Los rojinegros llevaron a cabo el clásico ritual en la previa ante los canallas. Lucas Bernardi metería mano en serio en el equipo, tanto en nombres como en esquema.
“Ponga huevo, Newell’s ponga huevo, que el domingo tenemos que ganar”, fue el grito de la multitud que sonó con mayor intensidad en el Coloso Marcelo Bielsa, en un nuevo banderazo cargado de pasión y que sirvió para llenar de ánimo a los jugadores de cara al partido de sus vidas. “Nada cambia este sentimiento. Tu gente sigue fiel”, rezaba uno de los trapos colgados en el tejido entregando un claro mensaje de fidelidad a los colores del club. Y dejando en claro que ni lo magros resultados pueden empañar el amor y la fidelidad.
La misma cita de cada previa al clásico. El mismo sentimiento, aunque elevado a la enésima potencia por todo lo que había pasado en los últimos días. Con rumores de una posible suspensión que quería el club, según indicaron fuentes consultadas. Algo que acrecentó el deseo de los hinchas de redoblar la apuesta y hacer explotar el estadio. A pesar del momento futbolístico, las críticas, el enojo por la falta de resultados y/o el cuestionamiento —lógico dentro del fútbol— hacia algunos futbolistas.
Todo eso quedó guardado por un momento y los rojinegros iniciaron la peregrinación bien temprano. Pintaron de rojo y negro el Parque para elaborar un espectáculo único en el mundo, en el que miles de hinchas se reúnen en el estadio a pocas horas de un clásico para empujar y llenar el alma de ánimo a sus representantes: en este caso, los futbolistas.
Un hecho atípico había ocurrido hace 22 años, cuando la cancha se completó increíblemente para ver a Diego Maradona entrenar por primera vez con la camiseta leprosa. Ese día quedó grabado a fuego en los rojinegros, pero a la vez maravilló al mundo entero, sorprendido por tamaña muestra de pasión. Sólo en este país se pueden lograr este tipo de actos de linda pasión (lamentablemente hay de la otra también, la repudiable).
Había mucha expectativa para este banderazo particular. Porque Newell’s viene de capa caída en cuanto a resultados. Y, sobre todo, con una racha adversa ante su clásico rival de cinco juegos sin poder vencer. Esto es fútbol y siempre hay revancha. Los jugadores y todo el mundo Newell’s espera tenerla el fin de semana y por eso en la tarde-noche de ayer los simpatizantes dieron su respaldo una vez más.
“Estamos más allá de toda explicación”, decía otra bandera en una de las plateas colmadas de hinchas que vibraron durante media hora junto a los futbolistas, que también gritaron y se abrazaron simbólicamente con sus seguidores.
“El domingo cueste lo que cueste, el domingo tenemos que ganar”, sonó con fuerza en el mismo momento en que el cielo se iluminaba con las bengalas y las bombas de estruendo explotaban con fuerza. La pasión quedó instalada una vez más. Ahora los leprosos sólo esperan que ruede la pelota y Ñuls cambie de racha.
Maxi y Mateo, los que se llevaron las ovaciones
A las 19.35 ingresaron los jugadores y se inició la muestra de pasión leprosa que se prolongó por más de media hora. Fue Maxi Rodríguez el primero en recibir una tremenda ovación, quizás también motivado por la dura semana que le tocó vivir. Y después apareció el clásico “Pomelo..., Pomelo...”.
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