El gobierno propone incinerar la basura y generar energía como en Europa, pero ese sistema genera contaminación y los europeos buscan abandonarlo.
La capital de Argentina está desbordada por la basura. Nadie la quiere cerca pero cada vez habrá más, porque los planes para incentivar la reutilización y el reciclaje no han dado el resultado esperado. Ahora, la novedad es que las autoridades proponen una vieja solución: quemarla. La iniciativa enfrenta un obstáculo complicado de superar: la incineración de basura está prohibida por ley, debido a su impacto nocivo sobre el ambiente y la salud de las personas. Pero como los depósitos donde se entierra la basura están desde hace años sobre el límite de su capacidad, el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires pidió a la Legislatura que derogue la prohibición. En los fundamentos -que elude mencionar la palabra “incineración”- el gobierno promete implementar un sistema para “recuperar la energía contenida en los residuos, bajo un proceso de combustión controlado”.
“Más allá del impacto en el ambiente y la salud de la incineración, nuestro temor es que se deje de apostar al circuito de recuperación de basura, que apenas es incipiente en Buenos Aires. Es evidente que a las plantas incineradoras hay que abastecerlas”, dijo Cecilia Allen, de la Coalición Ciudadana Anti Incineración. Se trata de una de las más de 50 organizaciones sociales y ambientales que rechazan el proyecto.
Planes estancados.
Los planes para reducir la basura que se entierra, que venían dando módicos resultados, ahora están estancados. De hecho toda el área metropolitana de Buenos Aires generó 1.101.202 toneladas de basura en 2017 contra 1.094.708 que había enviado año anterior. A comienzos de este año, la empresa estatal Ceamse, que se encarga de la disposición de basura, hizo público un estudio realizado con la Facultad de Ingeniería de la UBA que sostiene que las 18.000 toneladas diarias de basura que hoy genera la Ciudad se convertirán en 25.000 en 2030. Pero la situación podría explotar antes: los actuales rellenos sanitarios, alertó Ceamse, colapsarán en cinco años.
En enero de 2004, al cabo de varios años de protestas vecinales por la contaminación y los malos olores, fue cerrado el relleno sanitario de Villa Domínico, ubicado en una zona densamente poblada, a unos 15 minutos del centro de la ciudad. Desde 1978, cuando se inauguró, el relleno había recibido 47 millones de toneladas de basura.
Luego del cierre de Villa Domínico, quedaron otros tres rellenos habilitados en las afueras de Buenos Aires, todos objetados socialmente y cerca del límite de su vida útil. En consecuencia, Ceamse lanzó una licitación con el objetivo de instalar un nuevo relleno sanitario a más de 50 kilómetros de la Ciudad, que fracasó debido al contundente rechazo vecinal en los seis municipios que se habían interesado en acogerlo, atraídos por los posibles ingresos y fuentes de trabajo.
Basura cero.
Apurada por estas circunstancias, en noviembre de 2005 la Legislatura bonaerense sancionó la Ley de Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos, conocida como Ley de Basura Cero , al ser este su principal objetivo. La norma fijó ambiciosas metas de reducción de los residuos que se envían a disposición final: 30 por ciento para 2010, 50 por ciento para 2012, 75 por ciento para 2017 y 100 por ciento para 2020. El camino para llegar a esos objetivos serían la recuperación y el reciclado, en un recorrido que ha tenido marchas y contramarchas.
Como ejemplo, en 2009 el gobierno de Mauricio Macri frenó la recolección diferenciada de residuos con el argumento de que le generaban un gasto inútil al Estado, ya que los vecinos no se preocupaban por separarlos en sus viviendas. Ahora, el proyecto oficial propone reformar seis artículos de la ley de basura cero, para ampliar considerablemente los plazos, al fijar una nueva meta de reducción de 50 por ciento para 2021, con respecto a lo enterrado en 2012.
“La situación no da para más porque ya no tenemos más lugar para poner la basura”, planteó el diputado Gastón Blancetiere, presidente de la Comisión de Obras y Servicios Públicos de la Legislatura de la Ciudad. “Por supuesto que sería deseable que nos convirtamos en una economía circular de avanzada pero es utópico pensar que eso se puede conseguir en un plazo corto”, aseguró el integrante del bloque Vamos Juntos, aliado del macrismo. Puntualizó que “lo que estamos proponiendo no es habilitar la quema, sino la termovalorización, que permitirá la generación de energía con la basura, como se hace desde hace años en distintas ciudades de Europa”.
La quema contamina.
En febrero, el gobierno de la Ciudad llevó a un reducido grupo de periodistas de los grandes medios a un viaje a París, Amsterdam y Viena para que conocieran las plantas de incineración de basura que generan energía, que son las que se pretende instalar en Buenos Aires. “La realidad es que hoy la Unión Europea desincentiva la alternativa de incineración, porque las chimeneas y los filtros no impiden la contaminación del aire”, dijo a IPS el director de Greenpeace Argentina, Diego Salas. “Estamos de acuerdo en que la situación de la basura en Buenos Aires es crítica, pero lo que propone el gobierno es liquidar la ley de basura cero y generar más problema”, agregó.
Para la organización ambientalista, “se debe establecer la responsabilidad extendida del productor por sus envases, fortalecer la industria del reciclaje, tratar los residuos orgánicos y hacer recolección diferenciada de residuos, todos puntos que hoy quedaron fuera de la agenda”. (IPS).
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