Los xeneizes encontraron señales alentadoras tras los dos éxitos conseguidos, algo que no lograban desde hacía cinco meses, aunque saben que la bomba que tienen instalada en el vestuario no está desactivada; un equipo que se debate entre los escándalos y una pelota
Disfruta de un momento por el que tuvo que esperar durante cinco meses. Aunque resulte extraño el conjunto xeneize, con Carlos Bianchi a la cabeza, acumulaba esa cantidad de tiempo sin poder ganar fuera de la Bombonera y la misma cantidad de días, algo así como 150, sin encadenar dos victorias consecutivas. Desde el 6 de octubre de 2013, en el superclásico ante River, que no conseguía vencer fuera de su casa, y desde aquella oportunidad no acumulaba dos juegos en serie, ya que antes había superado a Quilmes por 2-0. Pero no puede quitarse de encima la espesa nube de desconfianza que está instalada en el vestuario. Es que, más allá de los triunfos ante Olimpo y Racing, todavía resuenan los gritos y los golpes de Orion para Ledesma. Una situación que, más allá del bálsamo de los éxitos, le duele todavía a todo Boca.
Siente el Virrey que tras el clásico con Racing, en Avellaneda, encontró guiños en el rendimiento individual. Que Fernando Gago volvió a darle juego al equipo, que Sánchez Miño pudo ser intenso durante todo un partido, que Insúa tiene la energía que necesita la defensa por el sector izquierdo y que el equipo encontró pequeñas asociaciones que, por ejemplo, le permitieron quedarse con los tres puntos en el Cilindro. Pero no puede olvidarse el entrenador que tuvo que darle descanso a Ledesma, no sólo porque tiene un desgarro, sino porque los golpes que recibió de Orion.
"La camiseta de Boca es demasiado grande como para andar haciendo todas estas cosas". La frase de Rolando Schiavi en ESPN, uno de los referentes que tuvo Boca en el último título conseguido (Apertura 2011), marcan una situación que complota contra la urgencia de Boca por encontrar victorias que le permitan maquillar tanto desarreglo. Y el escenario que se le presenta parece ideal para intentarlo, porque en el calendario aparecen rivales como Argentinos, en la Bombonera; Quilmes, en el Sur, y el superclásico con River, que puede servir de despegue definitivo, en el cierre de un mes muy convulsionado para el universo xeneize.
Es imposible imaginar cómo se sucederán las cosas en este modelo 2014 de Boca. No sólo por la irregularidad que demostró de la mano del Virrey durante los 67 partidos que lleva dirigidos en este tercer ciclo, sino porque la bomba de tiempo que es el vestuario no está desactivada. En ese contexto, los dirigentes están atentos y en un incomprensible silencio. Porque si bien pretenden ponerles fin a varios contratos, saben que están atados hasta junio próximo.
Los nombres de Ledesma, Riquelme, Orion y Martínez parecen incompatibles para la vida del conjunto de la Ribera. Si bien Bianchi lo sabía, jamás pensó que le iba estallar el último viernes. Porque él tuvo vestuarios calientes con las diferencias entre Riquelme y Palermo, pero ninguno de los inconvenientes que pudieron suceder en aquella época vio la luz. Por eso quedó tan expuesto en la conferencia de prensa en la que Riquelme anunció que se cortaba el contacto con la prensa hasta el final del torneo. Y ante semejante situación el técnico se concentró en borrar pronto esa imagen, por eso se puso al frente en la arenga previa al partido con Racing, y está enfocado en inocular el mensaje de buscar un enemigo, que otras veces tantos resultados le dio. Y ahora los medios de comunicación son el blanco. Con esa fórmula supo sacar lo mejor de varios planteles y eso pretende en este caso. "Debe estar preocupado [por Bianchi] por todo lo que está pasando, ojalá pueda reaccionar, que el equipo levante y pelee el campeonato", comentó Schiavi.
Pero no desconoce el Virrey que también el contexto es diferente y eso llena de dudas al entrenador y al propio Boca. Porque muchos creían que la mística de Bianchi les iba a servir para no terminar penúltimos en el Final 2013 o que les iba alcanzar para ganar el Inicial. Pero nada de eso sucedió y en 2014 sólo acumulan tensión y sus aspiraciones de luchar por el título dependen de la inestabilidad de los demás equipos. En principio, para el próximo partido tendrá una primera dificultad: no contará con Gago e Insúa, dos de los jugadores de mejor rendimiento ante Racing. Y no es un detalle menor, porque el DT sabe que una derrota ante Argentinos reflotaría los problemas internos.
Por eso Boca se debate entre sus complejos. No sabe si su pequeño reverdecer deportivo se impondrá a los escándalos o si las diferencias del vestuario se deglutirán los deseos de, al menos, luchar por el título..
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