Armas del diablo

Por Enrique Pinti

Como todos los dichos y refranes populares aquel que dice "las armas la carga el diablo" encierra una verdad absoluta más allá de la obviedad de su enunciado.

Desde el garrote del hombre de las cavernas hasta el ultra sofisticado misil teledirigido el ser humano ha necesitado esos instrumentos para su seguridad y por extensión lógica los Estados han fomentado su fabricación para la defensa de sus conflictos internos y la defensa de sus soberanías territoriales y geo políticas.

Cuando la racionalidad se extravía en el laberinto de pasiones sin control y en su afán de buscar enemigos de forma casi paranoica, el ser humano sofistica el cuidado de su seguridad por medio de las armas. A lo largo de los siglos y con la promesa de la prevención de males se ha creado una industria multimillonaria que obviamente produce ganancias cuantiosas y superioridades de poder que logran el cóctel perfecto de riqueza material y omnipotencia que embriaga a los sectores que se benefician con semejante industria.

"La droga es un flagelo mundial todos lo sabemos y nos duele pero la proliferación de armas es tanto o más perjudicial"

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Desde luego que nadie pide un mundo desarmado donde todo se resuelva con pactos de buena voluntad, solidaridad y bondad beatífica pero que las armas sean utilizadas por la mayoría de la sociedad en forma indiscriminada sin límites de responsabilidad y que se permita que niños tengan en sus manos armas de guerra como pasa en muchos países, entre ellos y en primera fila en Estados Unidos donde ni siquiera desde el Estado y el Poder Ejecutivo pueden limitar ese problema que permite masacres en colegios y universidades donde niños y adolescentes son víctimas y victimarios, nos muestran un mundo contradictorio donde junto al adelanto técnico y científico de un progreso notable que según estadísticas confiables ha logrado aumentar el promedio de vida en el género humano con enfermedades terminales convertidas en crónicas y controlables y con un grado de comunicación global nunca visto, caiga en la barbaridad de armarse hasta los dientes fomentando la violencia cotidiana con instrumentos destructivos de esa vida que científicos y médicos tratan de salvar.

La droga es un flagelo mundial todos lo sabemos y nos duele pero la proliferación de armas es tanto o más perjudicial y ya se sabe que todo lo negativo va de la mano y que un flagelo fomenta otro flagelo.

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Deberíamos llegar al menos a controlar la violencia cotidiana que por frustraciones de toda índole perturba las mentes e impone la ley del revólver, la ley del más fuerte y la ley de la justicia por mano propia. Para todas esas situaciones se necesitan armas, armas que van desde la mano que pega o estrangula hasta el cuchillo de cocina, la sierra eléctrica del garaje, el revólver adquirido libremente y el fusil sofisticado en manos de cualquiera.

Y por más vueltas que le demos cada día parece hacerse más ardua y dificultosa la lucha contra esa furia autodestructiva fomentada por juegos electrónicos que convierten a la masacre, la guerra contra alienígenos invasores extra planetarios, eufemismo para corporizar a los extranjeros siempre culpables principales de nuestros problemas: inmigrantes ilegales que nos quitan trabajo y que habría que exterminar, un juego de niños. Cuando este señor que esto firma era pequeño se hablaba de lo perjudicial que eran los juguetes bélicos, como revólveres de madera o de latón y se decía que eran muy violentos para mentes infantiles los inefables Tom y Jerry.

Parece un chiste pero era cierto. ¡Como hemos evolucionado!. El diablo sigue cargando las armas.

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