El sistema funciona de la siguiente manera. Cada integrante del Congreso Nacional, sea diputado o senador, cuenta con un número determinado de viajes al exterior por mes.
El congresista puede utilizarlo para participar de cualquier feria, congreso, reunión, partido de fútbol o atracción turística que desee, siempre y cuando la muestre como “un viaje oficial”, y tendrá todo cubierto. Del mismo modo, si decide no viajar, la cámara que le corresponda le acredita el dinero del viaje no hecho en su cuenta bancaria. Por ese dinero no hace falta pagar impuestos ni registrar la ganancia en AFIP. Es un regalo que el Congreso Nacional le hace por haberse decidido a no viajar por el mundo y quedarse trabajando en su despacho.
Todo comenzó con un simple informe de “El Diario de la Tarde”, un programa de tinte periodístico emitido por canal 13. En el mismo, se informó que el diputado nacional Fernando Iglesias cajeó 77 mil pesos por los pasajes de enero y febrero de 2018. Sumados a diciembre de 2017, la suma depositada en su cuenta trepa a 105 mil. Entonces, ante el acoso de los ciudadanos, el diputado publicó en su cuenta de Twitter: “Fui a Estados Unidos en actividad oficial y consiguiendo que una ONG pagara mi pasaje. No cambié nada. El dinero de los pasajes no usados se deposita en mi cuenta y será donado”.
Minutos después, desde Abdon, una reconocida cuenta de Twitter que suele desenmascarar a diferentes dirigentes políticos, explicaron la mentira del diputado: “Mentira. Si el pasaje te lo pagó una ONG, el viaje no figura en la lista de diputados. Además, los pasajes no se acreditan solitos, sino que tenés que hacer el trámite on line”. Además, de haber sido pagado por una ONG, el viaje no solo no debiera figurar en el registro de viajes de la cámara, sino que además debiera estar registrado en la lista de viajes financiados por terceros en la Oficina Anticorrupción, cosa que no ocurrió.
Ante esa situación, el diputado enfurecido desafía al twittero: “Venite el lunes al Congreso, con un escribano. Vamos a la oficina de pasajes y vemos si mi pasaje lo pagó la cámara o no. Si es así, yo te doy el doble de la guita. Si no, vos la donás al Garrahan. ¿Aceptás, guapo de Twitter?”.
Como respuesta, la cuenta que lo denunció explica que si Fernando Iglesias estuviese diciendo la verdad, el viaje fue pago por una ONG y al no figurar en el registro de viajes financiados por terceros de la Oficina Anticorrupción, se está cometiendo un delito al chocar con el artículo 18 de la ley ética pública y su reglamentación.
Increíblemente, Fernando Iglesias dio marcha atrás y afirmó que el pasaje lo pagó él con dinero de su bolsillo. “No me acordaba”, intentó justificarse. Hasta sus propios seguidores comenzaron a atacarlo, por lo que el diputado decidió publicar un recibo de tarjeta American Express por un total de 6.060 pesos, indicando que es el valor de la primera cuota.
Sin embargo, un estudio más minucioso del resumen muestra que el pago se hizo a la vuelta de su viaje y en una sola cuota. Además, no figura ningún destino, sino solamente Despegar.com. De este modo, es imposible que se trate del mismo viaje, dado que nadie paga sus viajes después de ir, sino mucho antes.
Entonces, el diputado Fernando Iglesias vuelve a retractarse y muestra otro resumen, esta vez de una tarjeta Mastercard, con el supuesto pago del pasaje. Insólitamente, el pasaje era a Dallas y no a Nueva York como indicaba el viaje de la cámara de Diputados.
Tres explicaciones para un mismo viaje, ninguna concluyente. El papelón de Fernando Iglesias dejó al descubierto un interminable negociado casero que los congresistas han tenido en las últimas décadas. Un show de viajes al extranjero que, en su enorme mayoría, no tienen ninguna función más que el paseo al exterior de un diputado o un senador con amigos.
La lista no se limita a Iglesias. La diputada Elisa Carrió, en los últimos 3 años, recibió un “bonus” de 860.400 pesos en su cuenta bancaria en concepto de “canje de viajes”. El gremialista imputado por la Justicia Alberto Roberti, unos 355.800 sólo en el 2017. Sumados, los canjes de la totalidad de los congresistas alcanza 200 millones de pesos en los últimos 5 años, tan solo en la cámara de Diputados.
Tal prerrogativa debe ser interpretada como una luz roja, una señal de alerta de fondos públicos mal utilizados, direccionados de modo caprichoso para beneficiar a quienes ya pertenecen a la clase más privilegiada del país. Son 200 millones de pesos, que en un país como la Argentina pareciera ser una gota de agua en un océano. Puestos en contexto, la ecuación adopta otro color. Entre la cámara de Diputados y la de Senadores suman un monto cercano a los 500 millones de pesos en viajes durante los últimos 5 años. 500 millones en turismo para los que ya son ricos en un país que no puede pagarle a los docentes. 500 millones en turismo para millonarios en un país que no tuvo presupuesto para reparar adecuadamente al ARA San Juan. 500 millones dilapidados en un país que cierra fábricas todos los días.
Puestos en contexto, 500 millones de pesos dejan de ser “una gota en el océano” y es un número considerable de dinero, que sale día a día en concepto de impuestos del bolsillo de todos los contribuyentes de a pie, de aquellos que no viajan gratis al exterior. Es mucho. Mucho más de lo que nuestra precaria economía está preparada para solventar.
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