El fondo de inversión internacional más grande del mundo continuará en el país. Aunque para aumentar su presencia, especialmente en el mercado de capitales financieros, habrá que esperar.
Por Carlos Burgueño
Por ahora, BlackRock, el fondo de inversión internacional más grande del mundo, continuará con sus posiciones en la Argentina vinculadas a la economía real. Aunque para aumentar su presencia en el país, especialmente en el mercado de capitales financieros, habrá que esperar. Pero al menos, y sin mayores rencores, el fondo de Larry Fink está dispuesto a escuchar lo que se proponga para el largo plazo, y el verdadero compromiso que dentro del Gobierno haya en 2023 para sostener el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Esta es la información con la que cuentan en Buenos Aires parte del equipo económico de Sergio Massa, y que surge de la información que otro fondo de inversión colega le confirmó al ministerio de Economía.
La buena noticia de mínima, es que la bronca estructural del fondo de Larry Fink contra el país generada por la inestabilidad financiera de la Argentina y la manera en que se reestructuró la deuda en agosto de 2020, estaría terminando. Y no por cuestiones sentimentales, sino porque sus inversiones reales en el país le estarían haciendo ganar dinero. No mucho, pero su panorama general local está en azul desde hace unos meses.
BlackRock, se supone, mantiene en sus carteras gran parte de los bonos recibidos en el programa de reestructuración encabezado por Martín Guzmán, que hoy, y pese a una mejora desde que llegó Sergio Massa al Palacio de Hacienda, navegan en una cotización casi de default, con un valor promedio de aproximadamente un 37% cuando el Valor Presente Neto (VPN) de corte fue de 54,8%. Sin embargo BlackRock mantiene todas sus inversiones, fundamentalmente las derivadas de la economía real.
El mensaje de cierta paz hacia Buenos Aires había sido llevado meses atrás por Pablo Goldberg, un compatriota master de la Universidad Di Tella, que detenta el cargo de head of Research and Portfolio manager for BlackRock’s Emerging Market Debt Team; lo que lo convierte en una persona con un doble valor agregado en la organización. Es experto en mercados emergentes y especialista en deuda, con el ADN de haber convivido con las crisis locales. Lo que le da un valor agregado y una ventaja competitiva inigualable, al comparar las crónicas caídas argentinas con las más prudentes que se ven en otros países emergentes. El fondo le dio la tarea de seguir el complicadísimo caso argentino, teniendo en cuenta que sólo un criollo de ley puede entender que es lo que sucede en el mercado local.
BlackRock parece no estar disconforme con el resto de sus posesiones. O al menos no redujo su presencia en la economía real argentina en todos estos años de presencia del oficialismo en el poder. Tampoco dio señales de descontento con sus tenencias en empresas de varios sectores industriales y servicios clave. Incluso en algunos, como YPF, dio señales de satisfacción en las últimas reuniones de accionistas.
El fondo de Fink aceptó la reestructuración que organizó a comienzos de la gestión de Alberto Fernández el ex presidente de la petrolera Guillermo Nielsen, así como una porción importante de las acciones de la petrolera. BlackRock pose el 5,67% del paquete, con 9,77 millones de acciones en su poder. Ingresó en la petrolera como socio privado en los 90, como parte de su alianza global con Repsol y permaneció inmutable sin defender a los españoles (sólo negocios, nada personal), durante el conflicto por la renacionalización de la petrolera por parte del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner en 2012.En aquellos días, BlackRock decidió retirar su alianza estratégica con Repsol en la petrolera, luego de una conversación con el CEO designado por la ex presidenta, Miguel Galuccio. El buen diálogo entre ambos se mantiene hasta estos días. De hecho, Galuccio fue uno de los pocos que pudo demostrar durante los eventos negociadores que llevaron a la reestructuración de deuda de agosto 2020 tener línea directa con el propio Fink, a quien intentó convencer de aceptar alguna de las ofertas que venía proponiendo Martín Guzmán durante el proceso de reestructuración de la deuda privada bajo legislación internacional. No tuvo éxito, pero demostró ser el único argentino que, en serio, era atendido por la dirección de BlackRock y al que le escuchaban argumentos.
Incluso en varios puntos, logró que Fink aceptara treguas que no presionaran más al país y empeoraran las condiciones de negociaciones. Debido a esta relación directa con el exCEO de YPF, y hoy conductor de una exitosa empresa de servicios del sector (Vista Oil & Gas), BlackRock mantuvo siempre su permanencia en YPF y aceptó participar en todas las colocaciones de deuda, incluyendo los títulos que entraron en renegociación. BlackRock también mantiene, una posición amistosa en el juicio que el fondo buitre de origen inglés Burford inició por la manera en que se encaró la renacionalización de YPF en 2012; ofreciendo, incluso, la colaboración de sus abogados si se necesitara.
Los mismos que luego intervinieron en la negociación de la deuda de 2020. El interés aquí es simple de explicar: si Argentina pierde el caso, las acciones de la petrolera se verían afectadas, y, en consecuencia, perdería dinero. El fondo más grande del mundo tiene además una presencia importante como socio de la Argentina en la economía real. No solo por su intervención como accionista de multinacionales de fuerte presencia local como Coca-Cola, Bayer, Apple, Microsoft, Telefónica o Procter & Gamble (entre otras); sino como propietario de acciones de varias de las empresas más importantes del mercado como Mercado Libre, Tenaris, Grupo Galicia, Banco Macro, Telecom, Pampa Energía, TGN, Arcos Dorados y Adecoagro.
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