Este miércoles, la Cámara de Diputados aprobó un proyecto que prevé la provisión gratuita de toallitas, tampones y copas en escuelas de la Provincia
Este miércoles, la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires dio media sanción al proyecto de Ley de Promoción de Salud Menstrual que busca garantizar la provisión de productos de gestión menstrual a las personas menstruantes de los establecimientos educativos, públicos y privados, de la provincia de Buenos Aires.
La iniciativa es el resultado de la unificación de varios proyectos que propulsaron diputadas de diferentes bloques y su aprobación fue celebrada por la inmensa mayoría de las fuerzas políticas. La entrega de kits gratuitos en las escuelas tiene por objetivo visualizar y desmitificar la menstruación, promover la correcta higiene y, especialmente asegurar la asistencia escolar de las mujeres y personas menstruantes que muchas veces por no tener acceso a los elementos necesarios y/o pudor eligen faltar a clase.
En el año 2022 todavía no se habla libremente de la menstruación, al menos no en todos los ámbitos. Aún hoy se utilizan eufemismos como “periodo”, “regla”, “esos días”, y tantos otros para evitar hablar de un proceso natural que atraviesa gran parte de la población y que tiene implicancias directas en la salud, la educación y el trabajo.
Sin embargo, en los últimos años el debate sobre la gestión menstrual ha ido ganando terreno, incluso en espacios de decisión y construcción de políticas públicas. Claro ejemplo de ello es lo que sucedió ayer en la Legislatura bonaerense.
En Argentina, hay más de 10 millones de personas menstruantes y alrededor de 5 millones viven en la provincia de Buenos Aires. La diputada provincial del Frente de Todos, Débora Galán, una de las impulsoras del proyecto, explicó que esta iniciativa tiene por finalidad “garantizar el derecho a la salud porque la higiene menstrual tiene que ver con la salud pública sino también con el derecho a poder estudiar”.
En conversación con Diagonales, la legisladora consideró que “la gestión menstrual tiene que ser uno de los temas centrales en las políticas públicas de género, sanitarias, económicas y sociales”.
Su par de Juntos, Johanna Panebianco, otra de las propulsoras del proyecto, resaltó que “hay 5 millones de personas que menstrúan en nuestra Provincia, sin embargo la gestión menstrual no constituye aún una temática central."
"Para algunos parece un tema menor. Para quienes faltan al trabajo o a la escuela por no tener productos de gestión menstrual, para quienes usan retazos de tela, cartón o diario, para quienes eligen entre comprar comida y productos de gestión menstrual, esto no es un tema menor”, remarcó y detalló que el ausentismo en las mujeres es entre un 10% y un 20% más grande que en los varones por cuestiones de recursos materiales y simbólicos. “Por eso es importante que empecemos por las escuelas”, señaló.
Las barreras económicas con las que se encuentran mujeres y personas menstruantes a la hora de acceder a los elementos de gestión menstrual, hace que muchas veces se ausenten de la escuela, de sus puestos de trabajo, o dejan de hacer actividades ya sea deportivas o recreativas, por ejemplo. Incluso, en los hogares más vulnerables, a veces deben recurrir a alternativas poco higiénicas que pueden afectar su salud como el uso de trapos, algodones u otros elementos que pueden resultar dañinos. Es que la gestión menstrual requiere de acceso al agua limpia, instalaciones sanitarias acordes, acceso a productos de gestión menstrual (PGM: toallitas, tampones, paños absorbentes lavables, copa menstrual, entre otros), además tener otros condicionantes como son los ingresos y las normas culturales.
Un informe publicado en mayo de 2021, realizado por el gobierno nacional, estima que una persona, a diciembre de 2020, podía gastar desde $3.228 hasta $4.327 anuales para gestionar su ciclo menstrual, cifra que impacta con más fuerza en hogares pobres y a la que hay que sumarle una inflación acumulada del 59,7%.
De este modo,el costo que implica menstruar genera otra forma de desigualdad entre las brechas de género. En Argentina, los hombres ganan un 31% más que las mujeres, es decir, que las personas menstruantes deben afrontar un costo extra e inevitable con salarios más bajos y con mayores obstáculos para insertarse en el mercado laboral formal, dado que la desocupación y la informalidad laboral es mayor entre las mujeres. Este problema no se reduce solo a las mujeres sino que también afecta a varones trans y muchas personas no binarias cuyo acceso al mercado laboral suele ser aún más difícil.
Además, el tema tiene otra arista relacionada al cuidado del medio ambiente. Según los últimos datos que publicó la organización Economía Femini(s)ta en mayo de 2020, en Argentina se producen anualmente 13.200 toneladas de residuos menstruales, provenientes de los descartables, que tardan entre 500 y 800 años en biodegradarse.
Por eso, por ejemplo, en el caso de AySA, las trabajadoras del organismo reciben desde enero de 2021 un reintegro de 400 pesos por mes para cubrir el costo de la compra de insumos para la gestión menstrual y además, se les entrega una copita y un set de tres toallas higiénicas de tela reutilizables que busca incentivar a sus 1600 trabajadoras a que opten por métodos que colaboran con el cuidado del medio ambiente.
“Trenes Argentinos también hace poco comenzó a aplicar este programa y cabe señalar que gracias a la lucha feminista y transfeminista cada vez avanzamos más. Incluso, hay varios municipios que también tienen programas de gestión menstrual y creo que desde la Legislatura tenemos un rol fundamental”, señaló Galán.
Además, la diputada sostuvo que “es necesario que haya más información acerca de la gestión menstrual sostenible y sustentable, y tiene que estar incorporado en la ESI, no sólo para que el tema deje de ser un tabú sino también para conocer y aprender que hay una gran cantidad de alternativas en los productos que se utilizan pero no todos cuidan el medioambiente”.
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