La implementación de los containers metálicos minimizó el vandalismo por incendio que sufrían los de plástico. El municipio da casi por cerrada la ampliación de la cobertura.
Por Nicolás Maggi.
Rosario, pionera en el país en la implementación de contenedores para basura hace 15 años, tiene hoy 9 mil que cubren casi el 70% de las cuadras de su territorio. El cambio a unidades metálicas minimizó el vandalismo por incendio que sufrían los de plástico, y hoy el municipio da casi por cerrada la ampliación de esa cobertura.
Los números oficiales dicen que la ciudad tiene actualmente 8.998 contenedores entre carga lateral y carga trasera, verdes y naranjas. Contabilizando los que hay en los centros de recepción de reciclado se llega a 9.738, pero esos no están en vía pública.
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La cifra no se movió mucho durante los últimos años: en septiembre de 2021 había 67,7% cuadras cubiertas, y los recipientes metálicos para depositar residuos urbanos eran 8.872. El leve crecimiento tiene que ver con algunas cuadras de pavimento a nivel definitivo que se fueron sumando en sectores donde ya estaba avanzada la contenerización, o en algunos casos a refuerzos de servicios.
Sin embargo, durante el último año las empresas Limpar y Lime incorporaron 1.340 nuevos. Esto es producto de la vandalización, la rotura y el cumplimiento del ciclo de vida de cada uno. En ese sentido, la eliminación de los contenedores plásticos que se llevó a cabo entre 2013 y 2018 fue un gran avance, porque cuando esos se prendían fuego, eran irrecuperables.
Roturas y vandalismo
La definición de pasar plástico a metálico fue también efectiva porque los nuevos admiten muchas reparaciones. Las roturas provienen del desgaste, del vandalismo o del mal uso. Algunas son menores, y otras mas relevantes. Los más comunes es que se les descalce una rueda, se le salga una tapa o se dañe el sistema de apertura.
Las dos empresas que tienen el contrato de basura tienen la obligación de mantener la cantidad de containers que tiene la ciudad. Por eso a todos se les hace mantenimiento constante y, ante incidentes, en muchos casos se reparan (mientras tanto se reemplazan) y vuelven al circuito. Los arreglos se hacen en 12 rutas diarias a cargo de cuadrillas, y también se va tomando por demanda de los vecinos.
Si el daño es mayor, por ejemplo porque sufrió el choque de un vehículo, se retira de la calle y se lo reemplaza por otro. Cada vez que se incorpora una tanda, algunos se vuelcan a nuevos puntos, otros van para reemplazar a los dañados y a los que les queda poca vida útil, y un remante queda en reserva para este tipo de casos cuando uno queda obsoleto.
El ciclo de vida de un contenedor depende de la zona en la que esté ubicado: en un barrio de viviendas bajas con poca densidad poblacional, tiene un uso más acotado, pero en el centro y macrocentro donde hay edificios tiene otro nivel de degaste, porque conllevan una mayor cantidad de aperturas producto de los recolectores informales que van a ver que pueden encontrar.
El uso indebido también los rompe, como arrojar escombros o elementos pesados. Se ha llegado a encontrar una heladera adentro de una de las unidades, desafiando las leyes de la física para ser introducida. Y finalmente hay vandalismo como robo de tapas u otras partes. Hace un año y medio se cambió el modelo a uno más robusto y se modificó la forma de la tapa de una vasculante que se rompía más rápido a otra de forma libro, más fácil y más simple.
Tres sistemas
En la ciudad existen diferentes sistema de recolección, con contenedores de carga lateral (3.200 litros), carga trasera (1.100 litros) y recolección puerta a puerta. Además, en los sectores de asentamientos irregulares hay otros dispositivos. Cada uno tiene sus ventajas y desventajas, por lo que se trata de implementar lo mejor para cada área de la ciudad.
Por ejemplo, no sería conveniente colocar contenedores en Hostal del Sol, donde quizás viven 10 familias por cuadra. En ese lugar les sobraría lugar para recibir residuos según el volumen. Los contenedores son convenientes generalmente cuando se supera una masa crítica de vecinos. Allí hay canastos en el frente de las casas y la recolección es puerta a puerta.
Pero justamente, en ese tipo de sectores (Lomas de Alberdi, Parque Field, Aldea, Fisherton y Fisherton R) se implementó el programa "barrios verdes", que permite trabajar en forma personalizada con separación de residuos en tres fracciones: un día sacan los orgánicos que van a la planta de compostaje, otro los reciclables que van a la planta de separación, y el tercero los restos que van al relleno sanitario.
Ciudad Pionera
El plan de contenerización arrancó hace unos 15 años, junto con la creación del ente municipal Sumar: arrancó por el microcentro, siguió por el macrocentro y avenidas principales, y siguió por los barrios Fonavis. En enero de 2010 eran 1.200 y 14 años después, ese número es casi siete veces mayor.
"Rosario es la pionera en Argentina en instalar contenedores. Se fueron poniendo en el microcentro para resolver la recolección en lugares con mayor densidad poblacional. También fue la primera en incorporar los de carga lateral. Después Buenos Aires tomó la idea y la amplió. Ahora Nueva York lo cuenta como una novedad, y acá se hizo hace 15 años", se enorgulleció Luciano Marelli, Secretario de Ambiente y Espacio Público de la Municipalidad.
Así, se avanzó en distintas zonas de la ciudad de acuerdo a la densidad poblacional. "Los containers son más convenientes para la disposición de residuos en zonas con gran cantidad de habitantes. Por eso en otros sectores menos poblados permanece el sistema de recolección puerta a puerta. Todo debe aplicarse según la conveniencia", explicó.
Antes de 2009, en el centro había contenedores más pequeños, y los camiones debían pasar dos veces por día a retirar. Esto producía interrupciones del tránsito, mayor ruido y contaminación por producción de gases, además de tener un mayor costo. "Hoy, con los contenedores grandes, pasan una sola vez a la noche y no se saturan. Es una tecnología muy eficiente", dijo Marelli.
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Cobertura completa
En cuanto al futuro, hoy a priori no se piensa en un crecimiento de la cobertura, a no ser que el incremento de la densidad poblacional de un barrio lo justifique. "Hay que contextualizar la contenerización dentro de una gama de estrategias: como Estado tenemos que promover la separación, atacar la generación, incentivar el compostaje y disminuir el entierro en rellenos", especificó el funcionario.
En esa línea, la idea es avanzar en mejorar el equipamiento y servicios para profundizar la separación. Hoy tiene tres modalidades: el contenedor naranja en la vía publica en sectores de mayor densidad; centros de recepción de residuos dentro de escuelas, empresas y vecinales que cubren casi toda la ciudad; y algunas zonas que tienen una búsqueda puerta a puerta de reciclables, como los barrios verdes y otros donde pasan un día a la semana.
Además, se vienen renovando contenedores para reemplazar equipamiento en distintos sectores. La última acción de este tipo fue en barrio Belgrano, donde se pusieron nuevos y se sacaron los viejos. Muchos se sacaron de circulación y otros se pusieron en condiciones y se usarán para recambio. A principios de año, también se cambiaron los del sector de Rondeau, Sorrento, y las vías hacia el norte, que no habían tenido renovación en los últimos 10 años.
La basura es un problema creciente en la mayoría de las grandes ciudades del mundo. Mientras se sigue esperando un nuevo pliego de concesiones en el Concejo, Rosario sigue aplicando el modelo desarrollado hace una década y media, perfeccionándolo, e intentando innovar con tecnología para que el hábito cotidiano de sacar los residuos no convierta a la ciudad en un basurero a cielo abierto.
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