Por: Jorge Fontevecchia. Si con todos los presidentes cuando la sociedad masivamente deja de apoyarlos, e inevitable les sucede a todos los gobiernos más o menos dos años antes de concluir su mandato, dure el tiempo que dure su período presidencial, hasta los mismos periodistas y medios que lo elogiaban pasan a criticarlo despiadadamente, algo que explica muy bien Gustavo González en su columna de hoy, el día que “Milei esté desnudo” el actual presidente recibirá el mismo brutalismo comunicativo que lo masacrará con la misma impiadosidad que él les dirige a sus oponentes.
Brutalismo comunicativo que extraigo como concepto de otro artículo que recomiendo leer publicado por PERFIL, de Patricia Nigro, a cargo de la Cátedra Teoría y Práctica de la Lengua en la Universidad Austral, citando un texto del talentoso politicólogo Mario Riorda, y refiriéndose al insulto como método de acción política en Milei, recuerda la frase de Asimov que dice “la violencia es el último recurso del incompetente”.
Quizás la sociedad argentina, desesperada por la falta de saberes de la clase dirigente para lograr el desarrollo del país, creyó como dijo el periodista Esteban Trebucq, quien durante años bien supo interpretar el sentir de la clase popular en Crónica TV, que Milei “era un intelectual”, porque habla con jerga económica asignándole ser “sujeto supuesto de saber” impresionándolos con una ametralladora de números y adjetivaciones que convierten a los sustantivos en polisémicos como “dolarización exógena” y tras el cálculo de la modificación de la movilidad jubilatoria “PBI dinámico” para pasar el costo del 1,2% del producto bruto que genera esa ley al 62% del producto bruto con un cálculo a perpetuidad, pero aplicado solo un año.
ESTO NO LES GUSTA A LOS AUTORITARIOSEL EJERCICIO DEL PERIODISMO PROFESIONAL Y CRÍTICO ES UN PILAR FUNDAMENTAL DE LA DEMOCRACIA. POR ESO MOLESTA A QUIENES CREEN SER LOS DUEÑOS DE LA VERDAD.HOY MÁS QUE NUNCASUSCRIBITE
A partir de mi columna de ayer titulada Degenerado matemático por estos cálculos abstrusos que realiza Milei: 17.000% de inflación al asumir o 370 mil millones de dólares por el 8% de aumento a jubilados, un amigo ironizó sobre la forma de exponenciar que usa Milei para impresionar con este ejemplo: “Si teniendo 20 años me endeudo en 5 mil pesos más CER por mes por 50 años, eso me daría 3.000.000 de pesos. Si mi salario fuera de 2.500.000, ese ridículo cálculo de Milei me diría que mi decisión acaba de llevarme a la quiebra, cuando en realidad gano 2,5 millones cada mes y tengo que pagar 5 mil pesos”.
Pero el periodista que lo entrevista a veces no conoce conceptos como valor a perpetuidad, tasa de descuento presente, incrementales crecientes o decrecientes que pueden derivar en curvas convexas y no cóncavas, o qué se quiere decir con dolarización endógena y no exógena. Y otras veces, aun sabiéndolo o sospechando que algo no cierra, no se atreve a repreguntar porque Milei responde a todo aquello que sienta que lo interpela con agresión y brutalismo comunicativo, blindándose de esta forma en su esfera de confortabilidad y retroalimentando su fantasía de infalibilidad hasta que un día la realidad tome por acecho su Torre de marfil.
Otro ejemplo de la degeneración matemática a la que apela Milei torturando los números para que su resultado coincida con sus ideas fue decir que el déficit fiscal era 15% de producto bruto porque 10% de déficit generaban los pasivos remunerados, esencialmente los intereses de la Lelic, cuando con solo corregir el balance del Banco Central por inflación como está obligada cualquier empresa, ese déficit sería una mínima parte.
Sus curiosos cálculos y fórmulas dejarán de impresionar, como al mago que repite el truco, si en la realidad la economía no logra un nivel de crecimiento que justifique los costos y sacrificios que impuso a la sociedad. De la misma forma que dejarán de tener efecto los trucos de Santiago Caputo, a quien Carlos Pagni llama “el mago del Kremlin” citando el título del último libro de Giuliano da Empoli (autor también de Los ingenieros del caos). En la ficción el mago del Kremlin es Vadim Baranov, quien antes de convertirse en el asesor más cercano a Putin fue productor de reality shows y director de teatro de vanguardia, encargado de armar la puesta en escena (no hay poder sin pompa) del gobierno ruso y su comunicación.
En algún momento, los pases de teatro con los que nuestro mago del Kremlin logra entretener a la sociedad y provocar a los medios encandilándonos con lo trivial, que va de Fátima Florez y Yuyito González, Adorni omitiendo a Maradona hasta que la Secretaría de Culto pase a llamearse Culto y Civilización, algún día dejarán de producir el resultado buscado por efecto de la repetición que permitirá ver los hilos que mueven la puesta. Ese día el mago del Kremlin se convertirá en Rasputín, otra bestia sacrificial para una hoguera que purifique y disculpe a los antiguos creyentes que serán lo más duros con la furia de los conversos.
Santiago Caputo es la persona más nombrada del gabinete, porque Milei tiene mayor preocupación en la gestión de la comunicación que en la gestión del gobierno, los dos meses que llevó reglamentar la ley Bases II contrastan con los reclamos para su pronta aprobación.
El reconocido economista Ricardo Arriazu, uno de los pocos que siguen mereciendo elogios de Milei, en una conferencia esta semana llamó la atención diciendo: “Si el Gobierno devalúa, se acabó el programa, se acabó Milei, se acabó todo”, evidenciando la fragilidad del gobierno de Milei sin apoyo parlamentario y sin gobiernos territoriales. Arriazu reclamó más reformas estructurales: “Ahora se aprobó un pedacito (en referencia a la ley Bases), pero falta mucho; si no se hace esto, no dura, porque van a aparecer los problemas de nuevo”, lo que resulta mucho más difícil con un Congreso que le generó tres derrotas en tres días: jubilaciones, DNU con fondos reservados para la SIDE y la Comisión Bicameral de Inteligencia presidida por un opositor; en los primeros dos casos cumpliendo con exceso la cantidad de dos tercios de los votos con los que el Congreso puede hacer caer cualquier veto presidencial y hasta iniciar un proceso de juicio político.
“Gritas demasiado para tener razón”, escribió Shakespeare. Quizás porque gritaba tanto Javier Milei fue electo presidente por esa misma sociedad que confundió jerga económica con saber y brutalismo comunicativo junto a violencia oral con la seguridad de la razón y la determinación para ejecutarlo. Mientras tanto, el Congreso construyó su propio “cordón sanitario” anti extrema derecha similar al que en Francia hicieron los demás partidos con Marine Le Pen.
Algo políticamente importante pasó esta semana.
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