Compost Ciudadano recolecta residuos orgánicos para generar abono que a los tres meses es entregado a las personas que aportan los desechos.
La idea del proyecto es que todo sea circular, transable y sustentable. Los desechos orgánicos que las personas generan en su hogar vuelven a sus manos en forma de compost para sus plantas y también de fertilizante. Todo sin intermediarios, con resultados visibles que muestran cómo se puede dar utilidad a la basura.
La tarea no es nada sencilla, y el equipo de Compost Ciudadano se aboca a trabajar con personas que ya realizan algún tipo de reciclaje o que tienen una conciencia medioambiental desarrollada. Muchos ya hacen compost en su casa, y no dan abasto, otros comenzaron pero no tienen el tiempo y el espacio para poder mantenerlo en el tiempo. “La basura es una responsabilidad de todos, hay que unir esfuerzo. Nosotros creemos que las situaciones de cada barrio o zona son distintas. Si bien ahora todo está muy centrado en el plástico, lo que hacemos nosotros es una solución para quienes quieren hacer un tratado de sus desechos orgánicos”, cuenta Andrea Alba, una de las responsables del proyecto.
Después de un viaje de mochileros por India, Alba junto a Federico Luisi, que es el otro coordinador del equipo, desarrollaron la idea de Compost Ciudadano. “Nos encontramos con una realidad en el norte de India que nos sorprendió, y la quisimos replicar en Montevideo”, cuenta Alba. En el viaje conocieron comunidades del norte del país asiático que compostaban sus desechos no solo para uso personal, sino que eran usados por la comunidad.
“De repente una persona tenía huevos y la otra el compost, y se daba de manera natural el intercambio”. Siguiendo ese espíritu se bajó a tierra la idea en Montevideo. “Cuando volvimos estábamos muy emocionados, pero después fue pensar cómo lo podíamos hacer y de qué manera realmente podía ser sustentable y sostenible en el tiempo”, dijo. Lanzaron la propuesta por las redes sociales y todo explotó. “No dábamos abasto para contestar las consultas, menos a poder pensar en trabajar con todos esos hogares que nos escribieron”, recordó Alba. Por eso el año pasado hicieron una prueba piloto con 100 hogares, y el resultado superó sus expectativas. “Nunca llegó un plástico en los residuos, las personas se coparon mucho con la idea, y se generaron grandes lazos”, dijo la coordinadora de Compost Ciudadano.
De tachos con residuos a tierra fértil
Ahora el proyecto lleva más de un año funcionando, fue validado y busca seguir avanzando, para poder hacerlo escalable. En este tiempo lograron compostar más de 50 mil kilos de basura. Todo este viaje tuvo su primera parada en Ciudad Vieja en setiembre de 2019 en un predio de una Cooperativa.
Ahí pusieron los tarros y todos los días iban a trabajar: revolver, mezclar la basura, colocar los microorganismos que aceleran el proceso (no utilizan lombrices) medir la temperatura y luego de tres meses empacar el compost listo para usar. Pero luego de unos meses los volúmenes de material hicieron imposible continuar metidos en plena Ciudad Vieja. Por eso es que comenzaron a trabajar en la planta de tratamiento de residuos orgánicos Tresor, que está ubicada en Toledo Chico. Este espacio cuenta con las habilitaciones de la Intendencia y también de la Dirección Nacional de Medio Ambiente para hacer todos los tratamientos. “Con ellos hicimos un acuerdo de cooperación. Para compostar allí los residuos, nos dan un espacio de trabajo”, explicó Alba.
El trabajo es diario, ya que todos los días se tiene que estar monitoreando el compost, pero esto no es lo más complejo. Los coordinadores señalan que lo que lleva más tiempo, recursos y dinero, es la logística. Tanto para poder recolectar los desechos en los hogares en tiempo y forma, así como la entrega luego del compost. “Usamos bolsas de papel para almacenar el compost que entregamos, entonces no puede estar muchas horas envasado, porque el papel no lo soporta”, narró.
Actualmente están ejecutando un capital semilla, de la Agencia Nacional de Desarrollo, durante un año contarán con este apoyo, además de la mentoría del equipo de Socialab. También han tenido conversaciones con la Intendencia de Montevideo y con municipios, ya que les gustaría que su idea pudiera ser replicada y aplicada en otros puntos.
Hágalo usted mismo
Además de entregar a los hogares el compost que se genera después de un proceso de tres meses de trabajo, en el que se llevan rigurosos controles de calidad para determinar la temperatura y también la acidez, están apostado a un nuevo servicio, que es la venta de composteras. “Nos pasaba que nos preguntaban mucho dónde comprar, y de hecho nosotros siempre incentivamos a que las personas lo hagan en sus propias casas, aunque a veces no tienen el lugar, ni el tiempo”, agregó.
La idea de Compost Ciudadano se replica en otros departamentos, en Salinas, Canelones, San Carlos, Maldonado, también en Salto y Paysandú. El gran objetivo es generar comunidad, no pensar en ideas mágicas, sino en pequeños cambios que, adaptados a la realidad local, generan un impacto positivo en el ecosistema.
Compost Ciudadano también genera fertilizante a partir de los orgánicos que recibe. Este abono natural lo han donado en distintas instancias de uso público del suelo, como la plantación de árboles en escuelas y también en talleres de huerta en los que han participado. Hasta el momento no venden el compost, pero sí el abono, que puede ser comprado en tiendas como Recicla.
El proyecto es 100% autónomo, no recibe ningún apoyo estatal, y, si bien están abiertos a posibilidades de diálogo con distintos ámbitos de gobierno, consideran fundamental poder funcionar solos. Los hogares que forman parte de esta red ciudadana tienen que hacer un aporte mensual de $ 500, que es lo que permite que funcione. “Para muchas personas podrá ser raro, o van a decir ‘no voy a pagar por mi basura’, pero hay quienes entendemos que esto es una responsabilidad de todos”, enfatizó Alba.
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