Un webinar ha abordado la adecuación de Nutri-Score como etiquetado correcto para el consumidor. Un sistema que está a debate por cuestionar la dieta mediterránea.
El etiquetado frontal de alimentos está lejos de ofrecer una adecuada información nutricional sobre los alimentos que se pueden encontrar en los supermercados. La principal cuestión gira en torno a los algoritmos, a los parámetros en los que se basan los sistemas de calificación como Nutri-Score y en el objetivo de informar y educar a los consumidores sobre qué comprar. Conseguir, en definitiva, fomentar hábitos saludables basados en una dieta equilibrada.
Este tema ha sido objeto de debate por parte de nutricionistas y médicos en el evento organizado por la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) y la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO).
En opinión de Ana Zugasti, complejo hospitalario de Navarra, hay que abordar la información que muestra el etiquetado. "Quizá es hora de revisar esas cantidades diarias orientativas y ser más estrictos con las CDO para niños. Es necesaria una mayor claridad azúcares añadidos, índice glucémico; fuente de proteínas; matriz alimentaria, otro concepto a disponer de esta información".
No consiste, matiza Zugasti, en pasarse la tarde en el supermercado mirando etiquetas y valorando cuál es el producto que más nos conviene. Consiste en ofrecer la información precisa y necesaria sobre la composición de ese alimento. Sobre las grasas, ha recordado que solo son obligatorias las cantidades de grasa total y de grasas saturadas. Si bien la Agencia Europea aconseja limitar grasas saturadas al 10% de calorías diarias, "ojo que hay productos saludables que contienen también grasas saturadas", advierte.
Unas grasas "saludables", las califica Ramon Estruch, del Hospital Clínic, Barcelona. El médico catalán ha defendido una dieta mediterránea devaluada en base a los algoritmos de Nutri-Score. "No valora adecuadamente los productos mediterráneos", ha opinado.
En base al análisis que ha realizado, alimentos como el aceite de oliva presentan una calificación C en Nutri-Score, mientras que refrescos azucarados reciben una nota B. "Existen otros tipos de aceites de oliva, pero Nutri-Score no diferencia entre tipos de aceite de oliva. Nutri-Score se podría mejorar". Esto lleva a situaciones de confusión para los consumidores al encontrarse con productos supuestamente más perjudiciales para el organismo que son todo lo contrario. Y al revés: alimentos ultraprocesados que tienen calificación A. "El grado de procesamiento también es muy importante para considerar variables como la mortalidad", ha agregado.
En el otro extremo de ese punto de vista ha estado Pilar Galán, de la Universidad de la Sorbona de París. Para la doctora, "no tiene sentido comparar cosas que no tienen sentido, como el aceite de oliva con un refresco edulcorado", ya que no forman parte de una misma familia de alimentos. Para Galán, lo importante del logotipo es que "demuestre" que existe asociación entre la etiqueta y las enfermedades o la mortalidad relacionadas con la nutrición.
A continuación, la doctora ha desgranado la fórmula de Nutri-Score. "El cálculo se hace por 100 gramos o 100 ml de alimentos y considera elementos desfavorables en su máximo. Cada uno puede tener una puntuación máxima de 10. De alimentos negativos se pueden tener hasta 40 puntos (calificación E), y de elementos positivos hasta -15 (calificación A)". La comparación, además, no se realiza en base a porciones "como reclaman los industriales", ha apuntado.
Para Zugasti, en cualquier caso, la importancia del etiquetado nutricional debería centrarse en revisar las actuales cantidades de ingesta de referencia e incluir también las de niños; incluir información sobre el tipo de grasas, fuentes de proteínas y tener una mayor claridad sobre los azúcares añadidos; destacar importancia densidad energética y lista ingredientes para saber sobre cuáles limitar el consumo y establecer perfiles nutricionales para uso declaraciones nutrición y salud. En ese etiquetado se debería, ha valorado Zugasti, fomentar el consumo preferente de alimentos frescos y acabar con la publicidad dirigida al público infantil.
Por último, Estruch ha apostado por cambiar el sistema de etiquetado y calificación, inspirándose en otros como el que se aplica en países como Chile. O, sin ir más lejos, en Italia y países del este de Europa. "Ahí están las pilas de Nutrinform. Se aplican en Italia, Chipre, Grecia, Hungría, Letonia y Rumanía. Hay otros caminos en los cuales uno se siente más cómodo en el punto de vista de salud y en la dieta mediterránea, la más saludable de todas las dietas".
Ha propuesto además un etiquetado frontal "basado en estudios científicos de calidad" en el que se destaquen otros nutrientes críticos no tenidos en cuenta en el Nutri-Score. "Y muy importante: adaptado a nuestros patrones y hábitos de consumo; trazabilidad y sostenibilidad medioambiental".
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