El socialista y el PRO compartieron una llamativa cena. Relación de estima personal, anécdotas y run run de la política. Presente y futuro de dos pesos pesados.
Miguel Lifschitz y Miguel Del Sel se juntaron, como dos amigos, a comer un asado. Fue hace tres semanas. Junto a un nutrido grupo de comensales, despuntaron el vicio de la estima que se tienen y hablaron de política y de los intereses de cada uno a presente y futuro. El socialista definirá en las próximas horas si compite por una banca en el Senado y el del PRO insiste en que no jugará este año, pero no le niega una reunión a nadie.
El encuentro se realizó en un barrio cerrado ubicado a la vera de la autopista Rosario-Santa Fe, en el ingreso a la capital. El anfitrión y asador fue Raúl “Oreja” Fernández, exdiputado provincial PRO y manager de Midachi, el trío cómico que catapultó a la fama a Del Sel. Lifschitz asistió junto a la diputada provincial Clara García y Horacio Ríos, uno de sus colaboradores más cercanos y exsecretario de Medios de la provincia.
“Un asado de amigos”, resumió a Letra P uno de los participantes. Tras las elección de 2015, donde Lifschitz se convirtió en gobernador tras superar a Del Sel por 1.496 votos, ambos construyeron una relación de afecto.
Desde su prejuicio o inseguridad de outisder, Del Sel le valora a Lifschitz que nunca lo haya descalificado a lo largo de su andar político, un rasgo que, entiende, se diferencia de la actitud de parte del PJ e, incluso, del mismo PRO. A partir de ahí, el exdiputado nacional mensajeó una y otra vez al socialista.
Construyeron el vínculo y se juntan a comer cada tanto. Priman, confían en ambos bandos, las anécdotas de Midachi, pero se cuela también el dime y direte de la política. Del Sel disfruta de una suerte de ostracismo que cultivó. No da entrevistas y no conduce un sector dentro del PRO, pero es fuente de consulta y recibe llamados y tentaciones desde el más alto nivel del poder, como, por ejemplo, del expresidente Mauricio Macri.
Sin embargo, insiste, este año no va a ser candidato. “Habla con Dios y María santísima”, abreva uno de sus laderos católicos, pero no va a competir. A principios de año, recibió un golpe cuando la Corte de Suprema de la Nación le ratificó una condena por irregularidades en el manejo de fondos dentro del partido.
Más allá de festejarle los chistes al cómico, Lifschitz tiró algunas pistas sobre su armado electoral. No soltó prendas sobre su candidatura, pero bregó por un esquema de tercera vía, por fuera del Frente de Todos y Juntos por el Cambio. De color: ratificó al intendente de Rosario, Pablo Javkin, con quien mantiene una relación tirante, como parte de su estrategia política.
Al igual que Del Sel, el socialista se mueve en silencio y no le niega reuniones a nadie. Se concentra por estos días en la interna de su partido. Rechaza en la escena pública un armado no peronista junto al PRO y la UCR, pero se sienta con actores de ambos partidos. Incluso, con otros foráneos con apetito político, como el presidente de River, Rodolfo D'Onofrio, con quien se vio hace dos semanas en la Ciudad de Buenos Aires.
Por Pablo Fornero
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