La ciudad, que acaba de crear una subzona franca para equipos destinados a la formación no convencional, se ilusiona con un nuevo proyecto petroquímico que monetice el shale gas y con volverse un polo de distribución de arenas silíceas.
La portuaria ciudad de Bahía Blanca está decidida a participar activamente del desarrollo hidrocarburífero de Vaca Muerta, en la Cuenca Neuquina, y a beneficiarse de la puesta en valor de sus recursos no convencionales. Con ese fin, el presidente de la Zona Franca Bahía Blanca-Coronel Rosales, Lisandro Ganuza, destacó la flamante habilitación de la denominada Subzona Franca Puerto Galván como “un hito de competitividad tanto para la ciudad como para la región”.
La iniciativa, autorizada por la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), consolida al mercado bahiense como “el nodo logístico real para el ingreso de cargas de aerogeneradores de parques eólicos y equipos destinados a Vaca Muerta”, según el directivo. Además de asegurar las cargas, promover el uso de la Zona Franca y estimular la logística y la mano de obra local, la propuesta posibilitará la radicación de empresas orientadas a la producción industrial. “Así, la zona empieza a estar preparada con ventajas competitivas claras”, resaltó.
Mientras que hace cuatro años el concesionario de la Zona Franca facturó unos $ 800.000, en el último trimestre alcanzó los $ 18 millones sólo con un parque eólico. “Y la idea es que ingresen cuatro o cinco parques más este año”, anticipó Ganuza.
Con una superficie de 55.775 metros cuadrados (m²), la Subzona Franca Puerto Galván forma parte de la Zona Franca Bahía Blanca-Coronel Rosales. Este emprendimiento se encuentra a cargo de la concesionaria Zona Franca Buenos Aires Sur, una alianza estratégica conformada por el Consorcio de Gestión del Puerto de Bahía Blanca y la Cooperativa de Punta Alta.
Proyecto petroquímico
Otra iniciativa que vincula directamente a Vaca Muerta y a Bahía Blanca tiene que ver con la instalación de un gran complejo petroquímico que ayude a añadir valor a la producción de la formación no convencional. El plan fue diseñado por YPF, que está en plena búsqueda de un partner para materializarlo.
YPF comenzó a evaluar las oportunidades económicas que presentaría la licuefacción del gas natural para su exportación estacional durante los meses de verano a través del puerto bahiense.
La empresa también comenzó a evaluar las oportunidades económicas de licuefacción del gas natural para su exportación estacional durante los meses de verano a través del puerto bahiense. A decir de Marcos Browne, vicepresidente ejecutivo de Gas y Energía de YPF, la expansión del polo petroquímico de Bahía Blanca permitiría “una de las demandas incrementales más importantes del gas natural que se podrá desarrollar en la Argentina durante los próximos cuatro años”.
Si bien hasta el momento no trascendió el nombre de ningún potencial socio de la petrolera controlada por el Estado nacional para llevar a cabo este proyecto, Dow aparece como el candidato más probable. La firma, de hecho, ya gestó una alianza estratégica con YPF en 2015 para desarrollar el campo no convencional El Orejano.
Transporte arenero
A Bahía Blanca la ilusiona, asimismo, la posibilidad de concentrar la distribución de las arenas silíceas que necesitan las petroleras para operar en Vaca Muerta. No es casual que dichas empresas estén diseñando, desde hace seis meses, un proyecto que les permita abaratar costos logísticos en el rubro.
Hasta el momento, el material arenoso que se procesa en Dolavon es enviado en camiones a la localidad neuquina de Añelo, la puerta de ingreso a Vaca Muerta. Desde el sector se estima que el transporte representa actualmente un 40% del valor de cada tonelada (Tn) de arena silícea producida a nivel local.
Pero los costos podrían reducirse considerablemente de la mano del tren. Por eso la intención de las operadoras es financiar el tendido de una vía férrea que unifique en suelo bahiense los envíos por ruta desde Chubut y Entre Ríos. De concretarse esta opción, Bahía Blanca sería la cabecera logística de la provisión arenera que requieren los yacimientos no convencionales.
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