Por Gabriela BaigorríTras años de amagues, el alperovichismo y el amayismo parecen haber terminado con el histeriqueo político. Públicamente, dirigentes protagonizan por estos días la confrontación más directa y “sangrienta” de la década.
Las diferencias estallaron, precisamente, por el motivo por el que la gestión de la Ciudad trataba de mantener la paz: el dinero. Mientras continúe en el Pacto Social, Amaya dependerá de Alperovich y, si el clima sigue encendido, las arcas de 9 de Julio y Lavalle podrían volverse un desierto. Por ello, este punto puede ser también el único capaz de hacer flamear una bandera blanca.
Comentá la nota