Sondea liderazgos opositores. Teje acuerdos para proteger al presupuesto 2024 del ajuste mileísta. Operativo seducción en marcha, con la UCR en el radar.
Por Juan Rubinacci.
El gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, tiene una certeza: los fondos con los que proyectaba el presupuesto 2024 no son los que había dibujado en el borrador con Sergio Massa en pleno fragor de la campaña presidencial que, finalmente, dejó al hincha de Tigre fuera de la cancha. Con Javier Milei en el sillón de Rivadavia las cosas serán distintas y aquel ensayo deberá mostrar números más bajos, lo que, traducido al reparto de fondos, inexorablemente dejará disconforme a más de un intendente –de todo color político-. Para ello, el mandatario bonaerense, que inició este viernes la madre de todas las transiciones en un encuentro con el futuro ministro del Interior, Guillermo Francos, comenzó a construir dos blindajes, uno financiero - le pidió a la Legisltura que lo autorice a tomar deuda en pesos por 150 millones de dólares- y uno político: ya lanzó un operativo seducción con la mira en dirigentes que le levanten la mano cuando la ley de leyes bonaerense viaje al parlamento provincial. Allí, pretende asegurarse el respaldo del radicalismo, el sector de la oposición con el que tuvo mejor sintonía durante su primer mandato.
La provincia será la resistencia a un temporal de recortes, ajuste y privatizaciones que el presidente electo prometió en campaña y reafirmó ya con el ballotage en el bolsillo. En ese marco, Kicillof deberá administrar y contener a los diferentes sectores del panperonismo derrotado, pero también robustecer su músculo político para atravesar cuatro años que necesitarán de respaldos y aguante.
Con la tropa propia no alcanza. Por eso, empiezan a asomar las narices de algunos intendentes y referencias legislativas del radicalismo que están bien lejos del acuerdo prolibertario a nivel nacional y se debaten entre fortalecer –como se pueda- lo que quede de Juntos por el Cambio (JxC) o escindirse de la coalición y buscar nuevos acuerdos, ya con el estandarte de la UCR en la primera línea.
“Lo que está haciendo Kicillof es sumar. El radicalismo no tiene a dónde ir, es inteligente querer sumarlo a este espacio que, entiendo, está armando”, le dice a Letra P un intendente que reconoce un chat con el gobernador. “Me mandó un mensaje antes del ballotage y me preguntó qué iba a hacer, nada más”, sostiene. El alcalde, de cierta influencia entre los jefes comunales radicales, asegura que, a diferencia del PRO, la UCR no participará de nada que tenga que ver con Milei y su gobierno.
El intendente dice que “el radicalismo está en una situación compleja. Milei no tiene garantizado el éxito y Kicillof en cuatro años es competitivo, aunque sin el apoyo de todos los suyos y de los radicales la puede pasar mal. Es el nuevo jefe de la oposición”. La puerta está entornada.
Este jueves, el gobernador se reunió con la cúpula del Foro de Intendentes Radicales, integrada por Miguel Fernández (Trenque Lauquen) y Maximiliano Suescún (Rauch). Aunque la reunión giró sobre el envío del presupuesto 2024 a la Legislatura y las deudas que el gobierno provincial mantiene con los municipios, se descuenta que, una vez tachados los ítems de la minuta, la charla se relajó. Kicillof está en plan ampliación y abraza la idea de trabajar más aceitadamente con un sector que, si bien tiró algunas piedras a mediados de año en reclamo de fondos, siempre colaboró y recibió con brazos abiertos las obras y los gestos del mandatario.
Otra fuente UCR le confirmó a Letra P que Kicillof, de diálogo frecuente con intendentes del partido centenario, le dijo que “el radicalismo tiene que reestructurarse, ser parte de un armado más grande”, aunque juró que no hubo ofrecimiento ni promesas de puestos en el nuevo gabinete: “No está saliendo a ofrecer cargos, sólo hay un canal de diálogo. Nosotros somos orgánicos, no veo un intendente pegando el salto al gabinete de Kicillof ni él está ofreciendo un gobierno de coalición”, sentenció.
La semana que viene, el radicalismo tendrá un encuentro entre intendentes y legisladores que iba a realizarse este jueves y debió postergarse, a la espera del encuentro entre el gobernador y los representantes del Foro. Sin embargo y a pesar de la fluidez de las conversaciones entre las partes, un intendente abrió el paraguas: aseguró que un acuerdo con un jefe distrital “no le garantiza que lo acompañen los legisladores” en el tratamiento del presupuesto. Por algo se empieza.
La relación entre radicales con responsabilidades ejecutivas y Kicillof se remonta al inicio de la pandemia, con los fondos y las obras que el gobierno provincial llevó a los distritos. De allí que la sintonía fina continuó con Fernández, Suescún y los alcaldes de General Madariaga, Esteban Santoro; de Magdalena, Gonzalo Peluso, y de Suipacha, Alejandro Federico, sólo por nombrar un puñado de casos. “Hay movimientos, conversaciones con un ministro u otro, te tiran ´che, ¿qué van a hacer? ´, pero no hay un canal formal, no significa que vayamos a ser parte del gabinete”, reconoció una fuente.
Una vez superado el tratamiento de la ley de leyes, Kicillof deberá consolidar los acuerdos y las alianzas no sólo para resistir cuatro años de gobierno mileísta, que, sabe, no serán provechosos para la provincia que administra. También tendrá que fortalecer un armado propio si es que en 2027, sin reelección provincial posible, quisiera pelear por la presidencia. Entonces los satélites deberán ir más allá del planeta upeísta (camporismo, intendentismo y massismo) y llegar a terminales radicales no mileimacristas o palomas PRO de raíces pejotistas. El operativo está en marcha.
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