La entidad financiera logró, siendo pública y estatal, tener ratios de rentabilidad superiores al sistema financiero, liderar en cantidad de clientes, en depósitos, y en otorgamiento de créditos a los sectores productivos. Qué está en juego y por qué aseguran que se trata de "una moneda de cambio" en busca de más endeudamiento.
En una semana vertiginosa, el gobierno nacional avanzó el jueves con el Decreto 116/2025 que establece la conversión del Banco de la Nación Argentina (BNA) en Sociedad Anónima. Lo que parece ser un intento del oficialismo por retomar el control de la agenda luego del escándalo global generado por la criptomoneda $LIBRA pone en evidencia, asimismo, la intención del oficialismo de insistir en una posible privatización del principal banco del país que, con resultados más que favorables, despierta interés en grandes actores del mercado mientras, a nivel local, crece el temor por el impacto en pequeños pueblos, barrios y regiones productivas que no sean “rentables” para el interés privado.
Con más de 130 años de historia, el Nación juega un rol clave en el financiamiento al sector productivo con sus más de 700 sucursales en las provincias del país, siendo central en el otorgamiento del crédito a las actividades que dinamizan la economía nacional, sobre todo en el caso de las pequeñas empresas y productores, así como de las propias familias argentinas, cumpliendo un rol social y de desarrollo, por sobre el interés comercial que podría imponerse con la injerencia privada en la institución.
En lo concreto, como banca pública y estatal, en 2024 alcanzó un récord en asistencia financiera superando los US$ 15.000 millones desembolsados con destino a la producción y las familias, un crecimiento de más del 25% en el número de PyMEs y grandes firmas, a la vez que representó el 23,9% de los activos y el 21,3% de los pasivos del sistema financiero, así como el 20,7% de los préstamos totales y el 23,9% de los depósitos totales, con ratios de rentabilidad que superan al sistema financiero en su conjunto. Se suma el liderazgo en cuanto a las comisiones más bajas para la intermediación financiera y las mejores tasas para créditos productivos.
“Es contradictorio querer vender lo que funciona salvo que el único objetivo sea un negociado espurio y una nueva estafa”, señalaron desde la Asociación Bancaria y agregaron que “la conversión del Banco Nación en S.A. busca descapitalizar la institución, endeudar la entidad con obligaciones negociables, permitir el ingreso de intereses privados y, finalmente, privatizarla. Es decir, el Banco tiene un valor inconmensurable, por lo que el verdadero objetivo del Poder Ejecutivo con esta reestructuración es disponer la entidad en beneficio de terceros”, agregaron.
La “joya” que quiere el mercado
El gobierno nacional de Javier Milei busca avanzar, a partir de haber logrado la delegación de facultades extraordinarias con la aprobación de la llamada “Ley Bases” y la vigencia del mega DNU 70/2023, en la privatización de un conjunto de empresas públicas, parte de lo que le prometió al Fondo Monetario Internacional (FMI), grandes fondos de inversión y CEOs de firmas internacionales que esperan la eliminación de “restricciones institucionales”, según admitiera en declaraciones públicas el propio jefe de Estado. En ese sentido, si bien el Banco de la Nación Argentina había sido eliminado de la larga lista de firmas a privatizar –tras presentarse en el Congreso más de un millón de firmas en rechazo- lo cierto es que esta semana el oficialismo firmó un decreto para transformarlo en Sociedad Anónima (S.A.), movimiento que es leído como un paso previo para intentar otra vez venderlo al sector privado.
Si bien el argumento oficial sostiene que se busca “disminuir el déficit” y “transparentar el gasto”, los datos disponibles dan cuenta de que se trata de una empresa superavitaria, que fue creada – de acuerdo con su propia Carga Orgánica- con la función de ser protagonista del financiamiento a la industria y las pymes, es decir, con un papel central en el desarrollo de las actividades productivas a lo largo y ancho del país, todo lo que se pondría en jaque de quedar sujeto a la injerencia de intereses privados y en un escenario de desregulación económica como el actual.
Cabe aclarar que el actual decreto no implica que la entidad deja de ser pública ya que, por el momento, el Estado Nacional tendrá el 99,9% de las acciones vía el Ministerio de Economía, mientras que el 0,1% restante estará en manos de la Fundación Banco de la Nación Argentina. No obstante, la medida despertó alerta en las y los trabajadores y su representación gremial, desde la Asociación Bancaria indicaron que se trata “del botín más codiciado” y agregaron que “el Banco posee los mejores números en cuanto a rentabilidad del sistema financiero, concentra la mayor cantidad de clientes, de depósitos, de otorgamiento de créditos, y asistencia tanto a empresas como a individuos, logros que se alcanzaron siendo un banco público y estatal”. En ese sentido aseguraron que “es contradictorio querer vender lo que funciona salvo que el único objetivo sea un negociado espurio y una nueva estafa”.
El BNA brinda asistencia financiera a todas las regiones del país y, en particular, a aquellas actividades que tienen valor estratégico y que a menudo no son asistidas por la banca privada, tanto en su desarrollo cotidiano como en situaciones críticas (un claro ejemplo fue la crisis del 2001, cuando la banca privada extranjera y local afectaron a los ahorristas). Todo ello queda de manifiesto en los números de la entidad.
Según datos del Banco Central (BCRA), a noviembre de 2024, el Banco Nación representaba el 23,9% de los activos y el 21,9% de los pasivos del sistema financiero, así como el 20,7% de los préstamos totales y el 23,9% de los depósitos totales. A nivel país cuenta con 721 sucursales, más 12 filiales en el exterior con vínculos en todo el mundo a través de las líneas de crédito financieras y comerciales, ejecutando la coparticipación de la recaudación tributaria, siendo para el fomento de las economías regionales.
Por su parte, información de la propia entidad indica que sólo en 2024 alcanzó un récord en asistencia financiera superando los US$ 15.000 millones desembolsados con destino a la producción y las familias en todo el país. En el último mes de dicho año, la institución financiera otorgó financiamiento por unos U$S 1.500 millones para inversiones y capital de trabajo y otros 200 millones de dólares para operaciones de comercio exterior (+1400% vs dic/23), según la propia institución. Los números también muestran signo positivo para la cantidad de empresas vinculadas, con un crecimiento de más del 25% en el número de PyMEs y grandes firmas que financian sus actividades en las diferentes líneas de crédito que ofrece la entidad. El rol central en la orientación el crédito en beneficio de la producción queda de manifiesto también en que el año pasado ganó más del 4% en participación de mercado y lideró todos los rubros de financiación en pesos y en moneda extranjera.
Otros datos exhiben que, como principal banco público del país, logró también récord en solicitudes de crédito destinado al sector agroindustrial en el marco de la edición de Agroactiva y el programa “+Hogares” (créditos hipotecarios) que cerró el año con 3.000 hipotecarios acordados y recibió más de 70 mil solicitudes desde el comienzo de la propuesta, en mayo de 2024.
Por otra parte, un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) detalló que el Rendimiento Anual del Patrimonio (ROE) de la entidad es de 34,6%, en comparación, “supera al del sistema financiero en su conjunto (20,4%) y al de los 10 principales bancos privados de la Argentina (14,6%)”, en tanto que el Retorno sobre Activos (ROA) antes de Impuesto a las Ganancias es de 14,8%, siendo “ampliamente mayor al del sistema financiero en su conjunto (7,3%) y al de los 10 principales bancos privados de la Argentina (5,0%)”.
En cuanto a la cuestionada eficiencia, un dato no menor evidencia que, el ratio que resulta entre el margen de rentabilidad operativa y los gastos de la estructura es de 891,9%, arriba del sistema financiero en su conjunto (297%) y al de los principales bancos privados de la Argentina (251%).
Sobre el impacto productivo, económico y social a nivel federal, el economista Nicolás Dvoskin analizó que “si el Banco Nación efectivamente se privatiza lo que va a pasar es que se van a cerrar las sucursales en pueblos pequeños, en barrios humildes, que se van a quedar sin banco o solo con una sucursal del Macro o Patagonia, que van a poder cobrar las tasas y comisiones que quieran”. Para el especialista la muestra más reciente de las consecuencias desfavorables es “la experiencia privatizadora de los bancos provinciales en los ´90 que dejó como saldo el cierre de sucursales o se convirtieron en monopolios privados, que también quebraron”.
Para entender cómo impacta el rol de la banca pública en los hogares argentinos sumó “fíjense qué bancos tienen las mejores tasas para créditos hipotecarios, cuáles tienen las comisiones más bajas para la intermediación financiera, y las mejores tasas para créditos productivos: en general, los bancos públicos”.
Alarma en varios sectores
El DNU 70/2023 del gobierno libertario modificó artículos de la Ley 23.696 de Reforma del Estado aprobada en los ‘90, para facilitar la liquidación de empresas públicas, incluyendo la derogación del artículo que prohibía la venta del Banco Nación. Sobre ello, luego de asumir la presidencia el gobierno de Carlos Menem inició un programa de privatizaciones cuyas consecuencias se mantienen vigentes en la actualidad. “Con la sanción de la ley de Reforma del Estado en agosto de 1989, a partir de la cual quedaron sujetas a privatización las principales empresas de propiedad estatal, se inicia una nueva fase en cuanto al papel del sector público en la Argentina, con la emergencia de nuevos mercados para la actividad privada”, explicaron en un informe sobre el tema los economistas Daniel Azpiazu y Martín Schorr.
Al respecto, desde el Foro de Economía y Trabajo, conformado por economistas y especialistas en finanzas, destacaron el rol del Banco Nación dentro del sistema financiero nacional. En ese sentido vincularon el reciente viaje del presidente Milei a los Estados Unidos y, en paralelo, la publicación del decreto en cuestión, lo que podría indicar “que se trata de una moneda de cambio en busca de préstamos leoninos y un nuevo acuerdo en el que sacrificará una vez más al interés nacional”. Por su lado desde el Observatorio de la Banca Pública señalaron que “la decisión del gobierno podría abrir la puerta a la privatización de un recurso estratégico para el desarrollo nacional, limitando el acceso a servicios financieros”.
Por su lado, la Federación Agraria (FAA) expresó su "profunda preocupación ante este paso que entendemos podría dar paso a su privatización". "Nos alarma que en este sendero que hoy inician, quizá con buena intención, al pretender hacerlo más eficiente, se abra el margen para que perdamos al banco que cumple tan importante rol social", agregó.
En paralelo, los industriales de Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios (APYME) analizaron que se trata de "una nueva afrenta a los sectores productivos, la economía real y las Pymes, que el Gobierno desprecia y condena a la extinción". Y, finalmente, desde la Confederación General del Trabajo (CGT) comunicaron en un comunicado su “acompañamiento a las y los trabajadores del Banco Nación” y resaltaron que “es el banco público por excelencia y patrimonio de todos los argentinos”.
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