Las tres intendencias gobernadas por el PRO son la gran apuesta del gobernador en el interior. La chance de llevar al peronismo al sillón de mando de General Pueyrredón por primera vez desde 1983.
Por José Maldonado
La Plata, Mar del Plata y Bahía Blanca. En esas tres grandes ciudades del interior bonaerense gobernadas por el PRO desde 2015, el gobernador Axel Kicillof y su equipo concentraron esfuerzos con bajadas permanentes de gestión provincial, grandes actos de campaña y muchas fotos con los candidatos y las candidatas de Unión por la Patria (UP), con la expectativa de dar el gran golpe y recuperar las intendencias.
Las tres comunas fueron subrayadas con rojo dentro de una lista de 18 distritos del interior de Buenos Aires que el comando de campaña montado en la Gobernación punteó como prioritarias a la hora de enfocar los “fierros” en los distintos tramos de la campaña que cerró esta semana. En ese listado también figuran San Nicolás, Tandil, Junín, Pergamino, Olavarría y Azul, entre otros municipios gobernados por distintas vertientes de Juntos por el Cambio (JxC). La idea fue apuntalar todo lo posible a las figuras locales de UP y machacar con el efecto de la gestión bonaerense en esos distritos, desde obras escolares y viales hasta la entrega de notebooks a estudiantes.
La prioridad central, según ese cuadro de objetivos electorales armado por la mesa de campaña que funciona en la gobernación, estuvo puesta en La Plata, Mar del Plata y Bahía Blanca, gobernadas por Julio Garro, Guillermo Montenegro y Héctor Gay, respectivamente.
La de La Plata quizás sea la apuesta más fuerte de todas. Detrás de Alak se encolumna buena parte del peronismo platense y su figura genera la expectativa de recuperar un importante caudal de voto histórico de esa fuerza que se fue. "El escenario es muy parejo y tenemos expectativas”, dicen en el comando de campaña montado en la Gobernación, desde donde chicanean al intendente Garro por los cruces de denuncias sobre cartelería rota. "Están nerviosos", aseguran.
El gobernador puso toda la carne al asador en la pelea de los Julios Césares. A Alak, Kicillof hasta le prestó el famoso Renault Clio de su campaña 2019 para que llegara al acto de lanzamiento de su candidatura, del que también participó el gobernador y medio gabinete provincial.
Mar del Plata es la segunda gran apuesta, aunque en este caso tanto de la gobernación como de Máximo Kirchner: la candidatura de Fernanda Raverta logró sumar un acuerdo con el exintendente vecinalista Gustavo Pulti. Enfrente está Montenegro, quien va por la reelección.
La figura de Raverta fue el centro de un operativo respaldo desplegado desde la provincia y la nación. El candidato presidencial Sergio Massa la sentó a su lado en varios tramos de la campaña para hacer anuncios de medidas de alivios para distintos sectores. Kicillof viajó varias veces a ese distrito de la costa para sacarse fotos conjuntas.
En Mar del Plata, ciudad que nunca gobernó desde el regreso de la democracia, el peronismo con Raverta y Pulti a la cabeza intentó ampliar la alianza todo lo posible para dar el batacazo y aprovechar el crecimiento del candidato libertario local, Rolando Demario, que le come votos a Guillermo Montenegro. Así, después de la PASO se sumaron sciolistas, sindicatos y vecinalismo que reportarán directo a la conducción massista.
El de Bahía Blanca es otro escenario que entusiasma a la mesa de campaña de UP y al que le apuntaron todos los cañones. Después de dos períodos de gobierno, el intendente macrista Gay no irá por otra reelección y la candidata a reemplazarlor por Juntos por el Cambio, Nidia Moirano, está lejos de garantizar un triunfo.
UP se encolumna detrás de la candidatura de Federico Susbielles, el presidente del Consorcio del Puerto bahiense, que se impuso en la interna y que se mantiene expectante ante la posibilidad de un batacazo, en un escenario de tercios por la irrupción política del referente libertario, Oscar Liberman, que fue el más votado en la PASO.
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