El presidente apareció por primera vez ante el polémico órgano para "subordinarse" a sus plenos poderes
CARACAS.- La revolución completó la toma del Parlamento con el regreso de Nicolás Maduro al Palacio Legislativo, convertido en el "padre" de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), en el "padre protector" de todos los venezolanos y en un nuevo Simón Bolívar, como recitó Delcy Rodríguez, presidenta del órgano "soberano, magno y plenipotenciario", que comparó la irrupción del jefe del Estado en el Hemiciclo Protocolar con la entrada del Libertador en Bogotá tras la victoria de Boyacá.
"Vengo a reconocer sus poderes plenipotenciarios para regir los destinos del país, a subordinarme", exclamó Maduro, pese a que fue él mismo quien impuso a toda su junta directiva. De hecho, una vez terminada la sesión, convertida en mitin político, parecía todo lo contrario: los 545 delegados extasiados ante la palabra y mando de su líder, meros comparsas ante sus órdenes. El alborozo se prolongó cuando el presidente anunció que allí mismo iban a celebrar el aniversario de la revolución bolchevique.
Maduro se congratuló por la decisión tomada, y hecha ley, de que la ANC funcione con poder absoluto durante dos años y así "proteger al pueblo hasta agosto de 2019, si no decidiera de otra forma", lo que abre la puerta a mantenerse al frente del país incluso después de las elecciones presidenciales de finales de 2018. Todas las encuestas adelantan una estrepitosa derrota de Maduro, si se llegara a presentar a esas elecciones, pese a que el chavismo ha inhabilitado a los dos principales líderes de la oposición, Henrique Capriles y Leopoldo López.
Maduro no ocultó sus preocupaciones. La primera, el aislamiento internacional que pende sobre su gobierno, ante el cual reclamó una cumbre de emergencia, inmediata, de la Celac, "para vernos las caras", ante las supuesta amenazas de bloqueo "militar, comercial y financiero" del encuentro de Lima. No ahorró reproches, incluso insultos, contra los presidentes de Colombia, Perú y México.
El líder bolivariano volvió a agitar como si fuera su bandera ese diálogo tan especial, tantas veces incumplido, como terapia ante el repudio internacional que provocó el "mayor fraude electoral de la historia de América", como definió la Secretaría General de la OEA los comicios del 30 de julio. Incluso aseguró que forzará a la oposición a hacerlo, "por las buenas o por las malas".
El segundo objetivo fue rematar el trabajo de los últimos días. La insistencia oficialista en cerrar cualquier salida al laberinto nacional forma parte de su estrategia para profundizar la depresión que invade a la sociedad venezolana, que ha empujado de nuevo a una compleja encrucijada a la Mesa de la Unidad Democrática. Con el acto de ayer se pretendía dar un nuevo golpe a la moral de unos y a las dudas de otros.
Acompañado por el alto mando militar y por un pequeño batallón de soldados, Maduro, en un discurso de confrontación, confesó que la idea de imponer esta ANC la empezó a desarrollar después de la derrota electoral, "producto de una guerra asquerosa contra el pueblo", en diciembre de 2016.
"Un fuego sagrado que se me metió en el alma y en el cerebro, la necesidad de encaminar nuestro país a través de un nuevo proceso", confesó el "hijo de Chávez", en un acto donde fue más importante la exhibición de poder que las embestidas ya conocidas, ante los 545 delegados de una Asamblea Constituyente convertida en su nuevo órgano ejecutor. Ni una palabra todavía de redactar una Carta Magna, su único cometido constitucional.
No faltó ninguno de los elementos de la propaganda chavista, empezando por el himno, "Gloria al bravo pueblo", cantado por Hugo Chávez. Constantes aclamaciones, aplausos y silbidos.
Maduro se quejó de las acciones parlamentarias contra los créditos pedidos por el gobierno a organismos internacionales, como si se tratase de una traición a la patria. "Aspiro a que la Comisión de la Verdad haga justicia", dijo el presidente, empeñado en que el tentáculo confirmado desde la propia ANC sirva como un nuevo tribunal de la inquisición. Aun así, el jefe de Estado aseguró que se inspira en Nelson Mandela y no en Torquemada.
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