Lo que no hizo Mauricio Macri y tampoco María Eugenia Vidal lo hizo Carlos Fernando Arroyo: le pagó -generosamente- a los radicales por su apoyo. Y de los tres nombrados sin ningún tipo de duda es el que menos le debía al partido centenario. El presidente y la gobernadora trabajaron codo a codo en provincias y municipios con dirigentes radicales que le aportaron estructuras en lugares en los que el PRO jamás había podido penetrar.
Arroyo derrotó cómodamente a Vilma Baragiola en la Paso. Se esperaba al día siguiente una foto de campaña juntos, caminando de la mano. Pero Arroyo se la negó, prefirió hacer a un lado a la concejal del radicalismo y mantener el perfil que lo había llevado a convertirse en la revelación de las elecciones. Así siguió hasta su triunfo frente a Gustavo Pulti.
Paradójicamente, al único dirigente radical que le abrió las puertas de su armado fue a Gustavo “Tato” Serebrinsky. Y este jueves dejó con las manos vacías. El exdiputado nacional se peleó fuerte con Baragiola y fue corriendo a los brazos de Arroyo. Pocos días antes de la Paso, los dos hicieron circular una foto juntos y luego el radical salió con duras declaraciones contra Vilma a la que tildó de mentirosa e hizo público su apoyo al líder de la Agrupación Atlántica.
Ya como intendente electo, “Tato” se convirtió en un hombre de referencia y siempre estuvo su nombre entre los posibles funcionarios: de presidente de Osse, a secretario de Producción y a estar a cargo de un área específicamente creada para él. De hecho, cuando se conoció el último índice de desempleo de General Pueyrredon fue el exlegislador nacional el que se reunió con el entonces Mariano Pérez Rojas para hablar de la situación y planificar la transición.
Hoy, “Tato” se sentó en la tercera fila del teatro Colón y vio como uno a uno los 56 funcionarios que eligió Arroyo se llevaron su decreto de nombramiento. “Creo que se va a Nación”, aventuró un colaborador del nuevo intendente. Lo cierto es que la relación entre ambos quedó tensa: el miércoles discutieron acaloradamente en la puerta del municipio cuando se cruzaron.
Baragiola hizo el trayecto contrario: del ninguneo pasó a quedarse con una secretaría (compleja por cierto), pero no desembarcó sola. Solo en Desarrollo Social este jueves se nombraron, además de su cargo, a otras cuatro personas. Además, dos de sus más estrechos colaboradores cumplirán funciones de comunicación en la administración central (Walter Alló) y cultura (Emiliano Mensor). Vilma nunca lo dirá, pero esa victoria sobre “Tato” Serebrisnky tiene un sabor especial a nivel personal. "Fue la que mejor salió", dijeron a este medio.
Pero no sólo Baragiola sonríe por estas horas. El katzismo (si tal ismo existiese) también desembarca con Alejandro Vicente, flamante secretario de Gobierno. Tendrá un rol político importante, muy superior al que tuvo en la gestión del exintendente cuando fue secretario Legal y Técnico. Y por si fuera poco colocó allí a su socio en el estudio jurídico: Gustavo Gil de Muro.
Vicente forma parte del círculo íntimo de Katz, junto a Oscar Pagni, Gustavo Schroeder, Oscar González, entre otros. Si bien esa “generación” de radicales marplatenses parece alejada de la función pública, el nuevo secretario de Gobierno se convirtió en un cable que los conecta nuevamente.
Otro de los que se ganó un lugar y lo celebró con un emocionado abrazo durante la jura de este jueves fue Eduardo Abud. Históricamente ligado a Elio Aprile, el concejal hace varias semanas había confesado públicamente su deseo de abandonar el cuerpo legislativo para ocupar un cargo en el Ejecutivo. Y el intendente electo le dio el gusto: el “Turco” será el presidente del Ente de Obras y Servicios Urbanos.
Sebastián Puglisi (secretario de Cultura), Guillermo De Paz (secretario de Planeamiento) y Carlos Aramburu (Director de la Casa de Mar del Plata en Buenos Aires) son otros dos hombres del radicalismo que se sumaron al equipo de Arroyo. Puglisi está desde la primera hora. De hecho, fue el primero que sonó como secretario de Educación. Sin embargo, a medida que se acercó el momento de las definiciones, fue perdiendo terreno y Arroyo optó por la experiencia de Ana Crovetto. Y cuando parecía haber quedado fuera de todo esquema surgió la posibilidad de asumir como secretario de Cultura.
La estrcutura del líder de la Agrupación Atlántica, se sabía, no permitía cubrir todos los cargos que hoy se conocieron (y los que todavía faltan). Sin embargo, la relación tirante y las internas que se desataron desde el 25 de octubre hasta hoy presagiaban una representación menor del radicalismo en el nuevo Ejecutivo. La realidad hoy muestra otra cosa: la UCR de Mar del Plata consiguió el respaldo que el partido no tuvo en la Provincia y la Nación.
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