Hay algo que va más allá de la buena o mala elección de precandidatos o de la estrategia comunicacional. En filas K un gran tema de preocupación es la pérdida de buena parte del electorado ahora que la caja oficial luce "agotada". El problema del "populismo sin billetera" y el "síndrome Fito Páez"
n horas difíciles para el kirchnerismo, al que no le quedó ninguno de los"premios consuelo" a los que se suele echar mano tras un revés electoral.
Hasta ahora, siempre había algún argumento para minimizar el peso anímico de una derrota. En algunas ocasiones, como sucedió en Mendoza, se planteó que la diferencia en las urnas fue mucho menor a la que habían marcado las encuestas. Y que la posibilidad de pelear la gobernación no estaba cerrada para el peronismo.
En el caso de Santa Fe, donde el tercer puesto logrado resultó demasiado lejano como para poder alentar cualquier posibilidad de disputar el poder, los kirchneristas encontraron también el consuelo de constatar que -tras haber sufrido un retroceso- los candidatos peronistas habían empezado un camino de recuperación.
Pero lo que dejaron las primarias en Ciudad de Buenos tiró abajo toda posibilidad decompensar la derrota con el "relato".
Al papelón inicial de haber festejado un segundo puesto inexistente, se suma ahora la depresión que dejan los "números finos".
Como por ejemplo que la performance del Frente Para la Victoria (FpV) fue peor este añoque la que había logrado Daniel Filmus en los anteriores comicios de 2011, cuando cosechó 27,7% de los votos. Es decir, casi 10 puntos más que los que lograron Recalde y los demáspre-candidatos del sector oficialista.
Hasta el propio Aníbal Fernández, hábil declarante para disimular situaciones adversas, terminó admitiendo la contundencia de las cifras, a las que apenas intentó justificar con el argumento de que la Capital ha sido, históricamente, un territorio hostil para con el kirchnerismo.
Cifras que hablan por sí solas
La depresión del kirchnerismo puede empeorar todavía más cuando se pasa el peine fino sobre los números y se analiza la performance electoral por comunas.
En abierta contradicción con el "relato" -que liga al proyecto de Cristina Kirchner con el apoyo de los sectores sociales más desfavorecidos-, los fríos números muestran que también en los barrios de bajos ingresos hubo un notable avance del PRO.
Y ese avance no fue en detrimento de terceras fuerzas -como queda demostrado por la buena cosecha electoral de Martín Lousteau- sino que, sobre todo, fue en perjuicio del Frente para la Victoria.
Por caso, en la comuna 8, que comprende la pauperizada zona de Lugano, Villa Soldati y Villa Riachuelo, el Frente Para la Victoria se ubicó veinte puntos por debajo del 46% que lograron los candidatos macristas. En la anterior elección, esa comuna ofrecía un escenario de disputa mucho más pareja, en el cual el PRO se impuso por muy escaso margen (39% a 36%).
Para colmo de ironías, uno de los distritos en los que el oficialismo resultó mejor posicionado, con un segundo puesto en la tabla, fue Puerto Madero, que no sólo es el barrio emblemático de los nuevos ricos sino que, además, ha estado ligado a las situaciones de la corrupción, como el affaire Boudou.
Con caja oficial "agotada", ¿menos votos Nac&POP?
Hay una primera conclusión clara tras las PASO de Capital.
La baja performance del FpV no puede atribuirse sólo al histórico comportamiento antiperonista que demuestran los porteños. A fin de cuentas, ese mismo sentimiento ya era fuerte en 2011 y en aquella oportunidad el kirchnerismo hizo una elección mucho más digna.
¿Qué cambió entonces entre ambos momentos como para explicar ese bajón electoral?Esta es la pregunta que se están haciendo los estrategas kirchneristas, en busca de atenuar el daño en la elección de julio.
Por lo pronto, hay algo que parece claro: no es un problema de candidaturas. Podrá criticarse a Recalde y su gestión en Aerolíneas, pero de ninguna manera se puede argumentar que sea menos carismático que Filmus.
Tampoco podrá sostenerse que Cristina Kirchner haya demostrado menor simpatía o entusiasmo por Recalde que por Filmus, ya que lo ha ponderado reiteradas veces en actos públicos de difusión nacional por su manejo con la aerolínea de bandera.
Más bien, la sensación existente es que la pérdida de votos del kirchnerismo obedece a la desmejora en la economía. Es decir, al motivo más clásico de variación de voto en la Argentina.
En 2011 se vivía un boom de consumo, con récord de ventas en productos de los más variados, desde teléfonos celulares e indumentaria hasta automóviles.
La inflación estaba en un nivel relativamente "bajo" (21%) y -lo más importante de todo- elpoder adquisitivo del salario crecía, de la mano de paritarias que ajustaban bien por encima de la suba de precios.
Ahora, en cambio, las previsiones son de un tercer año de estanflación.
Los últimos datos de consumo relevados por la consultora CCR marcan en marzo ladecimoquinta caída consecutiva en la comparación interanual. Y el bajón se produce a pesar del esfuerzo oficial por impulsar la demanda a través de planes como el Ahora 12 o Renovate.
Algo que resulta evidente es que la demora de las paritarias y la reducción de los márgenes empresariales han determinado que los salarios no hayan podido defenderse frente a lainflación.
Superando el "síndrome de Fito Páez"
Lo llamativo es que el enfriamiento de la economía no está afectando a todos por igual. De hecho, mientras lo sufre el kirchnerismo el PRO amplía su base de apoyo político.
Para los analistas, lo que se desprende de esta situación es que los oficialismos -cualquiera sea su color- siempre cuentan con un "piso" muy alto de apoyo. Es algo que se está constatando en todas las primarias provinciales.
"Hay algo que está muy claro: para ganarle al que está en el poder, si no hay una coalición muy fuerte, el gobierno tiene ventaja relativa", apunta el politólogo Rosendo Fraga.
Esta fortaleza de los oficialismos se basa en una suma de factores, donde el de más peso es el presupuesto. A través de la obra pública, de los planes asistenciales, de la relación con los referentes sociales y "punteros" barriales, el poder siempre cuenta con un hándicaprespecto de sus desafiantes.
A ellos se le debe agregar la extendida práctica de hacer publicidad electoral apenas disfrazada bajo la forma de difusión de obras. En este campo no se diferencia tanto el PRO del kirchnerismo: ambos han recurrido a Internet, tv, radios, diarios y vía pública para mostrar a los mandatarios junto a sus "logros", llámense bicisenda, parques industriales, comedores infantiles o trenes.
Sin embargo, lo que se está comprobando es que la suerte de los oficialismos nacional y regional, que hasta ahora siempre iban de la mano, ahora van por caminos diversos.
Mientras los gobiernos locales mantienen una fuerte base de apoyo, al Gobierno nacionalparece afectarle la situación económica.
Para algunos analistas, una palabra clave es "gestión". Incluso, el propio kirchnerismo lo evaluó de esa manera en elecciones anteriores. Por ejemplo, cuando perdió ante Sergio Massa en las legislativas de 2013 en la provincia de Buenos Aires.
En aquel momento, el politólogo Artemio López, uno de los más influyentes en la usina delpensamiento kirchnerista, argumentó que el problema principal había sido la gestión deficiente del gobernador Daniel Scioli.
Apuntaba que era un error para el kirchnerismo focalizarse en la clase media, que siempre le resultaría esquiva, y que resultaba conveniente extremar los esfuerzos en asegurarse que la maquinaria de la asistencia social no tuviera problemas logísticos.
Ante una falla estratégica de ese tipo, decía, había un porcentaje de voto "no ideológico" que fácilmente podía fugarse.
Las cifras del pasado fin de semana en Capital sugieren que también en el PRO se aprendió esa lección: los sectores más pobres de la Ciudad han respaldado de manera masiva almacrismo.
Mientras el Gobierno nacional paga el costo de aparecer como responsable por la estanflación, Macri se lleva los laureles por sus logros en la gestión en problemas concretos, como la resolución del problema de las inundaciones o la mejora del transporte públicomediante el Metrobus.
Este es el punto que los analistas afines al kirchnerismo tratan de interpretar. Se preguntan cómo es posible que los sectores socioeconómicos bajos de la Ciudad se fuguen desde el FPV hacia las filas macristas.
Le pasó en 6,7,8 a Sandra Russo, biógrafa oficial de la Presidenta, quien afirmó la noche de la elección: "No me preocupa que los ricos de Barrio Parque voten a Macri, sino que gente que vive en departamentos dos ambientes crea que su futuro está ligado a un proyecto que lidera Mauricio Macri, porque se los van a llevar puestos".
En la misma tónica, Luis Bruschtein escribió un artículo de análisis donde expresa el estupor del kirchnerismo por la actitud de la clase media porteña que rechaza los modos y las políticas del Gobierno.
"Lo que hay es una paradoja: el kirchnerismo generó una amplia clase media próspera queahora se siente amenazada por las políticas que le dieron prosperidad", afirma el analista.", afirma el analista.
Y se pregunta cómo es posible que esos ciudadanos no comprendan que "si a nivel nacional se volvieran a aplicar las políticas económicas del macrismo, la clase media de la zona sur volvería a ser pobre y arrastraría a gran parte de la clase media de la zona norte".
Es una reacción que, a esta altura, podría denominarse como el "síndrome de Fito Páez": el espanto ante la estética y el discurso de una corriente política que apenas disimula su simpatía por las políticas menemistas de los '90. Y la incomprensión por la creciente adhesión de esta fuerza política tras una década de "proyecto nacional y popular".
Pero, como ha demostrado muchas veces ante situaciones que se le presentan adversas, si algo ha caracterizado al kirchnerismo es una fuerte capacidad de recuperación.
Una vez que el enojo por la ingratitud de los votantes se diluya, volverá el diseño de una estrategia. Aún en las filas k hay quienes sueñan que es posible llegar a un balotaje con Rodríguez Larreta.
Como argumentó Artemio López, no hay que apurarse a extrapolar los resultados de las primarias a la elección "de verdad" que tendrá lugar en julio. El analista cree que, conforme pasen las semanas, el escenario político se irá polarizando entre "dos proyectos irreconciliables".
"Kirchnerismo popular democrático o neoliberalismo PRO será la disyuntiva, si la elección del candidato propio es la correcta", afirma López.
Él es uno de los firmes convencidos de que el Gobierno debe abandonar cualquier intento de lucir moderado o conciliador y reforzar su perfil "peleador".
En realidad, el candidato que más reparos le genera no es Mariano Recalde en la Ciudad, sino Daniel Scioli a nivel nacional. En definitiva, López expresa lo que muchos en el Gobierno piensan pero -al calor de las encuentas- tienen poco margen para decir.
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