El caso de la Selección hizo explotar la interna. La vice se apoya en un discurso nacionalista y de desarrollo productivo para diferenciarse. El Presidente apunta a su liderazgo y a seguir marcando la agenda.
Por Ariel Basile.
El Congreso inactivo, la justicia de vacaciones de invierno, la aparición de algunos indicadores económicos positivos: un escenario que hacía prever, acaso, las primeras semanas de calma para La Libertad Avanza desde que Javier Milei asumió a la Presidencia. Pero el vértigo, inserto en el ADN del oficialismo, no se detuvo. Sin frentes externos, con los partidos opositores en silencio resolviendo sus cuitas, es la indomable interna la que provoca los estallidos.
Este domingo esa puja tendrá un nuevo capítulo, al menos del orden de las gestualidades, cuando Javier Milei vuelva a verse con Victoria Villarruel. Esta vez será tras el affaire Enzo Fernández – Francia. La anterior había sido el 9 de julio, sonrientes en un tanque, tras el faltazo de la vice a Tucumán para la firma del Pacto de Mayo.
En la era de imágenes y de Instagram intentarán calmar las aguas. Pero la relación Milei – Villarruel, más allá de potenciales sonrisas en la recorrida por la mayor muestra del agro, ya entró en la saga de los vínculos difíciles entre Presidente y vice. Solo el periodo Mauricio Macri-Gabriela Michetti queda fuera de esa lógica; tal vez por el bajo vuelo propio de esta última.
Aunque en política toda ofensa puede ser pasajera si hay ganas y voluntad, la tensión entre Milei y Villarruel avanza a un punto de no retorno. Fundamentalmente, por el bloqueo y el intento de recortar su rol que llega por parte de la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei. La vice, que en los últimos días se desentendió del entuerto diplomático a raíz de problemas de salud de un integrante de su equipo, busca mantener el vínculo con Milei en los carriles estrictamente institucionales. Nada más.
No piensa entrar en la pelea verbal… a menos que no tenga más remedio. Y cuando buscaba señales para un desembarco apacible en La Rural, las declaraciones de Manuel Adorni sobre el agradecimiento del presidente francés Emmanuel Macron a Karina Milei por haberse disculpado del tuit de la polémica funcionaron en sentido contrario. “Es seguir reflotando el tema, además van a terminar sancionando al pobre Enzo Fernández”, mencionaban en el Senado, búnker de Villarruel, al tiempo que expresaban que hubiesen esperado “un pedido a Macron para que baje un mensaje a los franceses y que dejen de silbar el himno argentino”, en referencia a los abucheos a los representantes nacionales en los Juegos Olímpicos de París.
En esta guerra fría, que por momentos se entibia, cada cual intenta delimitar el campo de la acción. El mileísmo se concentra en marcar la agenda mediática y reafirmar el liderazgo de Javier Milei, que por momentos es avasallante y tracciona casi en soledad los apoyos de la sociedad al Gobierno, que no menguó en las proporciones del ajuste desmesurado. Dentro de la Casa Rosada sostienen que los votos son de Milei, sin concesiones.
Villarruel retruca con otra hipótesis: en la boleta también estaba su nombre, y por ende la única lealtad de la vice es hacia el Presidente por haber encabezado la fórmula. Un aviso: no piensa condescender a órdenes de funcionarios no electos.
Pero, además, lleva la discusión a otro terreno. Ganarle a Milei en su batalla cultural (¿la madre de las batallas?) elevando dos ejes que aparecen como puntos débiles del Presidente: el discurso nacionalista y del desarrollo productivo.
El caso de la discordia, el del apoyo irrestricto a la Selección de fútbol, quizás la institución que más nacionalismo construye en épocas de desprestigio general, apunta en esa dirección. La salida de Julio Garro es prueba del triunfo. Pero también tiene esa connotación la foto del tanque (y no en Tucumán) el 9 de julio, en un intento de revalorizar a las fuerzas armadas. La cercanía de Milei con los Estados Unidos y sus emblemas, así como sus elogios a Margaret Thatcher, funcionan a contramano. En ese sentido, el apego de la vice a la causa Malvinas, donde su padre combatió, también aparece como contrapunto.
Otro modo de despegarse del Presidente es hacer énfasis en la producción. Por caso, Villarruel ya pasó en la semana por La Rural y expresó: “Para mí, hoy es el campo”, una frase que sacude el malestar del sector hacia Milei, quien para colmo no llevará anuncios hoy al escenario de Palermo. Solo ofrecerá palmadas de aliento, que difícilmente alcancen. No habrá fin de retenciones (atadas al superávit) al tiempo que se aferra al crawling peg del 2% cuando el agro (y cada vez más sectores) reclaman una devaluación que acorte la brecha entre el dólar oficial y el paralelo.
Villarruel llegó el pasado miércoles al predio ferial escoltada por tres senadores, uno de LLA, Bartolomé Abdala, y dos del PRO, Luis Juez y Alfredo De Ángeli. El primero representa una pulseada que le ganó a la Casa Rosada: lo catapultó a la presidencia provisional de la Cámara Alta cuando desde Balcarce 50 promocionaban a Francisco Paoltroni. Los legisladores amarillos son una muestra del vínculo con el PRO, si bien desde el entorno de la vice aseguran que no hay diálogo con Mauricio Macri. “Hay funcionarios de la Casa Rosada que se reúnen seguido, pero nosotros no”, aclaran. Aunque su renuncia a la presidencia del Partido Demócrata bonaerense alimentó teorías sobre una convergencia con el PRO para 2025.
La prédica productiva también la paseó días atrás por Catamarca, cuando se reunió con el gobernador peronista Raúl Jalil en la Fiesta Nacional del Poncho. Además de que las giras federales son parte de la agenda paralela, el eje en la producción es música para los oídos de los mandatarios, quienes analizan que el Gobierno acierta en el eje financiero pero pifia en el de la actividad económica. Buscan señales para la industria y el campo, que enciendan motores. Una queja que brota incluso de gobernadores dispuestos a acompañar al oficialismo. Si bien, dicen, la relación es con los ministros, de quienes tienen buena recepción, pero no con Milei. “Es la no relación, pero igual con Nación estamos bien”, explicaba un mandatario de la liga de Juntos por el Cambio.
Como fuera, la primera aparición de Milei como Presidente en La Rural lo pondrá de nuevo cara a cara con su vice, en momentos de tensión. Y donde ésta última intenta forjar una imagen que lo diferencia de su jefe, pero sobre todo de El Jefe.
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