El complejo de edificios, ubicado en una manzana estratégica de la ciudad, nunca fue terminado. Estructuras incompletas, hierros oxidados y una planta baja poblada de comercios sin atractivo son la marca de un sueño inconcluso que en los 70 llegó a debatirse a punta de pistola.
Se proyectó como una obra faraónica, pero terminó componiendo la peor postal de Mar del Plata. El Bristol Center, ideado a mediados de la década del 60 como un complejo de edificios compuesto por tres torres imponentes conectadas a la altura del décimo piso por una galería comercial y tres niveles de espacios comunes, es ahora, medio siglo después, un bodoque en el que dos edificios conviven con estructuras a medio terminar, hierros oxidados y comercios de ropa y comida sin atractivo.
El complejo está conformado por el Edificio Bristol Center (San Martín 2110), de 24 pisos; el Bristol Condominio Apart Hotel (San Martín 2150), de 18; la Galería Bristol (Rivadavia 2179), comercios en el resto de la manzana y unas 550 cocheras subterráneas distribuidas en tres niveles. Los primeros tres pisos que están sin terminar correspondían, como la planta baja, al sector comercial.
La diputada provincial del Frente para la Victoria Alejandra Martínez, surgida de Acción Marplatense, trabaja desde hace casi cuatro años en un proyecto de expropiación. El objetivo no es tirar todo abajo, sino derribar lo que está inconcluso y otorgarle uso público a la planta baja. "El proyecto está para presentar, sólo faltaría adjuntar un informe técnico del ingeniero del consorcio. Es un informe necesario para dar luego el debate en la Legislatura", dijo la diputada a LA CAPITAL.
El Colegio de Arquitectos colaboró en la redacción de los argumentos de la iniciativa. Los fundamentos están basados en lograr una intervención que jerarquice el espacio público y que lo articule con la Plaza del Milenio y la peatonal San Martín. Lo que se dice un cambio de cara para un punto turístico por excelencia, enclavado nada menos que frente a la tradicional playa Bristol.
Un poco de historia
La manzana que comprendía el Boulevard Patricio Peralta Ramos y las calles San Martín, Rivadavia y Corrientes albergó al Bristol Hotel, donde desde fines del siglo XIX hasta principios del XX solían alojarse las familias aristocráticas de Capital Federal que llegaban a Mar del Plata a veranear.
Con la crisis del 30, su lujosa impronta comenzó a declinar hasta que cerró sus puertas en 1944. Sus amplios salones fueron divididos en los locales comerciales de la Galería Bristol y dos décadas más tarde, la manzana fue a remate. El 23 de julio de 1966, la firma Atarisco la compró por 100 millones de pesos.
Para entonces ya se hablaba de un proyecto para construir una torre de 30 pisos con dos cines, una confitería, una galería de arte, una sala teatral, una de conferencias y hasta una guardería infantil.
La obra fue autorizada por el comisionado municipal Pedro Martí Garro e iniciada por la constructora Nicolás Dazeo. En 1969, el emprendimiento pasó a manos de las firmas Fundar SA y Construir SA, propiedad del empresario David Graiver, que después compraría Papel Prensa y sería considerado ?el banquero de los Montoneros?.
Los nuevos constructores pensaron un proyecto más ambicioso, con tres torres y un centro cultural, y empezaron con la promoción y la preventa de los departamentos. Fue entonces cuando lo bautizaron Bristol Center y estalló la polémica por el cono de sombra que proyectaría sobre la playa Bristol. En consecuencia, las áreas técnicas del municipio desaconsejaron su continuidad y la obra fue interrumpida.
De inmediato, quienes ya habían comprado departamentos empezaron a reclamarle al gobierno del intendente socialista Luis Nuncio Fabrizio que siguiera la construcción. El exconcejal Juan Carlos Cordeu, que entonces formaba parte del bloque oficialista del Concejo Deliberante, recuerda que, en una una ardua negociación con los desarrolladores del emprendimiento, la administración comunal logró bajar la altura y reglamentar nuevamente las torres.
El proyecto acordado consistía en un complejo compuesto por tres subsuelos para uso de cocheras, un basamento integrado por tres niveles destinados a la radicación de locales comerciales, esparcimiento y actividades socioculturales, y tres torres dispuestas entre sí en forma triangular.
El Ejecutivo, a su vez, se aseguraba la donación de un auditorio de 370 metros cuadrados y de un salón de exposiciones de 390.
La noche de los tiros
A la 1.40 de la madrugada del viernes 6 de diciembre de 1974, el Concejo Deliberante aprobó por mayoría, gracias al voto doble del presidente del cuerpo ?el socialista Ricardo Junco?, la iniciativa para continuar la construcción del Bristol Center. Fue al cabo de una sesión que había arrancado a las ocho y media de la noche del día anterior y en la que grupos peronistas que habían copado la barra efectuaron disparos con armas de fuego.
El proyecto era polémico. De hecho, LA CAPITAL había abierto un espacio "de clarificación" para que las distintas fuerzas políticas se expresaran sobre la iniciativa enviada al Concejo por el intendente socialista Luis Nuncio Fabrizio.
Tras la votación, concejales que no acompañaban el proyecto advirtieron que recurrirían a la Fiscalía ante la supuesta violación de la ley que regula la proyección de conos de sombra sobre las playas.
Según reconstruye la crónica del diario, el desbande de la barra comenzó mientras tenía el uso de la palabra el concejal federalista Rodolfo Santamaría. El edil mencionó en su discurso al jefe nacional de su partido, el ex marino Francisco Manrique, y las dos agrupaciones peronistas que hasta ese momento se mostraban enfrentadas por el proyecto en discusión se unieron para repudiarlo.
Luego, los militantes intentaron fijar sobre una pared un afiche con la efigie de la presidente María Estela Martínez de Perón y el secretario del Concejo trató de impedirlo. El epígrafe de una de las fotografías publicadas por LA CAPITAL relata el episodio: "Primero volaron sillas, hubo intercambio de puñetazos y luego se escucharon nueve disparos. Uno de ellos pasó a centímetros de la cabeza de Peláez (el secretario)".
Lo más llamativo fue que los disparos y los disturbios sólo consiguieron interrumpir la sesión pero no suspenderla. Al terminar la jornada, eso sí, el Concejo repudió los acontecimientos.
Lo mismo hicieron algunas fuerzas políticas por su cuenta. El socialismo consideró que lo ocurrido en el recinto fue "un acontecimiento repudiable y nefasto para la democracia".
"Barras regimentadas se dedicaron a molestar a los concejales opinantes mediante gritos, insultos soeces y cánticos partidarios, e intentaron utilizar la imagen de la señora Presidente de la Nación como pretexto para invadir el recinto e interrumpir la sesión del cuerpo deliberativo. Este hecho dio motivo a la intervención del secretario del Concejo para evitar que la barra ocupara el lugar destinado a los concejales, siendo agredido por armas de fuego por el grupo invasor", agregó.
Los radicales, por su parte, entendieron que los forcejeos, la exhibición de armas de fuego y su utilización posterior marcaron la culminación de hechos que calificaron como "la más vergonzosa jornada transcurrida en toda la historia del Concejo Deliberante". No se equivocaban.
El impacto
Para la actual conducción del Colegio de Arquitectos, la aprobación implicó que se otorgaran condiciones excepcionales de construcción para esa área de la ciudad. Entiende que el del Bristol Center es el mejor ejemplo de lo que un emprendimiento sin el estudio necesario le puede generar al espacio público de la ciudad: un daño "prácticamente irreparable".
La obra continuó hasta que llegó la dictadura y todos los bienes y compañías de Graiver fueron expropiados por la Comisión Nacional de Reparación Patrimonial. Con el retorno de la democracia, los derechos volvieron a la empresa Construir. Es decir, a Lidia Elva Papaleo, la viuda de Graiver. El hotel fue terminado en los primeros años de la década del '90, cuando el presidente de la sociedad ya era Diógenes Alfredo de Urquiza Anchorena, el apoderado de Papaleo, que hoy sigue siendo el principal referente de la firma.
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