La caída en los valores de los alquileres en lotes agrícolas impacta positivamente en el negocio del tambo. Reflexiones de asesores.
Frente a este contexto, cómo impacta la evolución de los alquileres en la actividad lechera. ¿Qué es lo que realmente está ocurriendo? "Es muy simple: suben los costos de producción y bajan los precios de los granos, por esta razón los pooles ajustan los alquileres a la baja. Tampoco hay que olvidar que por inundaciones y sequías, hubo rindes que los llevaron a salir hechos o perder plata, sobre todo en la provincia de Buenos Aires", sintetiza José Quintana. "Sin duda en Buenos Aires la baja es más consistente que en otros lados".
El analista de la consultora Economía Láctea señala que a veces los alquileres se pactan inicialmente en quintales de soja, para luego actualizarse a partir de la evolución de los precios de la leche. "En un contrato a tres años, si se fija un valor inicial de diez quintales de soja, que equivalen a 900 litros de leche por ejemplo, determinado por los valores de la soja y la leche, esa cantidad de litros es la que se deberá seguir pagando los siguientes años", explica. "Hoy se paga algo muy variable".
Bajaron los que estaban más altos
Desde la cuenca cordobesa de Villa María, Lucas Rizzi confirma también el impacto de los malos resultados de la cosecha sobre las futuras negociaciones. "Aunque tengo clientes con el cien por ciento de campo alquilado y otros con el cien por ciento propio, en promedio se tiene alrededor de un cincuenta por ciento de campo alquilado", detalla el asesor de tambos y nutricionista. "En la actualidad, se están pagando mensualmente entre 9 y 10 quintales de soja por hectárea por año (qq/ha/año), valor pizarra Rosario, con diferencias en el pago de los impuestos que van desde el cien por ciento a nada" Algunos productores, explica Rizzi, han logrado reducir el valor en dos quintales cuando se estaba en niveles de 12 qq/ha, pero la mayoría que estaba en alrededor de 10 qq no lo pudieron bajar de ese piso. "A diferencia de los agricultores que renegocian contratos y eventualmente sólo deben trasladar un equipo de siembra, a los tamberos se les complica dejar los campos, ya que los obliga a replantear el sistema productivo o encarecer las reservas en el caso de alquilar otro campo desde donde tenga que trasladar los forrajes conservados", explica Rizzi. "Lo que sí se está viendo son ofertas de campos dejados por los malos resultados productivos agrícolas, fundamentalmente debido al clima de los últimos años, en valores entre diez a quince por ciento más bajos que los anteriores contratos. En algunos pocos casos, los dueños del campo no renegocian los alquileres con el actual inquilino y tienen que salir a ofertarlo a valores a los que se los ofrecía y quizás a valores inferiores. En el caso de los lotes para maní, los valores ofrecidos que el año anterior estaban en alrededor de 700 dólares la hectárea, han bajado considerablemente".
Arrendamientos más selectivos
Para Nicolás Capelle, asesor y consultor de empresas de la zona oeste y norte de Buenos Aires, el precio de los arrendamientos de los lotes destinados a la producción de leche -no supera el 30% del total de la superficie en la zona- está directamente relacionado con lo que pasa con el negocio agrícola. "En la zona se está pagando entre 10 a 13 qq/ha de
soja por campos buenos y entre 8 a 10 para campos intermedios. Si bien hay una caída en los precios que ronda entre el 20 y 25 por ciento, no ha sido todo lo que se esperaba y/o lo que el negocio agrícola podría pagar para obtener rentas ‘lógicas' con el riesgo que el mismo tiene", advierte Capelle. "Sí existe un atraso en el cierre de alquileres en aquellos campos de inferior calidad y/o más riesgosos que son los que todavía no están alquilados. Las empresas y/o las personas que arriendan para agricultura están mucho más selectivas."
El asesor destaca que el productor tambero trata de hacer un "mix" entre leche y soja como moneda de pago ya que no es fácil cerrar un arrendamiento 100 por ciento en leche. Con la caída de los valores de arrendamiento y la mejora en el precio de la leche, el negocio del tambo sobre campo alquilado ha mejorado su ecuación con la consecuente recuperación de la actividad. Sin embargo todavía no alcanza. "Es cierto que la actividad se recupera pero todavía estamos corriendo de atrás, ya que estamos cerrando un ejercicio 2012/13 muy malo... diría que de los peores en los últimos diez años", sugiere.
Una agricultura en jaque
Como consultor económico y administrador de empresas agropecuarias, Marcos Snyder advierte la opresión que genera la inusual combinación entre el retraso cambiario y el alto nivel de derechos de exportación. "En los últimos cincuenta años de historia argentina, los períodos con retenciones se combinaban con períodos de tipo de cambio alto, mientras que aquellos sin retenciones, como la época de Cavallo por ejemplo, se combinaba con un tipo de cambio bajo. Hoy estamos con retenciones y tipo de cambio bajo, así que todo mal. Obviamente el chacarero que alquila quiere pagar menos... y si lo puede hacer como un porcentaje de la producción, mucho mejor". El especialista señala que a nivel nacional la proporción de tierra alquilada en producción lechera es del 35 al 40 por ciento, un valor que está lejos del 60 por ciento que está alquilado para agricultura. "Está claro que si bajan los alquileres bajan los costos de producción del tambo. En Santa Fe es usual escuchar
contratos de alquiler en litros de leche, mientras que en Buenos Aires es más usual expresarlos en kilos de soja o de novillo. En mi zona de trabajo, que es la cuenca de Abasto de Buenos Aires, los valores de alquiler andan entre 100 y 120 kg de novillo/ha/año o entre 7 y 10 qq de soja/ha/año", detalla Snyder.
Explorando arreglos de largo plazo
Desde el sudeste bonaerense, Hugo Quattrochi describe el panorama en materia de arrendamientos de una zona alejada de las cuencas tradicionales. "La zona de Mar y Sierras tiene ciertas particularidades en lo referido a arrendamientos o costo de oportunidad de la tierra ya que son pocos los tambos que producen sobre suelo cien por ciento agrícola", explica el consultor y a su vez coordinador del Grupo Lechero Tandil- Napaleofú-Vela. "En una muestra de empresas de la zona que ordeñan alrededor de 13.000 vacas en 32 instalaciones, uno de cada tres casos arrienda parte o toda la superficie que trabaja. En esos casos que producen leche en campo alquilado, el promedio de superficie arrendada alcanza
el 70 por ciento del total, en un rango que va del 33 al 100 por ciento. En el mismo relevamiento se observa que el 70 por ciento de quienes arriendan, no lo hacen solamente para expandir el área del tambo propio -ya sea para pastoreo y/o reservas- sino que trabajan además algún tambo alquilado". De los casos analizados con arrendamiento parcial o total que cita el asesor, las dos terceras partes definen el arrendamiento sobre un mix de variables que incluyen carne, soja y trigo en distintas proporciones y leche principalmente en los planteos de tambo alquilado. "Más allá de cada arreglo en particular, tratamos de diseñar los negocios de arrendamiento de manera que la productividad por hectárea esté ‘en armonía' con el valor de la tierra, buscando que el alquiler no supere una incidencia del quince por ciento del ingreso total", propone.
Es interesante la actitud de algunos propietarios que alude Quattrochi en búsqueda de mayor seguridad. "Si bien la presión a la baja generó un retraso a nivel zonal en la concreción de negocios de arrendamientos, algunos propietarios que daban en arrendamiento el campo para agricultura con renegociación anual se muestran particularmente predispuestos en explorar arreglos a largo plazo con tambos vecinos y no exponerse a negociar año a año con operadores agrícolas", describe el asesor CREA, quien también es investigador para Argentina de IFCN Dairy, la red mundial para comparar modelos lecheros productivos. Para Quattrochi, el actual ambiente de negocios genera oportunidades para quienes buscan expandirse aprovechando la coyuntura. "No obstante, existen dos realidades muy diferentes entre quienes en los últimos años decidieron agrandar su negocio produciendo leche en tambos arrendados respecto a quienes, estando limitados en superficie propia, buscan aumentarla anexando ‘área de apoyo' en campos cercano. En estos últimos casos, sólo aquellos con aptitud agrícola se renegocian anualmente y son los menos", aclara. "Pero no podemos olvidar que la desfavorable situación financiera que atraviesan la mayoría de las empresas lecheras limita mayormente las posibilidades de aprovechar la coyuntura de arrendamientos en baja para ‘captar' nuevos negocios".
Comentá la nota