El ámbito recoleto del Museo Nacional de Bellas Artes se ha convertido en las últimas semanas en centro de miradas y especulaciones que van más allá del arco de las artes visuales para ingresar en el terreno de la política.
Y eso pasa justo cuando el clima preelectoral convierte cada gesto en una declaración de alto voltaje. ¿Será finalmente Cristina Kirchner quien corte la cinta inaugural de las salas del primer piso, donde la pintura argentina por primera vez dialoga en pie de igualdad con el arte internacional?
Hasta anoche no había una decisión tomada, aunque todo parece indicar que la proximidad de las PASO cambió ahora el orden de prioridades. Puertas adentro del museo existía -y todavía existe- la ilusión de una inauguración por todo lo alto, con el corte de cintas a cargo de la Presidenta, que, salvo una breve visita privada a la muestra de Eugenio Cuttica, nunca visitó oficialmente el mayor museo del país.
La demorada reapertura del primer piso coincide con el concurso para elegir al nuevo director del Bellas Artes, cuya convocatoria ya cerró con más aspirantes de los previstos.
Se habla de una danza de 17 candidatos, entre ellos Marcela Cardillo , María José Herrera, Liliana Piñeiro, Alberto Petrina y Andrés Duprat. Salvo Cardillo -directora interina del museo hace casi dos años-, que es abogada, todos los demás han ejercido funciones ejecutivas en instituciones públicas y privadas. Con sorpresa, entre esos nombres figuran postulantes extranjeros, españoles precisamente, y nombres del interior del país. De cualquier modo, el proceso de selección de una terna finalista, a cargo del jurado internacional, llevaría al menos dos meses.
No ha sido el MNBA un foco de interés durante la administración Kirchner. La gestión de Cristina Fernández en el terreno de las artes visuales estuvo centrada en tres ejes de visibilidad mediática con su cuota de polémica. Primero, la recuperación del Mural de Siqueiros Ejercicio plástico. Tras su largo encierro de chapa y humedad en uno contenedores abandonados fue el fondo para la foto en las celebraciones del Bicentenario. Segundo, la transformación del Palacio de Correos en el Centro Cultural Kirchner (CCK), con la mayor inversión de su mandato. Y tercero, el traslado contra viento y marea de la estatua de Cristóbal Colón. Ya está Juana Azurduy en la explanada de la Casa Rosada, de espaldas al río y con la espada libertaria empuñada en su mano izquierda.
Los candidatos a director del Bellas Artes presentaron un proyecto para cinco años de una gestión que comenzará, entonces, exactamente cuando asuma el nuevo presidente de la Nación, luego del largo "interinato" de la doctora Cardillo, sucesora de Guillermo Alonso. La política vuelve a agitar las aguas mansas de un territorio donde la única inquietud debería ser la preservación del patrimonio y su puesta en valor.
El acervo del Museo Nacional de Bellas Artes es el mayor de nuestro país y el más importante de América del Sur. En este sentido, nada inquieta más a los observadores que la posibilidad del traslado de obras al CCK y que esa mudanza se convierta en un acto apresurado para llenar el vacío del descomunal edificio.
En realidad, el Centro Kirchner puede ser una oportunidad única para ampliar los metros que el MNBA no tiene y poder así exhibir obras importantes que está en el depósito. Siempre y cuando ambos espacios sean gestionados con el mismo criterio. No parece casual, entonces, que una de las aspirantes con más quórum para suceder a Marcela Cardillo sea la arquitecta Liliana Piñeiro, que dirigió el Centro Cultura Recoleta, la Casa del Bicentenario de la calle Riobamba, y ahora ocupa un lugar en la conducción del CCK.
Frente a esta maraña de especulaciones y cambios, lo único claro es que la decisión final en todos los casos estará en manos de la ministra Teresa Parodi, quien suele escuchar e interpretar con fidelidad absoluta los deseos de la Presidenta.
En el interior del edificio color Siena, está todo listo para la reapertura que viene con premio. Serán inauguradas también las salas de arte contemporáneo en el segundo piso (donde estaba la sala de fotografía) con una selección de obras de artistas de los noventa, lo más granado del Centro Cultural Rojas y del llamado arte light, que amplia el horizonte de nuestra pinacoteca mayor hasta el siglo XXI.
Queda por ahora la incógnita del lugar que en la recorrida tendrá la colección DiTella de arte precolombino y las formidables Tablas de la Conquista, de las que se conservan solo cuatro conjuntos en el mundo: dos en España; uno en México, y el nuestro, en Bellas Artes. Son piezas excepcionales, en las que el despliegue barroco resulta la coartada perfecta para incorporar materiales y técnicas llegados de países y comarcas lejanas..
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