. Hay muchos programas municipales que es necesario que lleguen a la gente, más en medio de esta crisis”. Esto último lo dijo alguien que no integra el passerinismo pero que sabe que si la gestión no homogeneiza diferencias, no las homogeneiza nadie.
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