La batalla porteña y el juego en el Congreso muestran dos caras de la tensa relación de Milei con Macri

La batalla porteña y el juego en el Congreso muestran dos caras de la tensa relación de Milei con Macri

El Presidente apuntó sin vueltas contra el jefe de Gobierno de la Ciudad. Fue por las críticas a su discurso en Davos, pero el telón de fondo es la pulseada por las elecciones. Los recelos se extienden a las negociones legislativas. Se mezclan internas y especulaciones sobre alianzas

Por Eduardo Aulicino

Derivación impensada del discurso en Davos contra la “ideología de género”, Javier Milei fue por primera vez al choque directo contra Jorge Macri y lo hizo no con tono de debate sino en términos de batalla para rechazar las críticas a su mensaje. “No se pongan en nuestro camino”, tuiteó, en una escalada que incluyó, otra vez, a medios y periodistas. El cruce, en el terreno político/electoral, se sumó a las tensiones por la disputa porteña y generó impacto especial en la interna del PRO. Fue registrado como un gesto a contramano de cualquier intento acuerdista, algo parecido al efecto del fuerte documento del partido amarillo por la baja del Presupuesto 2025.

La Ciudad de Buenos Aires -antes que la provincia de Buenos Aires- se convirtió en el adelanto más significativo del año electoral. La decisión de desenganchar el comicio porteño del cronograma nacional y la intención de suspender las PASO locales -que avanzaría sin demoras en la Legislatura-, aceleraron los tiempos y sobre todo, plantaron un desafío práctico al juego desde Olivos sobre Mauricio Macri. Está claro que no dio un vuelco decisivo, pero sí lo suficiente como para escribir renglones propios en una agenda dominada básicamente por Olivos.

El mayor malestar que se hizo circular desde el propio oficialismo fue adjudicado a Karina Milei, principal armadora del espacio partidario de la LLA a escala nacional y, con foco especial, en territorio porteño. Y agregó una cuota más de recelo en Santiago Caputo que, en rigor, expondría el más áspero rechazo -personal, a la vez que político- a Mauricio Macri, que en estas horas vuelve a mostrarse activo al frente del PRO.

El pase de Diego Valenzuela al oficialismo nacional fue expuesto como una especie de respuesta a los movimientos del macrismo en la Ciudad de Buenos Aires. En rigor, la decisión del intendente de Tres de Febrero constituyó un blanqueo de posiciones, pero jugó como advertencia de los corrimientos que pueden ser apurados si el quiebre porteño no tiene retorno. El próximo escenario podría ser la Legislatura local, con el pase de legisladores del PRO al bloque de LLA. Sería parte del aporte de Patricia Bullrich, en su disputa con el ex presidente. Resulta difícil imaginar que ese nivel de fractura no afecte los ánimos en el Congreso.

Sin embargo, el encadenamiento de movidas es observado como movimientos lineales, en una mesa en la que sólo contarían cuestiones hasta de competencia individual entre Milei y Mauricio Macri. Y, de hecho, eso se contradice con la realidad, bastante más compleja. El caso porteño asoma atado casi sin vueltas a lo que finalmente ocurra en territorio bonaerense, donde además se juega el partido determinante en el interior del peronismo/kirchnerismo. Lo que termine sucediendo entre CFK y Axel Kicillof afectará a todos, en especial la decisión sobre unificación o desenganche de fechas entre las elecciones nacionales y provinciales.

Milei ha sostenido públicamente, a modo de condición, que un entendimiento electoral con Macri debería expresarse en todos los distritos. Desde las filas del PRO, en el marco de sus propias tensiones, es sugerida la posibilidad de competir por separado o juntos según las características y conveniencias en cada provincia. Está a la vista de todos que las necesidades no son las mismas para cada gobernador. Algo parecido ocurre con el radicalismo. Pero en cualquier caso, también operan las apuestas de LLA a escala local, es decir, las ambiciones y chances de sus caras locales. Pesan los calendarios que se van armando. Ya hay cinco distritos con comicios anticipados: además de la Ciudad, Santa Fe, San Luis, Salta y Chaco.

Los gobernadores del PRO aparecen como la franja que, aún sin intenciones de un acuerdo a cualquier precio -que los subordinaría por completo al poder central-, no quieren quedar atados a la dinámica porteña. Y de igual modo, rechazan precipitar los tiempos y tensar la relación con Milei hasta un punto sin retorno. El año electoral también corre para ellos, en condiciones de restricciones de fondos. No les gustó aquel referido documento partidario por el Presupuesto. Tampoco, la trepada en el nivel de enfrentamiento con origen en Davos.

Martín Menem y Guillermo Francos, al frente de las negociaciones para activar las sesiones extraordinarias

Jorge Macri cuestionó aquel mensaje presidencial: dijo que lamentaba que se motoricen divisiones en la sociedad y se plantó en el lugar de defensor de la diversidad, definida además como parte de la cultura porteña. No es un dato menor: el PRO enfrenta el principal desafío en lo que considera “su” distrito y es posible que la campaña coloque el foco en el conjunto de casi dos décadas de gestión.

Junto con eso, comenzaron a circular especulaciones -algunas con base real en conversaciones y tanteos, al menos locales- sobre la posibilidad de un armado electoral que reúna espacios -o fragmentos de ellos- de lo que fue JxC más algunos agregados de otro origen. Por supuesto, el dibujo de un escenario de esas características genera malestar y recelos en el oficialismo nacional, además de expectativas en el peronismo.

El punto, además, es que el juego en el Congreso añade contradicciones y también sombras. El oficialismo necesita recomponer aunque sea parcialmente -y está dando algunos pasos- las relaciones con espacios cercanos o dialoguistas para coronar algo de su temario en las sesiones extraordinarias. Y más aún, en lo que vendrá a partir de marzo. Eso no sólo incluye a los interlocutores que están a la vista, sino que además involucra contactos menos visibles -básicamente, con el peronismo/kirchnerismo- y agrega expectativas sobre el Senado y la relación con Victoria Villarruel.

El oficialismo debió realizar dos encuentros, que repitieron a algunos de los participantes, para tratar de encauzar el temario en Diputados. Uno fue en la Casa Rosada y otro, en la presidencia de la Cámara baja. Sumadas las dos citas, estuvieron casi todos los espacios, con excepción del bloque alineado con CFK. En otras palabras: el PRO, la UCR en sus dos expresiones, Encuentro Federal, MID, CC, provinciales.

La conclusión inicial es que la “reforma política” impulsada por el Ejecutivo quedaría limitada a las PASO y más precisamente, a la suspensión para el turno de este año y no la eliminación. Es un tema que divide aguas en algunos espacios opositores y se verá cómo juega el peronismo. En el caso de Ficha Limpia, todo indica que en el mejor de los casos podría avanzar en Diputados y luego estancarse en el Senado.

Ese tema, como ya ocurrió al caerse la iniciativa motorizada desde el PRO, sigue generando suspicacias en filas dialoguistas. Y las miradas se corren desde Diputados a la otra ala del Congreso por diferentes, incluido el papel del kirchnerismo y el quiebre en la relación de Olivos con la vicepresidente. No se trata sólo de la suerte de los proyectos y las especulaciones repetidas sobre la Corte Suprema, sino además del reparto en el manejo de poder de la Cámara.

En ningún ámbito aparece afirmado un sistema de alianzas o al menos un mecanismo de acuerdos. Y la perspectiva electoral añade desconfianzas. Ese es el registro del primer mes del año electoral.

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