Moscuzza, Mattera, Ostramar y El Marisco registran trabajadores bajo convenio colectivo. Más de 200 obreros para recibir más cupo de pescado este año y el que viene, cuando el sector recupere rentabilidad.
La situación de quebranto que afecta a las empresas pesqueras de Mar del Plata desde hace más de dos años no impide que algunas de las más importantes hayan iniciado un proceso de registración de personal que hasta ahora se desempeñaba en cooperativas con las que tercerizaban la contratación de mano de obra.
Cuando azota sobre la industria pesquera una tormenta perfecta, de atraso cambiario, inflación que dispara los costos internos, presión tributaria y devaluación en los principales mercados que tornan un bien de lujo los productos nacionales, Moscuzza, Mattera, Ostramar y El Marisco, dan un paso al frente y blanquean al personal que hasta ahora tenían en un gris oscuro, casi negro.
Todas estas empresas cuentan con buques fresqueros propios, factor determinante para garantizar la provisión de materia prima y pensar que no habrá sobresaltos ni convocatorias esporádicas, como les sucede a muchos obreros que siguen ligados a cooperativas. Y son pocos los que tienen una suma garantizada semanal. En la mayoría de los casos, solo cobran cuando trabajan.
El grupo del blanqueo suma 206 trabajadores. Algunos tienen más de 20 años de no saber lo que significa un recibo de sueldo, el pago de aguinaldo, vacaciones, obra social y jubilación. Años de tener que escuchar la radio para saber si al otro día debían o no trabajar. Una colección mayúscula de meses sin tener que abonar cargas sociales ni previsionales para las empresas contratantes.
El que primero movió las fichas fue “El Marisco”, que registró 16 trabajadores a comienzos de año en la PyME “Sebastian Gabotto”. Luego se sumó Ostramar, del Grupo Caputo, que con la PyME “Mc Chili” (no hay coto para la originalidad en los bautismos empresariales) pasó bajo convenio a 48 trabajadores. Otros cinco fueron registrados en “Giada del Mar”, otra Pyme creada por el grupo empresario y que trabaja en contraturno.
Pesquera José Moscuzza deambula por el laberinto de la registración desde marzo pasado, cuando tras una protesta de los cooperativizados firmó un compromiso con el Soip para blanquearlos en 60 días.
Transitamos un octubre que de primaveral tiene poco y la empresa todavía no encontró la salida. Serán 82 obreros, en su mayoría fileteros, que se desempeñaban en las cooperativas Coofenfilmar, cuya planta funciona en 12 de Octubre pasando Cerrito, y “Los 3 Amigos”.
Moscuzza ya tenía obreros registrados bajo convenio, al igual que Solimeno y Valastro, pero en su caso eran peones, envasadoras y camaristas, los escalafones más bajos del convenio. No es casualidad, los fileteros perciben mayores ingresos y cuando hay abundancia de materia prima, son pocos los que desean pasar a la relación de dependencia.
Fundamentalmente porque ganan menos y también porque les cuesta acostumbrarse a cumplir horarios y asistir todos los días a trabajar. Ahora que es tiempo de vacas flacas priorizan tener un ingreso seguro antes que convocatorias intermitentes.
La demora principal del proceso de registración de Moscuzza tuvo que ver con la deuda que mantenían los “socios” de las cooperativas con Afip por el concepto del monotributo desde el 2004 a la fecha.
En un principio el Soip la había calculado en más de 300 mil pesos. Sin los libre deuda no había chances de activar el formulario 931 del alta temprana, primer paso en el operativo registración. Vueltas y trámites burocráticos en Afip, la empresa, el gremio, dilataron todos los tiempos.
La negociación por la compensación del tiempo en que fueron tercerizados en la cooperativa fue áspera. Terminaron acordando $3500 por cada año trabajado. Hubo discusiones porque la empresa no les reconoció a todos la antigüedad que pretendían, pero se terminaron acomodando.
La suma se paga en 3 cuotas. La primera al momento de ratificar el acuerdo en los tribunales laborales. La segunda cuando se homologa y la tercera a los 30 días de la segunda. Esta semana esperaban ratificarlo para comenzar a trabajar, algo que no hacen desde el 25 de septiembre. No saben todavía cuánto cobrarán por estas dos semanas de lucro cesante.
Frigorífico Don Luis, del Grupo Mattera, también inició el proceso de registración, luego de una protesta en agosto pasado. Son 55 trabajadores de los 60 que procesaban el pescado que entregaban sus barcos fresqueros, los pocos que tiene funcionando, a la cooperativa “Costa Azúl”, que preside Martín González y funciona en San Salvador y José Hernández.
El epicentro de la protesta, que incluyó corte de la calle Ortíz de Zárate, fue en las oficinas administrativas del grupo, aledañas a un frigorífico que hace un par de años estuvo a punto de inaugurar Cristina Kirchner por teleconferencia y donde el fallecido Juan Mattera invirtió casi 10 millones de dólares.
Una tormenta eléctrica impidió la transmisión vía satélite, dejó a los invitados en la fría línea de producción sin corte de cintas pero pipones con el ágape. Y la fábrica no se puso en funcionamiento nunca más. Hoy los modernos equipos esperan por variables más favorables para el negocio. Solo se llenan las cámaras frigoríficas.
Desde que se prendieron las gomas frente a la administración, Mattera/González entrega 1500 pesos semanales hasta tanto se concrete el pase al blanco. Acá también hay deudas importantes por el no pago del monotributo y todavía están lejos de cerrar el acuerdo por los años del negro. La empresa ofrece 2 mil pesos.
González ha atravesado una relación espinosa con Mattera. La empresa se ha quejado varias veces, según cuentan los obreros, de los rendimientos escasos que tiene el pescado que da para cortar a la cooperativa. El fallecimiento de Luis Mattera, hermano de Juan, días pasados, abrió un paréntesis en las negociaciones.
Qué motiva a estas cuatro empresas a cumplir ahora con lo que marca la Ley Federal de Pesca, cuando el sector vive una profunda crisis de rentabilidad. Fernando Rivera, presidente de la Cámara de la Industria Pesquera Argentina (Caipa) reveló que no hay motivos adicionales a terminar con un modelo “que no podía seguir más”.
Algunas pisadas quedaron marcadas en las actas del Consejo Federal Pesquero. El cuerpo viene distribuyendo merluza hubbsi de la Reserva de Administración y la prioridad son las empresas que han registrado personal en tierra.
El barco “Don Pedro” de Moscuzza ya recibió 500 toneladas. El San Antonino, de Caputo, 200 toneladas. El Marisco solicitó cuota adicional en julio pasado por resultar insuficiente el cupo que tiene para abastecer a su personal.
Desde el CFP le pidieron tiempo y lo tendrán en cuenta cuando “exista disponibilidad” de merluza. Ya hizo los deberes y quiere percibir los beneficios. Cuando termine de arreglar los barcos, en Mattera pedirán lo propio.
Pero hay un incentivo mayor para el año que viene. En recientes declaraciones a Revista Puerto, Miguel Bustamante anticipó la puesta en marcha del certificado de captura legal para las especies cuotificadas. La merluza es la principal.
El Subsecretario de Pesca explicó que a partir de un mayor control, se podrá aumentar el volumen de captura permitido. Es decir, se distribuirá más merluza hubbsi entre los dueños de cuotas. “Quizás puedan llegar a ser unos 700 mil cajones más para el puerto marplatense en el 2016”, aseveró el funcionario.
El hecho de que no haya campañas científicas desde el 2013 para conocer el estado de la merluza, saber su estadio biológico y verificar si puede soportar semejante aumento del esfuerzo pesquero, parece anecdótico. Nunca faltará algún científico dispuesto a ponerle la firma en el Inidep.
Todo vale tras el cambio de pantalla/gobierno. Más peces para pescar en el año en que todos descuentan que la pesca de merluza recuperará rentabilidad. Buen momento para registrar personal explotado durante años y acaparar la mejor tajada posible.
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