Axel Kicillof presidente, ¿Cristina Fernández de Kirchner presidenta?

Axel Kicillof presidente, ¿Cristina Fernández de Kirchner presidenta?

El gobernador se anotó en la grilla para 2027. Pidió unidad e hizo un guiño a CFK. El escenario fue su mensaje. Vengan todos que yo voy.

 

Por Kevin Cavo

Axel Kicillof dio un paso enorme este jueves en la única dirección que pareciera corresponder a alguien dispuesto a pelear por el premio mayor de 2027. Fue una zancada larga hacia adelante, pero tomando recaudos para no desengancharse de la formación que pretende guiar y de la cual depende para llegar a destino, un peronismo invertebrado en estado de ebullición.

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Básicamente, el gobernador hizo cuatro cosas en el acto por el Día de la Lealtad celebrado en Berisso, donde fue único orador y en el que no estuvieron Cristina Fernández de Kirchner ni su hijo Máximo Kirchner ni la tropa que les responde:

Lanzó su postulación a la presidencia, aunque dijo que “no es momento de candidaturas”Pidió unidad, pero le hizo un guiño a CFKMostró un escenario amplio y diverso, su tropa para la contiendaConfrontó a Javier Milei, su adversario elegido

El mandatario ya había dado una señal de independentismo al mantenerse en silencio frente al clamor en favor de CFK en la pelea con Ricardo Quintela por la presidencia del PJ. Pero miradas y oídos estaban puestas en el acto de este jueves, sobre todo luego del operativo de presión coordinado al mediodía con el que el camporismo le exigía que se proclamara.

 

 

Lo hizo de manera oblicua, en un discurso con una cuota de ambigüedad que el tiempo dirá si fue justa y suficiente o excesiva. Kicillof propuso unidad, dijo que la única pelea que le interesa es contra Milei y se paró por encima de la discusión por el partido, pero al mismo tiempo ubicó a Cristina en un lugar por ahora inalcanzable para el resto.

“Los días más felices fueron con Cristina”, gritó. Fue una manera de decir que es ella quien tiene que conducir, sin decir exactamente que no debe ser el riojano.

En los 63 minutos que duró el discurso, Kicillof mencionó otras tres veces a CFK. Cuando habló del “tribunal de la vergüenza” que “va a querer hacerle creer a alguien que Cristina es culpable en la Causa Vialidad” y pidió parar con las “proscripciones”; cuando mencionó que fueron “Néstor y Cristina quienes devolvieron al peronismo su fuerza transformadora” en el siglo XXI y al referirse a la recuperación de Aerolíneas Argentinas.

Cristina sigue siendo un faro para Kicillof, pero acaso uno que alumbre al gobernador en su camino al futuro.

El escenario de Axel Kicillof

La foto también fue un mensaje. Y sobre todo la foto de un escenario que Kicillof prefirió compartir con una variopinta tropa dirigencial que incluyó a todas las ramas del sindicalismo, dirigentes de diversas extracciones y un cuerpo colegiado de intendentes que hace tiempo decidieron poner su ficha en el casillero del gobernador.

A las presencias de Fernando Espinoza, Jorge Ferraresi y Mario Secco, coroneles del intendentismo kicillofista y patrones en la poderosa Tercera sección electoral, se sumaron muchos otros sobre cuya presencia en Berisso se había puesto en duda.

Los miles de asistentes -50.000, según el jefe comunal anfitrión, Fabián Cagliardi- le pusieron marco a un 17 de octubre al que no le faltó mística peronista ni definiciones.

El lugar de Javier Milei

El dato más trascendental del evento fue, sin dudas, el lanzamiento a una pelea para la que falta una eternidad, pero a la que tal vez el gobernador haya debido subirse obligado por las circunstancias.

“No es momento de candidaturas”, frenó Kicillof a la militancia cuando esta entonaba el cántico “presidente, Axel presidente”. Es cierto, no es momento de postulaciones, en los despachos de La Plata enfrían cualquier exceso de confianza con la foto de Horacio Rodríguez Larreta, el presidente cantado en los papeles que no llegó ni a las generales.

Axel Kicillof en Berisso, por el 17 de octubre.

“En la provincia de Buenos Aires derrotamos tres veces a Milei”. Nosotros sí pudimos, pareció decir el gobernador que en octubre pasado arañó el 45% de los votos, casi lo mismo que Juntos por el Cambio y La Libertad Avanza juntos. Esos 4,3 millones de votos son el motor principal que impulsa a la dirigencia a seguir a Kicillof.

Como los técnicos y los jugadores cuando están en plena competencia por el campeonato, los dirigentes le tienen terror a definirse como candidatos. Por eso lo hecho este 17-O por el gobernador cobra mayor dimensión. Quién pudiera dudar de que lo que hizo Kicillof fue decir “sí, estoy dispuesto, vengan que, llegado el caso, voy a dar esa pelea”.

Fue elocuente cuando dijo que en la provincia de Buenos Aires fueron capaces de hacer lo que hicieron, tras lo cual se preguntó “por qué no podemos hacerlo con casi cincuenta millones de argentinos”. Más: “Sabemos qué hacer para que millones de argentinos dejen de alimentarse una vez por día”. Cuatro patas, orejas, ladra y mueve la cola… es perro.

“Quiero colaborar con la construcción de una alternativa superadora”, lanzó Kicillof desde el escenario y completó con que “los mejores días siempre fueron peronistas, los días más felices fueron con Cristina y los mejores días tienen que estar en el futuro”.

Kicillof, el ministro de Economía, el diputado, el gobernador, ya no es lo que era. El terremoto político que generó la llegada de Milei a la Casa Rosada combinado con la resistencia que logró el peronismo en el distrito que concentra el 38% del padrón electoral nacional terminó ubicándolo en un lugar del que sólo se sale para adelante.

El gobernador no esquiva el bulto, pero lo hace a su modo, cuidando de no romper nada o rompiendo lo menos posible. Son sus métodos y, al menos hasta ahora, le han dado resultado. El tiempo dirá si con eso es suficiente.

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