Inauguraron ayer un congreso donde establecerán los lineamientos de su participación política y quiénes serán sus líderes; revertir la fuerte imagen negativa es el principal desafío
BOGOTÁ.- Después de fracasar durante medio siglo en su intento de tomar el poder por la vía armada en Colombia, las FARC iniciaron ayer su camino como nuevo partido de izquierda. En los próximos días la que fue la principal guerrilla de América deberá definir, durante el congreso que inauguraron ayer en Bogotá, los lineamientos de su participación en política y cuáles de sus líderes abrirán ese camino en las urnas, un reto difícil por su mala imagen y la creciente polarización en el país después del acuerdo de paz.
En colectivos escoltados por motos y vehículos de la policía, miles de ex combatientes llegaron a un auditorio en el centro de la capital colombiana luciendo camisas blancas en las que se leía: "Por un gobierno de transición para la reconciliación y la paz", un acto impensable hasta hace dos años.
Se espera que en la convención de seis días las FARC definan un nombre para su movimiento, elijan los candidatos para las elecciones generales de 2018 y divulguen su estrategia política, que incluiría coaliciones con partidos de izquierda, según los líderes del hasta hace poco grupo rebelde.
"Nos transformaremos a partir de este evento en una nueva organización exclusivamente política que ejercerá su actividad por medios legales", dijo Rodrigo Londoño, más conocido como "Timochenko", en la instalación del evento, en el que advirtió que no renunciarán a sus principios revolucionarios.
Abogaremos por un "régimen político democrático que garantice la paz con justicia social, respete los derechos humanos y garantice un desarrollo económico para todos", agregó.
"Tenemos que tomar conciencia real de la amplitud con que debemos dirigirnos a la nación, sin dogmas ni sectarismos, ajenos a toda ostentación ideológica, con propuestas claras y sencillas", advirtió Londoño, al comunicarles a los asistentes que el primer paso del partido es aliarse con movimientos de intereses semejantes.
El presidente Juan Manuel Santos, cuyo gobierno firmó la paz en noviembre con las FARC, destacó la realización del encuentro. "Quién iba a pensar hace unos años que eso iba a ser posible (...) Lo que tenemos que hacer ahora es reconciliarnos", dijo el mandatario.
Una de las discusiones más álgidas será el nombre. El dirigente rebelde Iván Márquez dijo tras finalizar el desarme que "seguramente" cambiarán el Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) por Fuerza Alternativa Revolucionaria de Colombia. Aunque Londoño realizó el martes una encuesta en Twitter, que incluía otras alternativas.
Además, prevén definir la "caracterización" del partido, su estructura, y nombrar la dirección nacional, explicó el ex comandante insurgente Carlos Antonio Lozada.
El pacto de paz, logrado tras cuatro años de negociaciones en Cuba, establece 10 bancas en el Congreso para las FARC, cinco en cada cámara, aunque para ello deberán participar en la contienda electoral. En caso de que no alcancen los escaños por votación popular, se les otorgarán los necesarios hasta cumplir la cuota acordada.
Timochenko descartó en diciembre que la guerrilla fuera a presentar un candidato presidencial, aunque afirmó que apoyarían la candidatura de quien garantice el cumplimiento del acuerdo y un programa mínimo de convergencia. Para oír sus propuestas, al congreso fueron invitados los precandidatos presidenciales, pero hasta ahora ninguno confirmó su presencia.
Aunque durante 53 años enarbolaron la bandera marxista, los ex guerrilleros se han abstenido de mencionar las palabras socialista y comunista en esta etapa pública.
Según Lozada, el movimiento no tendrá "nada que ver con modelos extranjeros", como el cubano o el venezolano. Dirigentes rebeldes han dicho que será "antiimperialista" y "antipatriarcal".
Además del reto inherente de participar en política, las FARC tienen un desafío adicional: vencer una adversidad mayoritaria de los colombianos, superior al 80% según recientes sondeos, que aún tiene fresco el recuerdo de los 220.000 muertos que dejó el conflicto armado, además de los miles de secuestrados y los millones de desplazados.
Los colombianos rechazaron en octubre en un plebiscito el acuerdo de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC, dejando latente la polarización sobre el grupo rebelde y la posibilidad de que se reintegre a la sociedad. Santos se vio obligado a ajustar el acuerdo en medio de críticas de del ex presidente Álvaro Uribe, que insiste en que los antiguos jefes rebeldes deben ir a la cárcel a pagar sus crímenes, en lugar de ser premiados con cargos públicos.
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