A pesar de sus cuestionamientos al Presidente y su confeso deseo de ser candidato, el gobernador bonaerense lo protege. Funcionalidad y conveniencia.
El gobernador bonaerense Axel Kicillof trabó una relación inmejorable con Sergio Berni porque se volvió su barrera de contención ante los frentes políticos que podrían abrirse dentro del Frente de Todos. Berni absorbe los cuestionamientos del Presidente, de La Cámpora, de los intendentes e incluso del ala más dura del kirchnerismo. Ni siquiera cuando se distanció de Cristina Kirchner, Kicillof lo apartó de su cargo.
Los temas de seguridad, que son una problemática cotidiana en el Conurbano bonaerense, no son tópicos que afecten directamente la imagen del gobernador porque el perfil alto de Berni hace que las miradas y las críticas vayan directo a él. El ministro es consciente de esto y por momentos se jacta de ser el “escudero de Axel”, porque le deja el camino allanado para gestionar y él arrastrar la pelea con la política.
De cara a las elecciones de este año, habrá que ver qué pide Berni como contraprestación por sus servicios. Hay algo que desea desde hace mucho tiempo: la intendencia de Zárate.
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