El ascenso de Moisés, o el ocaso de la dirigencia tradicional del PJ

El ascenso de Moisés, o el ocaso de la dirigencia tradicional del PJ

Luego de que la Junta Electoral del Partido Justicialista oficializara la lista que encabeza el Presidente de la Nación Alberto Fernández para conducir al partido del Gobierno, vuelve a ponerse en práctica una vieja costumbre del peronismo que indica que quien ejerce la primera magistratura de la Nación, ocupa también la titularidad del PJ nacional.

Aunque resulte una formalidad –no hay que ser demasiado avezado en política para entender que quien detenta el poder institucional maneja a su vez los resortes partidarios–, la historia refleja que el propio fundador del movimiento, Juan Domingo Perón, presidió el partido en 1946, al igual que décadas después Carlos Menem y Néstor Kirchner hicieran lo propio. La excepción que confirma la regla –como en tantas otras facetas de la política en la que mostró su singularidad– fue Cristina Fernández de Kirchner, que nunca mostró interés en desempeñar ese alto cargo partidario mientras presidió los destinos de la Nación.

Quizás como nunca antes en situaciones similares, la conformación de la nómina oficial marca un hito en el devenir del peronismo jujeño: la no inclusión en la lista de dirigentes como Eduardo Fellner y Guillermo Jenefes, y el desplazamiento de dirigentes como Rubén Rivarola y Guillermo Snopek hacia lugares irrelevantes de la tira, representa la decisión de renovar rostros y nombres desgastados por años de ejercicio de responsabilidades institucionales y partidarias. Al mismo tiempo, entroniza la ascendente figura de Carolina Moisés, la diputada nacional elegida por los dueños de la lapicera (el albertismo y el kirchnerismo) para representar un nuevo tiempo en el peronismo de Jujuy.

La reiteración de apellidos en al menos las dos últimas décadas en el justicialismo provincial empujó la decisión (y la necesidad) de impulsar a la legisladora sampedreña, con el para nada despreciable hándicap –según las agudas miradas porteñas– de haber sido Moisés la que en las elecciones generales de octubre de 2019 paró en seco las ansias de perpetuidad en el poder de Gerardo Morales.

Ese prestigio político se sumó a un destacado desempeño parlamentario, en el que su lengua filosa para enrostrarle a los diputados radicales y del PRO sus fracasos en el gobierno, hicieron que en varias oportunidades fuera la elegida de Máximo Kirchner –el presidente del bloque del FdT– para cerrar debates calientes.

Justo es señalar que su posición relevante en la nueva conducción del PJ nacional –que será consagrada en breve– obedece, también, a la novedad de la integración igualitaria de mujeres en la nómina, hasta hace no mucho tiempo hegemonizada por machotes duros. En ese punto también es de destacar la inclusión de Karina Paniagua, la intendenta de Humahuaca.

Si bien al apellido Moisés le caben las generales de la ley –Julio Carlos también es víctima de la erosión que el paso del tiempo y el protagonismo público operan sobre las personas–, a Carolina se le presenta la inigualable oportunidad de capitalizar la renovación generacional demandada por la ciudadanía. Para ello, claro, deberá lidiar con caudillos que, a pesar de la pérdida de su predicamento social, conservan intacta su capacidad de daño, que en política suele ser un activo muy preciado. De ese juego de la real politik quedará al margen, por obvias razones, el patriarca de los Moisés, el único dirigente de la vieja guardia peronista que tuvo la inteligencia y la generosidad de posicionar a una heredera política.

Otro imperativo de la hora para la diputada será lidiar con las lógicas apetencias de otras figuras emergentes en el peronismo provincial (algunas incluso han llegado a fotografiarse con el Presidente en Olivos) y dominar el imprescindible equilibrio de fuerzas dentro del Frente de Todos que lo condujo al triunfo en 2019. El tiempo dirá si la muñeca de Carolina Moisés estuvo firme para conducir la nave de cara a las elecciones legislativas de medio término que se avecinan. Pero por sobre todo, si con su incipiente conducción fue capaz de devolver para el peronismo el gobierno provincial.

Por último, otro detalle relevante y con derivaciones prácticas en el rearmado del peronismo provincial es que Milagro Sala fue una de las integrantes de la lista que desafió a la oficial, y que finalmente no podrá competir en internas por "irregularidades en la presentación y porque algunos candidatos no eran afiliados al partido", tal como indicó la resolución de la Junta Electoral del PJ. Directa alusión a la otrora líder de la organización Túpac Amaru, cada vez más complicada en su intento de regresar a algún tipo de protagonismo político en Jujuy, independientemente del cuestionable proceso judicial que la tiene privada de su libertad.

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